Hotel Transilvania Cartel Copy

Título: Hotel Transylvania

Año 2012

Duración 91 min.

País USA

Director Genndy Tartakovsky

Guión David I. Stern, Dan Hageman, Kevin Hageman

Música Mark Mothersbaugh

Fotografía Animación

Reparto Animación

Productora Sony Pictures Animation

Valoración 6

De agradable sorpresa podemos catalogar la llegada de un film de las características de esta di simpática HOTEL TRANSILVANIA.  Sin llegar a la maestría de la Pixar, las empresas competidoras están consiguiendo concretar una serie de productos a los que las ansias por emular la categoría y los éxitos comerciales de los creadores de TOY STORY está espoleando hacia la consecución de nuevos y mejores parámetros artísticos. En el género del cine de animación ya no vale cualquier cosa. La Sony Pictures, mediante este film que ha recaudado más de 43 millones de dólares en su primer fin de semana de exhibición, demuestra que ha asumido con mucha seriedad esta máxima.

Un Drácula  reconvertido en ejemplar y  sobreprotector padre de su hija Mavis,  trata por todos los medios que ésta cese en su empeño de emprender su propia vida lejos del Hotel Transilvania, el prodigioso complejo hostelero en el que ellos viven y al que  acuden anualmente con ganas de diversión y asueto un buen número de míticos clientes terroríficos.  El vampírico papá, utilizando tretas inimaginadas por su hija, va logrando su objetivo. Sin embargo, la inesperada visita como huésped de un mochilero trotamundos pondrá en solfa la maquinada estrategia paterna. 

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La película se hace fuerte, fundamentalmente, por el irresistible gracejo con el que están pincelados la populosa cantidad de monstruos y criaturas pertenecientes a los clásicos más importantes del  género del terror. A tal efecto, no cabe más que tildar de arrollador el primer tercio del film.  En él, se nos presentan a esa multitud de eminencias de la oscuridad, del susto y la sangre, todas ellas reconducidas a una versión paródico-infantil de sí misma. Lo más estimulante de la función es que este tratamiento no está concebido para una simplificación degradante y blandengue de la misma, sino que está resuelta atendiendo a un hilarante sentido del humor, siempre embarcado en un ritmo cómico vertiginoso, mordaz y entusiasta.

Durante todo ese tramo, la película es un auténtico tsunami de pequeños detalles cómicos, todos ellos pícaramente acoplados a la personalidad en cuestión. El hombre lobo harto de sus adrenalíticos vástagos, la carencias cerebrales de Frankenstein, la llegada del hombre arena, las brujas como ejército de eficaces limpiadoras, el jefe de cocina Quasimodo, los zombies esbirros, de justas entendederas: la velocidad en la exhibición de esas pinceladas paródicas permite que asistamos a una amena función de desenmascaramiento de personalidades clásicas.

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La incesante acumulación de personajes y el acontecimiento festivo que los congrega –la fiesta cumpleaños que el conde organiza para Mavis-, unido al hecho de que la mayoría de aquellos  nos sean presentados desde una consciente longevidad, provoca una amable perspectiva global. Quizás ese sea el defecto más notorio del film: el afán ternurista que impone la observación de todos los avatares adscritos al núcleo central del relato. La película, quizás, evidentemente, por el destinatario comercial para quien está concebida, no aprovecha la convocatoria de tan lúgubres componentes para imponer un tratamiento un poco más avieso que el logrado. El conflicto paterno-filial fagocita con demasiada preeminencia las posibilidades de una crueldad posible, que es evitada a toda costa. El último tercio del film es notoriamente inferior a su planteamiento. La importancia dada al personaje del humano llamado a ser el objeto del deseo de Mavis resta la influencia en el conjunto de los, en principio, malignos invitados al hotel.

En definitiva, un film entretenido, de notable factura técnica, encaminado sobre un impecable ritmo narrativo, cuyo mayor defecto es la notoria falta de ambiciones que le cercena un logro perversamente superior. HOTEL TRANSILVANIA no insulta a las criaturas que emplaza, pero tampoco les saca todo el partido posible.  Se queda tan lejos de la simplona intrascendencia de LAS AVENTURAS DE TADEO JONES, como de la perspicaz pericia evocativa del género que Tim Burton ha conseguido insuflar en su notable FRANKENWEENIE

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