La Pesca De Salmon En Yemen Cartel 1

Título: Salmon Fishing in the Yemen

Año 2011

Duración 111 min.

País U.K

Director Lasse Hallström

Guión Simon Beaufoy (Novela: Paul Torday)

Música Dario Marianelli

Fotografía Terry Stacey

Reparto  Ewan McGregor, Emily Blunt, Kristin Scott Thomas, Rachael Stirling, Amr Waked

Productora BBC Films / Kudos Film and Television / Lionsgate

Valoración 4

Definitivamente nada podemos hacer por seguir esperando al otrora interesante Lasse Hallström. El que fuera director de las notables MI VIDA COMO UN PERRO, ¿A QUIEN AMA GILBERT GRAPE? o LAS NORMAS DE LA CASA DE LA SIDRA hace ya mucho tiempo que se ha abandonado a la manufacturación de tramposas tibiezas cinematográficas. Hay un antes y un después tras el estreno de esta última. Desde CHOCOLAT se ha hecho un artesano demasiado propenso al empalago.

LA PESCA DEL SALMÓN DEL YEMEN es la constatación de que el sueco ya no se mueve un ápice de ese flagrante terreno de nadie que es la rancia previsibilidad del sentimentalismo. Además,  en el presente ejercicio causa doble azucarada estupefacción, pues se condena al vicio del pastel a toda costa tras dejar entrever la posibilidad de un gran film, que, de súbito, a capricho de meloso contumaz, desbarra hacia ese golosino despeñadero.

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El presente film narra el encuentro por obligación laboral de dos perfectos dispares: Fred, un funcionario del Ministerio de Agricultura y Pesca, y Harriet, una empleada de una empresa a cuyo cargo está la gestión de los proyectos maquinados por un adinerado jeque yemení. El primero es requerido por sus superiores para dar el visto bueno a un propósito de éste último: la incorporación de salmones británicos en el agua de un río del Yemen.

La primera hora del film es muy notable. Se tiene la impresión de que el autor de SIEMPRE A TU LADO, HACHIKO ha podido, al fin, desentumecerse del timorato desmayo al que nos tiene acostumbrados. Hallström aplica a la presentación de los personajes un tratamiento muy elegante, en tanto que se esmera en no agobiar el previsible acercamiento entre ambos.

El desarrollo del conflicto afectivo está hecho progresar con generosa y afilada cautela, pues hay un interés más que notorio por describir a los personajes por separado. De ahí que el itinerario casi paralelo que se perfila tenga como consecuencia el logro de un trazo bastante pormenorizado de ambos. En este sentido cabe destacar que la labor de los dos actores que los incorporan es más que meritorio. Se evidencia muy pronto la chispa, la armonía, la comodidad interpretativa que existe entre  Ewan McGregor y Emilly Blunt.

Especialmente mordaz deviene el perfil que se va trazando sobre Fred: su carácter pusilánime, introvertido, cortésmente británico da pie a un sutil tratamiento cómico. Comicidad e ironía que mucho más abiertamente definen todas y cada una de las apariciones del personaje de la Secretaria del Primer Ministro: una mujer arrolladoramente controladora, eficaz y con escasos escrúpulos, que, desde su privilegiada azotea, moverá los hilos narrativos más importantes del film. La gran Kristin Scott Thomas  le pone divertidas espinas a este pez gobernador del agua.

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Sin embargo, pasados esos gratificantes  primeros sesenta minutos LA PESCA DEL SALMÓN EN YEMEN no tiene mesura alguna en revelar la ñoñería paralizante que ocultaba engendrada dentro. El traslado a Yemen impone que se le de un nocivo peso protagónico al personaje más temible, por gazmoño,  de la función: el multimillonario yemení empeñado en que los salmones remonten el cauce de los ríos yemeníes. Un personaje tan malo, chirriante y facilón que pide a gritos ser interpretado por Antonio Banderas.

 A partir de este momento el film es una sonrojante concatenación de morralla sentimentaloide. Parece mentira que el realizador no sepa calibrar el peso de esta irrupción. Sobre todo cuando con anterioridad ha sido capaz de trazar una esforzada, refinada y divertida presentación de los acontecimientos.

El film se hace un “Froilán” a sí mismo, disparándose en la planta de toda su inteligente credibilidad. Una subtrama terrorista absolutamente burda y prescindible da lugar a un par de escenas denunciables,  de puro grotescas.  Pareciere que hay prisa por cargarse de un plumazo los logros conseguidos. La amena ligereza del principio da paso a una avalancha de papillosos  grumos lecheros.

El conflicto sentimental  da un zafio giro de 180º al sol y deviene en merenguito fotonovelero, atolondrado y romantichungo. El film concluye con los salmones contentos, pero con el pescado vendido media hora antes. De ahí que al espectador se le quede expresión de pez fuera del agua. Hay películas que no entran ni con gafas de bucear.

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