Headhunters Cartel1

Título: Hodejegerne (Headhunters)

Año 2011

Duración 98 min.

País Noruega

Director Morten Tyldum

Guión Lars Gudmestad, Ulf Ryberg (Novela: Jo Nesbø)

Música  

Fotografía RJohn Andreas Andersen

Reparto Aksel Hennie, Synnøve Macody Lund, Nikolaj Coster-Waldau, Joachim Rafaelsen, Gunnar Skramstad Johnsen, Lars Skramstad Johnsen, Signe Tynning, Baard Owe

Productora Nordisk Film / ARD Degeto Film

Valoración 7

Notable film noruego el que se ha colado en, cinematográficamente hablando,  este poco estimulante estío 2012. Sólo dos films han podido elevarse por encima de esta mortificante mediocridad estival,  toda ella bien sudada a goterón sanguíneo ya sea desde espesos sobacos impíos (LOS MERCENARIOS 2, ROCK OF AGES), ya sea  desde  perfumes caros que no estuvieron a la altura de la categoría de su marca (EL CABALLERO OSCURO: LA LEYENDA RENACE, PROMETHEUS): nos referimos a la gratísima BRAVE (INDOMABLE) y, fundamentalmente, a ELENA, la última obra del maestro ruso Andrei Zvyagintsev.  

No a la altura de estos dos, insistimos, pero brindando una nada despreciable lección de riesgo y firmeza narrativa, hay que vindicar, por tanto, el hallazgo turbio e insospechado de HEADHUNTERS, de Morten Tyldum. El film es la adaptación cinematográfica de una novela prestada por el talento de Jo Hesbo, uno de los puntales del aún muy exitoso suspense literario escandinavo. Obviamente, el recuerdo de la operación cinematográfica pergeñada al calor multitudinario de la saga “Milennium”, de Stieg Larsson asalta de inmediato. Sin embargo, dejando aparte el férreo remake norteamericano ejecutado por David Fincher, hay que congratularse con esta propuesta,  porque el vigor narrativo impuesto por Tyldum dista mucho de equipararse a la genuflexa y acartonada  irrelevancia  con la que fueron despachadas las traslaciones a pantalla grande del voluminoso material original de Larsson.

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La película es un curioso ejercicio en el que se entrecruzan con muchísima precisión  dos estrategias estructurantes, dispuestas por un impecable y osado guión: una, la implicación de un tejido argumental atiborrado de acontecimientos y sobresaltos; dos, la adhesiva observación del omnipresente personaje central, involuntario elemento desencadenante de esta complejidad mencionada. No resulta nada baladí, en consecuencia, que el conjunto de los hechos esté narrado en primera persona, o que sea la voz en off del protagonista el primer detalle sonoro que se le sea dispuesto a la atención del espectador. 

HEADHUNTERS nos presenta a Roger Brown, un cazador de talentos empresariales, que, con el fin de acumular el dinero necesario para sostener su excesivo tren de vida, se dedica a robar valiosos cuadros originales. El embrollo del film parte, precisamente, de que uno de esos planes no sale como él espera. Como en todo buen film de intriga que se precie, un acontecimiento imprevisto asumirá el papel de fisura gracias a la cual comenzarán a sucederse un continuado caudal de oscuras y apremiantes acechanzas. Brown es una moderna y machacada revisitación del clásico  “héroe a su pesar” (el personaje de Cary Grant en CON LA MUERTE EN LOS TALONES, de Hitchcock, sería uno de los patrones más eméritos) por cuanto es un personaje que parte con muchas luces oscuras y, sobre todo, por cuanto la trama lo flagela hasta inusitados y vejatorios extremos.

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Lo estimulante de este recomendable ejercicio es lo bien armonizados que se hallan en pantalla la dificultad y la exigencia de un rebuscado guión y el pulso preciso que el realizador dirime para que la tupida, rocambolesca y voraz trama diseñada por el primero quede exhibida, frente a la retina del espectador, con tanta nitidez como malestar. La dosificación de las claves de la intriga y de la información ofrecida al espectador está resuelta con nervio y no poca elasticidad. Tyldum  muestra una férrea coherencia en la decisión de que el espectador y el personaje central  manejen al unísono el conocimiento de las claves que organizan los hechos.

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Las inclementes peripecias que le toca solventar a Brown rozan en algún momento lo inverosímil, pero Tyldum demuestra una paciente solidez contemplativa en las  encrucijadas más difíciles. Estos reconocibles pasajes exprimidores de la credibilidad (el “camuflaje” en la letrina, el accidente policial, etc.) están incrustados en el relato a sabiendas de su dificultad. De ahí que el descaro en exponerlos juegue a favor de esa agitada contienda de cazador y presa sobre la que se sostiene el fluido de acontecimientos. El film desprende una irónica negrura muy sutil, pero con fogonazos apuradamente malsanos como el destino del perro que agobia al protagonista en un granero.

En ese sentido, la mirada saltona, angustiada y viscosa que presta un excelente Aksel Hennie le viene al realizador como ratoncito despistado  a serpiente hambrienta. Tan evidente facultad para escudriñar en el tormento triturador en el que se enlodaza sin querer las peripecias delincuentes de ese acomplejado con obsesivas ansias de apariencia que es, en el fondo, el malhadado protagonista. HEADHUNTERS se revela como un ejercicio modesto, vibrante, algo efectista, enrarecido hasta el dolor,  al que vale prestarle una atención. La algarabía de su rompecabezas está rematada impecablemente.  Un nórdico entretenimiento para nuestros nervios. No es poco.

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