SOALW DEF

THE CURE 

SONGS OF A LOST WORLD

Polydor / Universal 

Nota: 7,8

Comentario crítico:

Lejano quedaba aquel 4:13 Dream. 16 años sin publicar nada son muchos para una banda tan influyente y popular como The Cure. La noche de Halloween no solo trajo consigo la nueva película de Clint Eastwood sino también estas canciones de un mundo perdido. Un lugar al que Robert Smith debió de acudir con frecuencia en busca de inspiración, pues las ocho pistas de este nuevo álbum llevan su firma.  

Songs of a Lost World supone el decimocuarto disco en la irregular trayectoria de la banda inglesa. En medio de una vorágine sonora, de baladas, de distorsiones afiladas se erige la voz intacta de Smith, que nos habla de la pérdida, de la añoranza y de otros temas. Pero vayamos por partes. El primer corte se titula Alone, sin duda una declaración de intenciones. Tras tres minutos de caos introducido por un teclado encargado de la armonía y una contundente batería, suena la letra acompañada de guitarra eléctrica, cuerdas (probablemente sintéticas), ecos y delays al final de algunos versos. Destaca la distorsión pastosa en las partes guitarrísticas, que seguirá presente a lo largo del disco. Un brindis pesimista y el ubi sunt marcan el inicio de este esperado trabajo.  

And nothing is forever pasa de un ambiente emotivo dibujado por el piano, unos arreglos de sintetizador y, nuevamente, las cuerdas a un clima rock con las guitarras y la batería. Una vez más, la voz se presenta en el tercer minuto, arropada por coros, expresando la nostalgia del yo poético.  

En tercer lugar, suena A fragile thing. Al piano de frases cortas poco elaboradas y batería se le agregan el bajo y la guitarra. La canción es bastante simple y se intenta disimular con adornos sintéticos. Posteriormente un muro de sonido nos envuelve y oímos el lamento de la voz doblada de Smith. A mitad de tema se incluye un efectivo solo de guitarra. La cuarta pista es todo lo contrario; War song. Se introduce mediante un órgano que emula un acordeón -o sucedáneo- y una guitarra eléctrica de altísima ganancia. Los efectos sintéticos se empeñan en no abandonarnos. A continuación, un solo caótico con wah-wah nos va preparando para la letra antibelicista. En ella se expresa la contradicción de la guerra, un buen trabajo lírico, en definitiva, del líder de la banda.  

En la segunda mitad de este Songs of a Lost World nos encontramos con el corte más singular, Drone. Nodrone. Se complementan guitarra eléctrica (bien distorsionada, para variar) y acústica. La primera interactúa con la voz mediante arreglos con la palanca. A caballo entre la épica y el desorden (se intuye un teclado y música árabe) supone un marcado contraste entre su antecesora y la interesante balada siguiente: I can never say goodbye. Una atmósfera nostálgica con un piano de simples riffs, bajo, guitarra y batería. Poco movimiento, en principio parecería un loop, mas, de repente, escuchamos una letra de influencias del Romanticismo. ¿La diferencia? Smith no se dirige a una amada perdida, sino a su hermano fallecido. Una canción personal donde las haya, valiente, con un solo de guitarra solvente que, según a quién se le pregunte, encumbra o arruina el resultado.  

All I ever am mantiene la instrumentación ya comentada, cuya sección rítmica es de los puntos fuertes del álbum, además, se ve respaldada por las cortas frases de la guitarra eléctrica, que favorecen a la sensación de groove. Por otro lado, la letra expresa lamentación y arrepentimiento. A posteriori, se podría haber acortado la duración. Llegamos a Endsong, título muy descriptivo, pues se trata del final del disco. 10 minutos de sintetizador, batería, bajo, guitarra eléctrica, cuerdas sintéticas... a los seis minutos nos enteramos de que hay letra, nostálgica, por cierto, la banda sigue en su línea. En conjunto es una experiencia sonora entretenida, estable.  

En conclusión, sin ser una obra maestra, Songs of a Lost World supone una obra muy sólida y de sensaciones acústicas variadas. Más cerca de la gloriosa época de Disintegration que de los batacazos que ha sufrido la discografía de The Cure. Se puede reconocer el carácter abatido del álbum mencionado, la atmósfera oscila entre la densidad, lo siniestro, el pop y el rock. El pesimismo que impregna el disco se ve aliviado con música más liviana cuando es preciso y creo que, perfectamente, se puede aducir que la espera ha valido la pena.

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