Trainspotting2 Poster

Título original: T2: Trainspotting

Año:  2017

Duración:  117 min.

País:  Reino Unido

Director: Danny Boyle

Guion:  John Hodge (Novela: Irvine Welsh)

Música: Rick Smith

Fotografía: Anthony Dod Mantle

Reparto:  Ewan McGregor, Robert Carlyle, Jonny Lee Miller, Ewen Bremner, Kelly Macdonald, Shirley Henderson, Steven Robertson, Anjela Nedyalkova, Irvine Welsh

Productora:  Film4 / TriStar Pictures / Sony Pictures Entertainment

Nota: 0

Veinte años han distado mucho de no ser nada. En esta ocasión, al menos, han dictado la sentencia de la inoportunidad, del sacrilegio a conciencia. Desde luego quienes temían que T2 TRAINSPOTTING no fuera más que una mera caja registradora encubierta,  se las pueden dar de cómodos visionarios. Reconozcámoslo bien pronto, la razón se ha puesto de lado de los que preveían la debacle de intentar la recuperación de un film de culto que no podía tener otra mejor clausura más que la profunda admiración de sus cuantiosos veneradores. Para quien esto escribe, que desde luego no se encuentra entre ellos, viene a refrendar la absoluta confirmación de que su director es uno de los más grandes fraudes creativos que ha generado el cine de las dos últimas décadas.

El film, como cabía esperar, recupera la maquinaria instalada en la mítica colectiva, cumpliendo todos y cada uno de los protocolos de las continuaciones pergeñadas a rebujo de un gran éxito de público, que, lógicamente, trata de ser vuelto a conseguir por todos los medios. Trainspotting2 2 Esto es, en ningún momento se trata de establecer un entramado argumental, una renovación justificadora, una apuesta relectora del precedente que ungiere de pertinencia el reencuentro con el universo anterior. Antes, muy al contrario, se emplaza un dispositivo narrativo cuya máxima es volver a convocar los peajes prototípicos de aquel, de tal forma que sea menos importante el nuevo meollo generador de la causa que la reutilización de los materiales archisabidos, los guiños preclaros, las citas evidentes, los fulgores desgastados.

En esta ocasión, la excusa de partida es la vuelta a Edimburgo de Renton con la intención de saldar cuentas con su conciencia, devolviendo a Sick Boy y a Spud la parte  que les correspondía del motín que acababa birlándoles en el final del film de 1996. A Begbie no, porque está en la cárcel. La escapada de éste de la prisión en la que lleva 20 años cumpliendo condena desencadenará los hechos principales sobre los que bascula esta segunda parte. El reencuentro servirá, por un lado, para que les contemplemos la degrada madurez en la que casi todos se hallan instalados, por otro, para que, lógicamente, se vuelva a alumbrar la consabida nostalgia de unos tiempos pasados en los que la férrea amistad entre todos ellos les motivaba a concebir su existencia como un continuo flirteo con el límite de la resistencia de cada uno de sus respectivos organismos.Trainspotting2 3

Dos son los problemas principales que condenan a T2 TRAINSPOTTING al fracaso más absoluto: uno, la nula consistencia de la urdimbre argumental deparada para la ocasión; dos, la incapacidad de Boyle para saber adaptarse escenográficamente a los nuevos condicionamientos temporales del producto. Con respecto al guión dispuesto sólo cabe decir que es nefasto: ni sabe escudriñar con detenimiento en la decadencia en la que se nos son presentados los personajes, ni sabe concretar un mínimo de consistencia dramática al amparo de ese astroso crepúsculo existencial, ni trata de acotar un discurso que pudiere indagar en la conciencia de saberse todos ellos juguetes rotos, ni tiene la capacidad de imponer algún personaje nuevo dotado de un interés remodelador que arrastrara a ese afán novedoso la inercia del grupo protagonista (la prostituta no tiene entidad más que de pegote humanizador), ni, por supuesto, sabe estimular una narración acumulada de situaciones originales y acontecimientos perfectamente ensamblados, sino que tira pobremente de hilos evocadores, convertidos en minucia refritada.

Por su parte, el realizador no se esfuerza lo más mínimo por tratar de imponer cordura escénica a este compendio de poquedades y de desafueros improvisados. Es más, casi se diría que se une a la fatalidad imperante aferrándose patéticamente a los peores vicios de su desmadrada vacuidad observadora. No resulta de recibo que se le quiera imponer a esta operación basada en el reencuentro de personajes con las circunstancias temporales completamente distintas el mismo dispositivo formal con el que se les encuadró veinte años atrás. Muy pronto nos damos cuenta de que Boyle no está capacitado para la paciencia. Esta nueva cita entre casi cincuentones debiere estar atisbada con un reposo significativo, abundador en ese lacerante paso del tiempo, que el autor de 127 HORAS ni sabe ni trata de acometer. Esta decisión lo que hace es poner en evidencia la dejadez de la operación en lugar de tratar de maquillarla. Los movimientos, los efectos, los posicionamientos de cámara que tanto impactaron hace dos décadas afora quedan convertidos en pacotilla, en remedo, en despojo rememorativo de prescrita solvencia, de dictada nulidad. En resumidas cuentas, TRAINSPOTTING es más inútil que una bolsa de Mercadona para guardar un caldo. Bueno, aún tiene muchísimos más agujeros.

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