MAF

MJ LENDERMAN 

MANNING FIREWORKS 

Anti-/Epitaph Records 

Nota: 3 

Comentario crítico: 

Manning fireworks, cuarto álbum de estudio del multiinstrumentista estadounidense MJ Lenderman ha resultado ser un auténtico fiasco. Adolece de todo lo que se le pueda objetar al género indie. Un rock alternativo que conduce a más bien nada, una lírica disparatada y, por lo general, poca variación entre los temas. La canción homónima presenta una guitarra acústica que enseguida es estropeada, digámoslo a las claras, por una voz nasal, algo rasgada, molesta, en definitiva. Al poco se incorpora una batería y una variante country del violín. Joker lips va acompañada de un pedal steel guitar, varias guitarras eléctricas y un mellotrón, qué lejos queda Strawberry fields forever. En ambos casos y salvo en un par de ocasiones, nos encontramos con letras muy cortas, descriptivas por lo general, insulsas y nada complejas.  

En el caso del tercer corte, Rudolph, con que uno se distraiga un minuto, se encontrará con que la canción ya ha finalizado. No ocurre gran cosa, ni en la letra ni en la música; apenas alguna guitarra con overdrive de alta ganancia. En Wristwatch, reloj de muñeca, se hace más irritante si cabe la voz del cantante, suena el violín mencionado y nuevamente tenemos la guitarra saturada junto a otra tocada con slide. Lo de que los versos no resultan provechosos se hace más patente que nunca en este caso.  

En el siguiente track, She’s leaving you ocurre lo mismo que en el penúltimo, You don’t know the shape I’m in, es decir, un escenario sórdido, sin gracia, en otras palabras, si al cine de Sean Baker le quitáramos todo lo bueno que tiene, esto es lo que obtendríamos. En términos musicales, la primera es una balada rock indie, con la inclusión de un piano, como en su predecesor, y la segunda transcurre un poco en la misma línea. Rip torn vira hacia el country, aparece de nuevo el violín y la guitarra acústica.  

Hemos de llegar a la penúltima canción para hallar algo que valga la pena. La susodicha, On my knees, supone lo más destacable del disco. Si bien la rítmica puede resultar cargante, la letra es más sustanciosa que en el resto de casos. Finaliza este Manning fireworks con un tema de 10 minutos, que prácticamente podríamos decir que dura más que los ocho temas anteriores. ¿Cuál es el problema? El mismo que tenían varias pistas del inicio y mitad de la carrera de Pink Floyd; que está mal llevado. No hay, bien conocimiento musical, bien creatividad suficiente para hacer interesante este Bark at the moon. Este corte final está mal desarrollado, impera un caos tedioso en el que tan pronto se escucha un órgano saturado como un clarinete o un trombón. Para distinguir estos dos últimos hay que estar muy muy atentos. Por otra parte, se van sucediendo solos de guitarra que lo mismo podrían ser acelgas y avellanas, que daría igual.  

La mayoría de canciones desprenden un aire entre triste, resignado y desganado. La diferencia entre ellas es mínima. Tal vez el autor esté muy pagado con su infructuoso rock indie country y se considere muy alternativo por incluir instrumentaciones de viento metal y madera, pero la realidad es que Manning fireworks dista mucho de ser un producto bien trabajado y de calidad.  

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