L C1

ICHIKO AOBA  

LUMINESCENT CREATURES 

Hermine 

Nota: 7.8 

Comentario:  

En estos tiempos en los que en el panorama musical abundan las músicas monótonas, de tiempos acelerados, de sonidos electrónicos o sobredistorsionados, se echan en falta discos como el presente; Luminescent creatures de Ichiko Aoba. Todo es calma en este álbum; desde la meliflua voz susurrada de la nipona, hasta la ambientación instrumental que la acompaña. La segunda cosa que se agradece es la variedad, el contraste; pues pasamos de la austeridad de mazamin a la magnificencia de las secciones orquestales (Luciférine). La lírica, según las escasas traducciones encontradas, es original. Están descritos desde los mundos oníricos cual Mizoguchi musical, hasta la introspección personal o la naturaleza, algo común en la poesía japonesa.  

Abre este Criaturas luminiscentes (por el plancton, seres afines a la cantante) COLORATURA. Llaman la atención las armonías susurradas a varias voces. Las acompañan un piano y una sección de cuerdas, además de un arpa y una flauta. Armónicamente, tienen lugar unas tensiones à la baroque muy interesantes. Y es que este estilo está muy presente en Aoba. 24º 3’ 27. 0” N, 123º 47’ 7.5” E funciona como transición entre el corte anterior y el siguiente. Se compone de cuerdas, piano, voz y guitarra clásica, siendo los violines, viola, cello y contrabajo los elementos más constantes, dado que los otros se manifiestan puntualmente. En mazamin destaca el teclado, que da los acordes arpegiados. De nuevo, y como en la mayoría de ocasiones, Ichiko canta susurrando. A mitad del tema irrumpen la percusión y unos sonidos electrónicos.  

La cuarta pista, tower, se constituye por piano, cuerdas, teclado y voz. Nuevo contraste entre canciones, pues en la siguiente, aurora, oímos solamente la voz y la guitarra clásica de la nipona. FLAG está construida en la misma línea, con la adición de una segunda voz en algunos tramos. Cochlea es un interludio de corta duración, suenan exclusivamente campanas y field recordings. Luciférine es uno de los temas más exuberantes debido a la riqueza de las cuerdas, muy bien introducidas como énfasis, el piano y la voz. El siguiente corte, pirsomnia, vuelve a cambiar de tercio, con sonidos sintéticos, el teclado, a veces apoyado por el piano, y la armonía vocal de la multiinstrumentista.  

SONAR es una pieza alegórica y envolvente, de producción intimista. Se hace mucho uso de la reverb, tanto en los instrumentos (piano, teclado y las field recordings) como en la voz. Se compara el sonido, con el mar como escenario, con las relaciones humanas, algo que queda más claro visionando el videoclip. Finalmente, en Wakusei no namida se opta por retomar la esencia de guitarra y voz.  

Varias de las piezas del disco desprenden una atmósfera de bossa-nova, de hecho, la manera de cantar de Ichiko Aoba, con su predilección por el susurro, pegada al micrófono, recuerda, inevitablemente y que se me entienda, a João Gilberto. Para que luego digan que aquel género no fue ni es influyente, que quedó obsoleto. La presencia incólume a pesar de la distancia espacial de 17,500 kilómetros y temporal de seis décadas demuestran lo contrario. Tal vez una primera escucha de Luminescent creatures no haga gran mella en el oyente, pero algo se le impregnará en la memoria. Quisiera, entonces, traer a colación una frase de Borges a propósito de los relatos de Horacio Quiroga: "Quiroga no nos impresiona en la primera lectura; acaso escribió sus cuentos para el grato ejercicio de la memoria, no para el torpe asombro de los ojos." ¿Será que la japonesa compone y graba con el fin de perdurar, sin preocuparse del primer impacto? 

 

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