Da Lluvia Nuevayork 1

Título original: A Rainy Day in New York  

Año: 2019

Duración: 92 min.

País: Estados Unidos

Dirección: Woody Allen

Guion: Woody Allen

Fotografía: Vittorio Storaro

Reparto: Timothée Chalamet, Elle Fanning, Selena Gomez, Jude Law, Diego Luna, Liev Schreiber, Annaleigh Ashford, Rebecca Hall, Cherry Jones, Will Rogers, Taylor Black.

Sinopsis: Gatsby Welles  y Ashleigh  son una joven pareja enamorada de universitarios que se dispone a pasar un fin de semana en la ciudad de Nueva York. Ella va a entrevistar al reconocido cineasta Roland Pollard, que pasa por un momento de crisis creativa, y durante su azarosa aventura conocerá al cautivador actor Francisco Vega. Por su parte, Gatsby también conocerá a una joven, Chan, que le ayudará a poner en orden sus sentimientos. El lluvioso fin de semana estará plagado de encuentros, desencuentros y equívocos.

Nota: 7.8

Comentario Crítico:

Mucho más que la reprochada reincidencia temática y el censurado abandono realizativo que el autor de MATCH POINT, según la tajante sentencia acatada, viene evidenciando con respecto a los tiempos de sus indiscutibles cumbres cinematográficas, lo que resulta ya muy cansino es la consabida cháchara aburridorita del (cada vez más) numeroso sector de la crítica que no sabe enfrentarse a una nueva obra del neoyorkino si no es confesando, de primeras, en calidad de neón hastiado, de entradilla a remolque, la pereza que les produce la nueva cita anual con el “otrora” maestro indispensable, blandiendo alguno de los mandamientos de la decadencia alleniana: el error de no espaciar sus estrenos, la constatación de su aburrido ocaso, lo impepinable por imposible de su recuperación, la renuncia a un viraje renovador, el abuso de lo, en él, ya consabido.

Woody Allen se les ha empachado a muchos. Se le desea jubilación prácticamente con pancarta. Por supuesto, claro está, ese coro de inapetentes malhumorados está en pleno derecho de certificar esa cacareada constatación, que, además el creador de DELITOS Y FALTAS, a quien debe importarle un hot dog tirado en una papelera proponerse como cómplice de esa consideración, tampoco hace ningún esfuerzo por contrarrestar creativamente. Lo que ocurre es que, para quien esto escribe, da la impresión de que esa declaración de vagancia a priori, adjudicada de modo irremisible en calidad de corpus preventivo, está siendo muy injusta con el crepúsculo veterano y evasivo de un cineasta al que no se le perdona el delito de no transigir a ninguna otra concesión que no sea la de fidelizarse a sí mismo, la de permanecer en el ejercicio de una profesión que, uno se atrevería a aventurar, le ha dado su vida soñada.Da Lluvia Nuevayork 4 La presente DÍA DE LLUVIA EN NUEVA YORK se constituye en una deliciosa consecuencia, en una cauta variante de ese, por qué no, respetabilísimo empeño.

Desde luego no anida en estas palabras el más mínimo, execrable y baldío ánimo ni de vilipendiar, ni de tratar de corregir la opinión de nadie. Sí nos mueve en cambio tratar de combatir ese lugar común que impone la máxima de la redundancia infructuosa; esto es, cuanto menos poner en cuestión aquello de que Woody Allen lleva décadas haciendo la misma película. De ahí que hayamos empleado la expresión “cauta variante” en el párrafo anterior y la propongamos como prisma esclarecedor desde el que, por ejemplo, simplemente enumerar las últimas obras del realizador y constatar si la crueldad escrutadora de BLUE JASMINE puede considerarse un calco de la ligereza conspirativa, pícara de MAGIA A LA LUZ DE LA LUNA; si la decepción existencial y clínica desde la que está concebido el personaje central de IRRATIONAL MAN es emulada en ese dechado de romanticismo melancólico con el que está admirablemente urdida CAFÉ SOCIETY; o si la estimulante, resignada y desesperanzada magnitud teatral y dramática aquilatada en WONDER WHEEL salpica de algún modo la volatilidad urbanita y apresurada que rige tan ágilmente el devenir de la extrovertida DÍA DE LLUVIA EN NUEVA YORK.

Porque si hay algo que sorprende en esta, por razones completamente ajenas a ella, controvertida obra antes de su estreno, eso es, sin duda, la extrema y expresiva agilidad con la que está zanjada. UN DÍA DE LLUVIA EN NUEVA YORK se propone como un franco catálogo de las virtudes de este Allen veterano, menor, sí, pero al mismo tiempo incombustible en el cabal ejercicio de su genuina concepción del oficio de cineasta. Nos hallamos frente a una obra propia de un artesano supeditado a la sempiterna orfebrería que le ha cualificado dentro de su gremio, que le ha propinado una clientela fiel. De visión rauda, cómplice y entusiasta, la película no se desmarca ni un ápice de los protocolos suspicaces y apresurados desde los que ejerce ese corpus de su obra caracterizado por adscribirse a la comedia ligera romántica y, claro está, boicotearla con saña intelectual, cínica y reflexiva.

El film se supedita por completo a la premura, a la urgencia, a la brevedad del marco temporal que define el hecho que desencadena el relato: la colmada agenda de actividades que Gatsby, un joven y adinerado universitario, le propone a su novia, Ashleigh, para pasar juntos un fin de semana en Nueva York, aprovechando que ella debe allegarse hasta esa urbe para entrevistar a un importante director de cine por ella muy admirado. Muy pronto los planes comienzan a verse alterados.Da Lluvia Nuevayork 5

El relato del film, en todo momento imprevisible, sancionado de malévola improvisación y lúcido atolondramiento,  propone una bifurcada observación del doble itinerario que plantea el cúmulo de improvisados acontecimientos a los que ambos han de enfrentarse, toda vez estos les irán obligando a emprender caminos separados, y, por lo tanto, opuestos a un plan que, una vez asumida su inviabilidad, por un lado, a él lo irá sumiendo en un contradicho malestar personal y, a ella, por el contrario, seduciéndola en tanto que van a serle propuestas unas situaciones rayanas por completo con el cumplimiento de sus más fantasiosas expectativas.

Allen, de modo sutil, dispondrá una observación matizada y disímil a ambos acechos. Sobre Gatsby acechará una sensible escrutación que arrojará luz pálida y nostálgica contra su personalidad añosa, desconcertada, caprichosa y colmada de referencias a un universo perdido, el de su no tan lejana adolescencia, lleno de reseñas cinéfilas y literarias, ubicado en muy concretas referencias espaciales neoyorkinas, casi todas ellas con nombre de garito nocturno de aire antiguo, con piano dentro. En cambio, el seguimiento de Ashleigh es más irrumpido, más extrovertido y sobrepasado, puesto que viene marcado, primero, por una espiral de morrocotudos encuentros en modo alguno pronosticados, y, segundo, por el modo siempre desfavorecedor para Gastby con el que no sabe solucionar el brete de sus citas con él.

La película está solucionada escénicamente con una impecable sabiduría cinematográfica. Nos hallamos ante un film que hace, de la falsa ligereza, nítida y premeditada virtud. Sin moverse un ápice de sus veteranos preceptos creativos, Allen aplica sin escrúpulos su versado manual de procederes. UN DÍA EN NUEVA YORK es deliberadamente alleniana, aunque cabe reconocer que el olfato y el tino revelados por el realizador se antojan más inspirados que en otras de sus producciones más recientes: la gracilidad asombrada y excitante con la que obliga a una acertadísima Elle Fanning a perfilar  su desprevenido e inconscientemente  descortés y egoísta personaje, la pícara, vitriólica nostalgia afectiva con la que están curioseados los encuentros de Gastby con la hermana de una antigua novia suya, la escena en la que aquel se topa con una prostituta, la que gobierna el certero afán confesor de su madre, o, sobre todo, la soberbia urdimbre de un desenlace sencillamente perfecto dan buena muestra de un cineasta en forma. Malas noticias los que no se hartan de insistir en un injusto visto para sentencia. Buenas para quienes no cesamos en reclamar que Allen siga exigiendo silencio en la sala.

 

 

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