Rush Imagen 1

Título original: Rush

Año: 2013

Duración: 123 min.

País: Estados Unidos

Director: Ron Howard

Guión: Peter Morgan

Música: Hans Zimmer

Fotografía: Anthony Dod Mantle

Reparto: Chris Hemsworth, Daniel Brühl, Olivia Wilde, Natalie Dormer, Lee Asquith-Coe, Alexandra Maria Lara, Joséphine de La Baume, Jamie Sives, Jay Simpson, Pierfrancesco Favino

Productora: Universal Pictures / Exclusive Media Group / Cross Creek Pictures / Imagine Entertainment

Nota: 6.9

La escasa brillantez de la  filmografía del veterano Ron Howard dirime que se le tenga calificado comúnmente como un aplicado caligrafista, al que sólo la confabulación de un material escrito de partida incombustiblemente destacado le ha hecho encaramarse por encima de una mediocridad generalizada más  nítida de lo que debiere.

Así tenemos que en un bagaje en el que se hallan convocadas obras de tan escaso interés como SPLASH, COCOON, WILLOW, LLAMARADAS, APOLO XII o UNA MENTE MARAVILLOSA, también ha dado cabida a cintas en las que la habitual blandura del norteamericano ha dejado paso a una inesperada agudeza escénica, capaz de estar a la altura de un libreto que exigía una firmeza para la que, en principio, el perpetrador  de la infame EL CÓDIGO DA VINCI parecía estar dotado. Nos referimos a CINDERELLA MAN y, sobre todo, a la soberbia EL DESAFÍO: NIXON CONTRA FROST.

La alusión de éste último título no resulta baladí a la hora de analizar los resultados de la presente RUSH. Ambas comparten el mismo guionista, Peter Morgan, autor también, por ejemplo, del soporte escrito gracias al cual Stephen Frears supo, en la notable THE QUEEN, adentrarse de forma tan afilada en la figura de la reina Isabel II de Inglaterra, aprovechando la trágica coyuntura de la muerte de la princesa Diana. El relato de los días previos al entierro de Lady Di, las decisiones que obligó tomar a la monarca, servían de excusa superficial para la  configuración de un severo retrato de la imperturbable regente.

Morgan, en EL DESAFÍO: NIXON CONTRA FROST planteaba un duelo agudo, avieso, complejo, tenso y cargado de contenciones entre dos figuras históricas, puestas las dos cara a cara frente a una cámara de televisión: un periodista necesitado de un éxito mediático sin precedentes y un ex presidente de los Estados Unidos emplazado a tratar de redimir su figura, su legado, la dolosa imagen de embaucador y mentiroso con la que la historia lo había sancionado. Howard, contra pronóstico, supo inmiscuirse escénicamente con la implacable imparcialidad que requería ese duelo de brillantes aguijoneados por dentro.

Una vez dicho esto, lo primero que cabe decir de RUSH es que se nota,  para bien, la mano del respetado escritor cinematográfico. Sin duda alguna, lo mejor de la cinta se fragua en el esmero enfrentador y comparativo con el que están expuesta un historia que nuevamente vuelve a estar basada en hechos reales y, nuevamente también, se apresta al duelos de figuras encontradas, a la pugna urgente e indesmayable de dos opuestos obligados a combatirse entre sí, teniendo al frente el objetivo de un premio que sólo puede ser para uno de ellos. rush-imagen-2Morgan intenta una rigurosa reflexión sobre las razones de la rivalidad emplazando a dos míticas figuras del automovilismo del siglo XX, el austriaco Niki Lauda y el británico James Hunt.

La película aborda fundamentalmente la narración de los hechos que acontecieron en la temporada de 1976, año en el que partía como vencedor anterior Lauda, y en el que a partir del famoso accidente disputando el Gran Premio de Alemania, que casi le cuesta la vida, le dejó marcas de por vida en gran parte de su cuerpo y rostro, y le obligó a estar apartado de los circuitos durante casi dos meses, Hunt se convirtió en el máximo aspirante al título.

Al igual que lo dicho para THE QUEEN o EL DESAFÍO: NIXON CONTRA FROST, el guión de Morgan aprovecha la tesitura real, ampliamente conocida por el público, para tejer un soterrado discurso que, poco a poco, va supliendo el mero interés historiográfico,  gracias a la solvencia con la que son retratados los personajes. La fidedigna exposición de los hechos acaecidos permite la coartada mediante el emplear el bisturí de la inconmovible apropiación de dos subjetividades, además de rivales, esencialmente disímiles entre sí.

La personalidad severa, adusta, concentrada, inflexible, exigentemente profesional de Lauda halla su correlato inversamente opuesto en la desinhibida, apasionada, irresponsable, contagiosa, expansiva y atractiva que demostraba ella forma de ser del inglés. La disección de ambos caracteres se fundamenta en la observación de los diferentes comportamientos. rush-imagen-5El relato poco a poco va fraguando una válida disertación sobre la existencia del referente a batir como estímulo, sobre la rivalidad obsesiva como causa de la continua exposición al riesgo de la propia vida.  La competencia personal como carrera no visible mucho más importante que la vista en el circuito.

El problema de RUSH es que el peaje a pagar por hallarse sometida bajo los parámetros narrativos que exige este tipo de relatos hace que la contundencia del enfrentamiento sea mucho menor que la contemplada en EL DESAFÍO: NIXON CONTRA FROST. La posibilidad estática, inamovible, perfectamente capturable de un enfrentamiento verbal dentro de un plató televisivo no es la misma que la de un relato en el que son constantes los cambios de escenario, de acción relatada y de personaje enmarcado.

Esto conlleva que la intensidad observativa con la que Howard saldaba aquella, en RUSH vea mermada su potencia. El realizador brinda una puesta en escena intachable formalmente: la recreación de escenarios y ambientes es perfecta, la fotografía soberbia, la decisión de que las carreras sean recreadas atendiendo artesanalmente a la concepción televisiva del momento y no a la de las películas de acción automovilística hechas en la actualidad (entendámonos, RUSH está, por fortuna, a años luz de films tipo FAST & FURIOUS) dota a las escenas de una impronta verista muy estimable, pero el film finalmente queda apresado en los cánones desde los cuales parte.

A RUSH le hubiera hecho falta la capacidad dramática de un narrador no tan aplicado como Howard, que hubiera atajado con mayor concentración los momentos en los que la soledad o el enfrentamiento directo de los dos personajes centrales  exigen de la cámara una intromisión y un aplomo que el autor de ÁNGELES Y DEMONIOS no sabe exponer con más riesgo. Sin embargo, nadie le puede reprochar la factura de un film más que ameno,  al que hay que valorarle el afán de sencillez escénica empeñado en distanciarse del delirio digital, aparatoso y hueco que apabulla a los films d acción de hoy en día.

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