Ir al cine a ver una película donde nadie ha escrito nada malo, y poco menos es la nueva Matrix puede llegar a ser muy peligroso, tus expectativas están demasiado altas.
Origen (Inception) es un largometraje dirijida por Christopher Nolan director de grandes largos como “el caballero oscuro” o la excelente “Memento”. En sus películas predomina la pérdida del control sobre la variable tiempo, como demostró en “Insomnio” esa película en el que vimos a un Robin Williams como nunca lo habíamos visto.
Esta vez la ideas de Nolan las ha llevado al extremo y ha generado un escenario donde Dom Cobb (Di Caprio), es un reputado ladrón de ideas, conceptos o información confidencial , pero donde roba es a través de tus sueños, una auténtica paranoia surrealista que consigue por momentos confundir al espectador y no saber si estás soñando o estás despierto.
La construcción de la película es simplemente fantástica, obteniendo así un comienzo vertiginoso, donde si parpadeas te lo perderás. La fase de presentación de todos los enseres y protagonistas que van a formar parte de la aventura recuerda mucho a películas como Matrix, aderezado con “el Golpe”. (Sí lo que oyen).
Pero donde la trama y el desenlace quedan a la altura de cualquier superproducción, convirtiendo la última hora y media de la película en un loop inacabable con la misma idea una y otra y otra vez. Y donde parecía que íbamos a obtener una idea realmente novedosa hemos obtenido un refrito comercial de muchas películas que si fueron revolucionarias en su día como Matrix, The Game o Existenz.
Lo mejor de la película los desafíos a las leyes físicas tal y como lo conocemos, lo peor, tener que aguantar la el final con un Di Caprio que demuestra que o no sabe o no quiere.