DTG

DIVORCE 

DRIVE TO GOLDENHAMMER 

Gravity/Capitol 

Nota: 4 

Comentario: 

El nuevo trabajo de la banda británica Divorce es complicado de enmarcar en cuanto a géneros. Destaca, para mal, el indie, por aquello de esos excesos incoherentes que siempre se permiten en dicho ámbito por el motivo que sea. También están presentes el rock alternativo y, en un par de ocasiones, la balada (alguien decidió que se podía considerar un género), que conforman los momentos estelares, como escribiría Stefan Zweig, del disco. El resto es un compendio difuso de músicas escandalosas que eclipsan inevitablemente las letras. Si bien éstas no destacan por su brillantez ni su lirismo, alcanzan momentos nada desdeñables en las que tienden a la alegoría y a la narrativa.  

Antarctica es un tema desenfadado compuesto por batería, probablemente secuenciada, guitarra eléctrica y acústica, y coros en el estribillo. La voz, por su parte, está doblada. En conjunto, a pesar de que la letra no funcione plenamente en su narración, está bastante bien. En Lord se compaginan dos guitarras eléctricas, una con chorus de rate muy rápido y otra que hace unos bendings vagos sobre la rítmica de la anterior. La batería esta vez parece analógica y dos voces, una masculina y otra femenina, se encargan de la parte vocal. La letra, pretendidamente sardónica, se pierde a ratos por la saturación de las guitarras en el estribillo. Fever pitch habla sobre una pelea y una posible reconciliación que está por concretarse. A los elementos musicales anteriormente mencionados se les añade un teclado.  

Karen es una crítica a las mujeres blancas estadounidenses de mediana edad que son exigentes con quienes les atienden en un comercio. En el país de las barras y las estrellas, de hecho, las denominan así, bajo ese nombre (ser una Karen). Empieza con acoples, la guitarra con chorus y el sintetizador. Luego suena la voz de la cantante y la batería se agrega en el estribillo. En el minuto final se descontrola de volumen e intensidad hasta niveles desagradables. Jet show supone otro caos incómodo de escuchar, sobre todo por el riff de la guitarra eléctrica y el bajo. Parachuter consta de dos voces acompañadas por la batería y la guitarra eléctrica, cuyo riff está construido con cuartas, en eso se nota el rock clásico. La letra, además, es bastante rescatable una vez asimilada. Finalmente, suena de nuevo el teclado, que hace algunos arreglos. All my freaks versa sobre las amistades marginales. Los instrumentos son los acostumbrados y tal vez le sobre el break tan drástico a modo de puente.  

En Hangman vuelve a destacar la letra por encima de la música, que trata de la autocrítica y la búsqueda de apoyo en una relación. Pill tiene una rítmica secuenciada y algunos efectos electrónicos. La voz, con reverb, relata, arropada por sintetizadores, la dependencia emocional de una persona hacia otra, asimilándola al efecto de una droga. Interesante enfoque, aunque los sonidos nos despisten. Old broken string es una meritoria balada que inicia con un órgano. Poco después éste es sustituido por un piano que sonará hasta el final de la misma. Esta vieja cuerda rota es una melancólica reflexión, en contraste con el resto de pistas, sobre algo a lo que nos aferramos, a pesar de que ya no funcione o esté dañado.  

Where do you go explora la inestabilidad mental del protagonista. Musicalmente es extraña, tanto por el tratamiento de la voz, el ritmo y los sonidos que se oyen. Habrá a quienes les moleste y, por supuesto, existirá el caso contrario. Mercy es el corte más visual de los 12 presentes. Nostálgico como el décimo, describe imágenes -que se van tornando oscuras- en torno al amor y el conflicto. Está cantado a dos voces, con tan sólo la percusión y una guitarra acústica como acompañamiento. Gran propuesta, no obstante, le hubiera ido bien algo más de variedad y contrastes.  

En definitiva, Drive to goldenhammer es un disco fallido, con fragmentos y canciones muy destacables, que, aun así, no consiguen salvar la totalidad del álbum. Todo es mejorable, desde la ecualización hasta la lírica. En el terreno musical, los pastiches que intentan conjuntar no funcionan casi en ningún momento. Lo único que se consigue, en ese sentido, es opacar los deslucidos versos.  

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