ISTV

Sección: PANORAMA 

Dirección: Jane Schoenbrun

Nota: 8.5 

Tras el aclamadísimo debut que fue WE'RE ALL GOING TO THE WORLD' S FAIR, I SAW THE TV GLOW ratifica el hacer extrañado, inconformista y postulador de prolijas cavilaciones desde una óptica originalísima de la estadounidense Jane Schoenbrun. El film indaga en esa inercia tan, en principio estimulante, como es la de dar rienda suelta a la fabulación; abrirse al escape subjetivo mediante un objeto creativo que posibilita una fuga placentera, una huida hacia un secreto ignoto que, al ser interpelado, anega de excitación impensada y desconcertadora la habitualidad de quien la ha descubierto. La complejidad de esta postulación de partida se articula cuando el periplo argumental del film se adentra en el lado oscuro de esa necesidad ilusoria.

 

El solaz de interior virando a la adicción convulsa. El placer tornado extralimitación perversa, deformante, tóxica por reclamación a tiempo completo. I SAW THE TV GLOW nos presenta un adolescente enganchado a un serial televisivo infantil que se llama PINK OPAQUE. Comparte esta ansiedad con Maddy, una compañera de escuela algo mayor que él. Ambos han descartado el mundo que les rodea por esa cita semanal con la televisión. Todo se complica cuando esta se suspende. Pasan los años. Se vuelven a ver y los dos se descubren sucumbidos a una vida solitaria, enferma y vacía de anhelos. El mundo es el espejo lóbrego consecuente a la falta de esa cita televisiva devota. Más allá de un abordamiento temático, el de la fantasía convertida en patología, multitud de veces convertido en excusa ficcional por otros cineastas, la novedad de I SAW THE TV GLOW radica en el fustigante, oscuro, febril atrevimiento formal que Schoenbrun concibe para su particularísima proposición.

 

Concentradísima mezcolanza de referencias que evocan a, entre otros, a David Lynch y a Jordan Peele, el film es una suerte de bajada a los infiernos concebida por un Paul Schrader imbuido de la canalla avidez por la narrativa de serie B de Carpenter. Schoenbrun hace suyo un torrencial ejercicio de cine de ciencia ficción dramática al que define escenográficamente el detritus televisivo que cita. El universo PINK OPAQUE asalta la observación del itinerario degradatorio, aislado, insano en el que se obcecan los dos protagonistas. Schoenbrun, con más brillantez de la que parece, significa así la quimera astrosa en la que Owen y Maddy malviven, se autodestruyen poco a poco: una vida vacía, expulsada de la utopía por capítulos vistos en cintas de vhs una y otra vez se ha apoderado de ellos. Son fantasmas de un colorido catódico que apenas sí puede iluminar la oscuridad de sus existencias. Una obra, de apariencia satirizantemente menor, llamada a reclamar un merecido culto. 

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