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Sección: PANORAMA

Dirección: Juanjo Pereira

Nota: 9

El lenguaje cinematográfico convertido en metodología historiadora, en artefacto investigador arriesgado, en notario de una historia sin actas, en crónica reveladora de un apagón colectivo, maquinado a instancias de un poder ignominioso. La dimensión de la labor documentalista ejecutada por el debutante Juanjo Pereira es digna de emocionado elogio, por cuanto funciona a la perfección la intentona reparadora de la memoria audiovisual de un país, Paraguay, al que le ha sido esquilmada la posibilidad de disponer documentos audiovisuales suficientes como para recomponer, desde esta disciplina, la historia y las consecuencias de un mandato dictatorial de más de tres décadas.

Estas palabras de Pereira sobre su documental son tan ajustadas a sus objetivos de partida como eficaz y contundente, por fortuna, la prolija, depurada resolución mediante la que ha sabido estar a la complicada altura de ellos:

"En 1989, la dictadura más larga de la región llegó a su fin en Paraguay. Tras 34 años en el poder, Alfredo Stroessner y los militares bajo su mando destruyeron la mayor parte del archivo cinematográfico del país. Los materiales producidos y utilizados por el gobierno militar para crear una idea de la Nación fueron posteriormente desaparecidos por esas mismas fuerzas para evitar posibles reinterpretaciones. Hoy, a partir de cintas encontradas en Paraguay y en el extranjero, "Bajo las Banderas, el Sol" busca contar esa historia silenciada.

Ese itinerario descrito, el que va desde la manipulación institucional urdida mediante esa construcción audiovisual  maquinada en aras de promocionar las bondades de un régimen dictatorial con muchos desaparecidos fuera de foco, hasta la contestación, también fílmica, a esa imagen oficial gracias a la ingente búsqueda, por parte de Pereira y su equipo,  de esos restos de un legado destruido, se torna vehemente fluir narrativo de una película, en este sentido, modélica.

La decisión de no convocar formalmente la mediación de una voz relatora resulta primordial. La milimétrica concatenación de imágenes se basta por sí sola para conformar lo más importante: la pureza y la contundencia febriles que desencadena la mirada tan cabal como locuaz y expresiva, con la que vigila, hace sugestionar, construye su verdad el film.

Mediante material aportado desde archivos, la mayor parte de ellos extranjeros ( norteamericanos -impagable la actitud poco natural del presidente Lindon B. Johnson al recibir al paraguayo-, alemanes - una visita al país germano en la que visito a un primo que había sido panadero-,  españoles -ese Nodo en el que se cuenta que Stroesner le regaló dos tigres a Franco en una visita- y, sobre todo, franceses), el documental va modulando su impoluta severidad narradora disponiendo, primero, un análisis del discurso propagandístico institucional, para, poco a poco, con una precisión desarmante, ir dando cabida a la imagen combativa de aquella.

Desde ese Stroessner autoproclamado protector del llamado "ciudadano común" hasta esa pancarta en la que se puede leer "No queremos tiranos, queremos exiliados", cuando se descubre que aquel tuvo como médico de cabecera, protegiéndole de quienes lo buscaban ( impresionante la imagen de la investigadora europea expulsada del país por haberlo encontrado), al mismísimo Josef Mengele, el "ángel de la muerte" del nazismo alemán. El recorrido emplazado se antoja espeluznante, desenmascarador, germinal y furibundamente cinematográfico. Las imágenes del cierre significan con total nitidez la magnitud amputacional que una imagen puede concretar. El terror de los tiempos oscuros dista mucho de ser reparado. De ser aprendido como error al que no se debe volver a ceder el paso.

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