Serie histórica donde las haya, los Tudor, creada por Michael Hirst, y nominada a los Emy, muestra la vida del monarca Enrique VIII de Inglaterra, protagonizado por el guapísimo Jonathan Rhys-Meyers.
Muestra la realidad de la Corte del siglo XIV, la rivalidad entre los países existentes, las reuniones de estado y los consejeros reales, así como la forma en que se redactaban y firmaban los tratados internacionales, en lujosas reuniones de reyes, construyendo castillos sólo para estas ocasiones, donde se firmaban los convenios y tratados, que luego se rompían con cualquier excusa, eso sí, siempre con el beneplácito papal.
Es una serie que muestra el poder de la Iglesia Católica en esta época y como fue introduciéndose el anglicanismo en Inglaterra así como las reformas religiosas que ello provocó, todo favorecido por un Rey que se encapricha de una mujer Ana Bolena y solicita un divorcio insólito al Papa.
Una serie rápida, amena, con unos paisajes inmejorables y una estupenda fotografía, que se centra en la vida amorosa de un monarca, que tuvo 6 mujeres y no engendraba un hijo varón, y por lo que se hizo famosa una dinastía que comenzó con Enrique VII y terminó con Isabel I.
Mi personaje favorito sin duda Tomás Moro, uno de los grandes humanistas de su tiempo que lucha por un idealismo que ni hoy en día hemos llegado a conseguir, criticaría la falta de parecido de los actores con los personajes reales, ya que Enrique fue un hombre bastante feo, y obeso, y las reinas que estuvieron a su lado tampoco fueron muy agraciadas, si demuestra por el contrario que una mujer no tenía nada que hacer o pensar, más que tener hijos y agradar. Una serie para disfrutar.
