La Visita Cartel 4


Título original: The Visit

Año: 2015

Duración: 94 min.

País: Estados Unidos

Director: M. Night Shyamalan

Guión: M. Night Shyamalan

Fotografía: Maryse Alberti

Reparto: Olivia DeJonge, Ed Oxenbould, Deanna Dunagan, Peter McRobbie, Kathryn Hahn, Celia Keenan-Bolger, Samuel Stricklen, Patch Darragh

Productora: Blumhouse Productions / Blinding Edge Pictures

Nota: 7

Shyamalan existe, ha vuelto a la entereza artesanal de los buenos tiempos. LA VISITA podría quedar referida como la oportunidad que sus admiradores estábamos esperando para ponerle orejotas a la injusta tirria crítica con la que se le ha venido acogiendo desde hace mucho tiempo. Mucho antes, incluso, de las, sí, indefendibles AIRBENDER, EL ÚLTIMO GUERRERO o AFTER EARTH, con mucha diferencia las obras que han marcado un nivel más bajo, dentro de una trayectoria tan modélicamente coherente como la suya. Parece mentira el furibundo desprecio con el que se ha vilipendiado la genuina singularidad minimalista, emplazada en todo momento por este auténtico defensor de la imagen cinematográfica despojada de estridencias artificiosas y, al tiempo, pertrechada, siempre, de sana impureza ensimismada.

LA VISITA parece estar impelida por un imperioso afán reformulador. Da la impresión, desde el mismo prólogo, de llegar calculadamente gestada en aras de un retorno al espacio creativo desde el cual el creador de EL SEXTO SENTIDO supo atrincherar su novedosa voz fílmica: Shyamalan, lo saben hasta quienes le niegan el pan y la virtud, se ha constituido como una de las más personalísimas apropiaciones del género fantástico que ha deparado el cine de las dos últimas décadas. Esta jugosa intromisión en el terreno del cuento infantil cruel (el archiconocido “Hansel y Gretel”, de los hermanos Grimm) da cumplida muestra del afán socarronamente avieso desde el que el hindú concibe su intransferible tarea investigadora.

Becca y Tyler no conocen a sus abuelos. La relación de su madre con sus padres es nula desde mucho antes de nacer ellos, de ahí que vivan con inusitadas expectativas el encuentro con el longevo matrimonio, dado que su aquella va a realizar un crucero con su nueva pareja. Para inmortalizar la estancia, Becca está dispuesta a elaborar una especie de diario rodado con su cámara. El alborozo generalizado del primer momento da paso, poco a poco, a una severa inquietud: la extrañeza frente a determinadas normas y comportamientos atisbados en los ancianos comenzará a sembrar no pocos temores en la absorta paciencia de los dos adolescentes.

La Visita Imagen 1

Lo mejor que cabe decir de LA VISITA es la fértil turbiedad expositiva con la que se logra la fluidez dentro de un experimento que acumula bastantes elementos intencionales en su punto de partida: la dependencia constante frente al falso documental que dispone la omnipresente cámara de los niños ( y que se constituye en el ojo avizor de todos los hechos vistos por el espectador: estos son los mismos que la voluntad creativa de los niños dictamina según van sucediéndose los hechos y, sobre todo, la forma de encajarlos y solucionarlos); la relectura perversa del clásico literario citado (aprovechando al máximo la jocosa irreverencia prestada por la decisión de convertir en el elemento maligno a los dos abuelos de las inocentes criaturas: impagables las escenas desarrolladas en la cocina, en las que galletas, desayunos y horno devendrán elemento sardónicamente sospechoso y aterrador) y la deuda para con algunos de los clichés más trillados del terror cinematográfico contemporáneo (la espléndida secuencia de la persecución por entre los pilares de debajo de la casa bebe directamente del terror nipón (ese rostro oculto tras la melena), la cámara utilizada como espía de los acontecimientos acaecidos durante la noche remite a la saga PARANORMAL ACTIVITY, la cámara en mano, obviamente, a la abusiva formalidad impuesta por EL PROYECTO DE LA BRUJA BLAIR): Shyamalan se las ingenia de forma pertinentemente desinhibida para que el collage de préstamos en ningún momento devenga en calco infecundo de esos gastados modelos, sino que los amalgama sometiéndolos a su preclara declaración de objetivos, de tal forma que todos aquellos lucen aireados, frescos, novedosamente encomendados a una tarea perfectamente urdida de antemano por un material escrito que dosifica y especula con solvencia la información necesaria para que los giros de guión funcionen con la efectividad requerida.

El abuso del dispositivo escénico impuesto por la idea del rodaje permanente (injustificado e inverosímil en el tramo final, cuando irrumpe el ataque definitivo), así como el desequilibrio consecuente a la descomunal imposición física, desprejuiciada, aterradora y sorpresiva con la que se encuadra a los dos personajes veteranos (de forma especial a la absoluta pregnancia maléfica irrumpida por la abuela) respecto a la calculada antipatía con la que se atisba a los adolescentes contribuyen a que el alcance de LA VISITA no sea sobresaliente. En todo caso, perdonable mal menor. Shyamalan, insistimos, ha dado señales de volver a tener ganas de ajustar cuentas con los mejor de sí mismo.

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