FRANCIS HIME
NÃO NAVEGO PRA CHEGAR
Biscoito Fino
Nota: 8.4
Comentario:
Siempre será digna de admiración la voluntad de los creadores que, ya entrados en la tercera edad, siguen haciendo lo que más aman, ya sea música, cine o literatura. El compositor brasileño Francis Hime (85 años) es, sin duda alguna, uno de ellos. Su carrera arrancó en los años sesenta, pero me atrevería a decir que, fuera de Brasil, lo dio a conocer, en la década siguiente, el gran Vinicius de Moraes. En su disco en vivo La Fusa (Mar del Plata) lo mencionó como parte de los jóvenes parceiros del país, junto a otros como Chico Buarque, Edu Lobo o Toquinho. Y, como el lector sabrá, todos ellos son hoy figuras consagradas de la fertilísima música brasileña. En el presente álbum del carioca, todos los temas son inéditos y la mayoría se grabaron en colaboración con otros artistas.
El primer corte de este Não navego pra chegar tiene por nombre Imaginada. La voz que acompaña a Hime es la del magnífico Ivan Lins, lo cual supone una grata sorpresa auditiva. La introducción se compone de cuerdas y una trompeta, que dejan paso, en las estrofas, al piano y a la percusión. La letra habla de un amor que acabó. Chuva consta de percusión y un par de guitarras; la primera se encarga de los acordes y la segunda, de los arreglos. La lírica versa sobre los beneficios de la lluvia y el anhelo por este fenómeno atmosférico. Samba pra Martinho pertenece al subgénero de samba-exaltação, en el que se homenajea o exalta a alguien, pues está dedicada al compositor Martinho da Vila. En la introducción suenan la trompeta y el piano, mientras que, posteriormente, se suman la guitarra, la percusión y una sección de viento metal. Aquí es Simone quien acompaña a Francis.
La canción homónima cuenta con la participación de una tal Mônica Salmaso. Los elementos musicales aquí presentes son la flauta, la guitarra y la percusión. Esta pista habla sobre la conexión con el mar, como vida y destino de los hombres de costa. Um rio, en cuanto a contenido se puede asimilar tanto a la anterior como al segundo corte. El piano y las cuerdas acompañan las voces de Olivia Hime (esposa del artista) y Dori Caymmi (hijo del inmortal cantautor bahiano Dorival Caymmi). Sus secciones vocales (lenta la de Dori y más acelerada la de Olivia) se intercalan, generando un interesante contraste.
Tempo breve es una reflexión sobre el dolor que provoca el amor frustrado. Canta aquí Zélia Duncan. El tema está compuesto enteramente para piano y supone una marcada diferencia, en cuanto a tono, respecto al resto del álbum. En Inmensidão (acerca de la nostalgia de un amor pasado) hay una introducción de guitarra, que ejecuta fraseos. También encontramos un piano, que refuerza algunos versos cantados por un tal Zé Renato. Shakespeareana, por su parte, constituye una alabanza a la belleza de alguien. Tomara que caia (una canción de amor) contiene una sección de ventos metales y percusión, así como otra, a cargo del piano, que emula las líneas melódicas que canta Leila Pinheiro.
Chula chula es un animado divertimento con guitarra, flauta y percusión que Hime canta con el cantante de Recife Lenine. Finalmente, Infinita es una bella y reflexiva composición que Francis interpreta junto a su mujer, en la que se cavila sobre el paso del tiempo. Se oyen, en esta ocasión, tanto la guitarra como el piano. Ni que decir tiene que la complicidad del matrimonio es evidente y hermosa.
Não navego pra chegar es la clara demostración de que Francis Hime sigue en plena forma. El disco es variado, abarca temas diversos, tanto en lo lírico como en lo musical. Además, le honra al de Rio de Janeiro cederle tanto protagonismo tanto a gente sobradamente consolidada (Lins y Caymmi), como a artistas menos conocidos (al menos, fuera de las fronteras del país de Jobim y João Gilberto). El trigésimo cuarto trabajo del cantautor incluye ritmos muy ricos y armonías complejas... Brasil, en definitiva.