Título original: Dawn of the Planet of the Apes
Año: 2014
Duración: 130 min.
País: Estados Unidos
Director: Matt Reeves
Guión: Rick Jaffa, Amanda Silver, Mark Bomback
Música: Michael Giacchino
Fotografía: Michael Seresin
Reparto: Andy Serkis, Jason Clarke, Gary Oldman, Keri Russell, Toby Kebbell, Kodi Smit-McPhee, Enrique Murciano, Kirk Acevedo, Judy Greer
Productora: 20th Century Fox / Chernin Entertainment
Nota: 7
Interesante y curiosa, la filmografía de Matt Reeves asume el riesgo de mantenerse firme en el terreno de la relectura, la secuela o el remake. El autor de la –incomprendida y notable- versión norteamericana de esa obra maestra del cine de terror contemporáneo que es DÉJAME ENTRAR, del sueco Tomas Alfredson, parece sentirse muy cómodo aceptando proyectos que surgen al amparo de éxitos precedentes. La presente EL AMANECER DEL PLANETA DE LOS SIMIOS viene a confirmar la seriedad con la que asume este reto profesional que la mayoría de profesionales hollywoodienses asumen como mera facturación exprimitoria de uno de aquellos.
Hace tres años Rupert Wyatt, mediante EL ORIGEN DEL PLANETA DE LOS SIMIOS, era capaz de estimular un impecable acercamiento a uno de los clásicos de la ciencia ficción de los años sesenta, EL PLANETA DE LOS SIMIOS, de Franklin J. Schaffner, título que había sido víctima de una evidente degradación en las cuatro posteriores secuelas firmadas hasta el año 1973 y de una infausta remodelación perpetrada por el título que, sin duda, marca el lastimoso declive de Tim Burton. Wyatt, lejos de intentar un remake al uso, proponía una precuela que situaba su autonomía narrativa en los hechos anteriores a la trama argumental desarrollada en el film original protagonizado por Charlton Heston. Esta aportación dirimía un hallazgo magnífico que se convertía en la causa principal del fuste, la garra, la singularidad y el atractivo de ese viraje hacia el origen: la gestación, el contacto y el descubrimiento de la furia de un personaje tan grandioso como el simio César.
Desde ese punto de vista, cabe decir que la operación emprendida por Reeves en esta EL AMANECER DEL PLANETA DE LOS SIMIOS no desmerece en modo alguno con respecto a la anterior porque tiene muy en cuenta tanto la importancia de ese personaje como el hecho de que éste ya no puede reportar la sorpresa aprovechada en el precedente: el espectador que acude a esta secuela conoce de sobra las características que deslumbraron en 2011. El guión del film que ahora nos ocupa urde su estimable entramado de acontecimientos siendo consciente de esta salvedad, de ahí que desde muy pronto intente proponer una serie de elementos que le reportan la mayor parte de sus logros al disponer que el reencuentro con la figura de César no sea, obsesiva y pacatamente, el único polo de interés sobre el que va a gravitar el film.
La primera de estas nuevas disposiciones tiene que ver con la demarcación espacio-temporal elegida para encuadrar la historia. Un efectivo prólogo apuntala la aniquilación humana que principiaba en la conclusión de EL ORIGEN DEL PLANETA DE LOS MUERTOS. Rápidamente, mediante una espléndida secuencia inicial desarrollada en un ambiente forestal que no va a ser abandonando en todo el metraje nada más que en momentos muy puntuales, se le apercibe al espectador de dos ideas fundamentales: primero, han transcurrido diez años con respecto al final del episodio anterior; segundo, la evolución de la inteligencia de los simios es más que evidente. La capacidad de César ha generado un grupo animal bien organizado, capaz de establecer diálogos entre ellos, de escribir, de asentarse como tribu y de defenderse como grupo. El meollo narrativo principal lo generará la aparición de un grupo de humanos supervivientes a la gran pandemia que viven ocultos entre los restos de la ciudad de San Francisco y que necesitan poner en funcionamiento una presa que hay justo al lado del asentamiento en el que se hallan establecidos los simios. Los recelos entre los dos bandos no tardarán en producir conflictos, traiciones y violencia.
Producto consciente en todo momento de su naturaleza de transición y por lo tanto episódica (nos hallamos frente al segundo capítulo de una trilogía), EL AMANECER DEL PLANETA DE LOS SIMIOS asume este menoscabo con una honestidad no muy frecuente en producción de similar contingencia. Reeves apura con eficacia varias ideas escénicas de partida: la prestación de los parajes selváticos y de los urbanos completamente derruidos pero cubiertos de un espesor forestal tan frondoso como desesperanzador, una cierta estructura de western emplazada por detalles como las luchas a caballo, como las incursiones en territorio enemigo o como el aire de fuerte asaltado que tiene el recinto en el que se esconden los humanos (de alguna forma los simios simulan indios tratando de defender su espacio de la amenaza del hombre blanco y de sus armas), y el cuidado tanto en la mostración de la violencia (primacía del cuerpo a cuerpo que brinda el protagonismo de las criaturas animales) como en la justificación de la misma.
Con todo, hay un apartado contra el que la habilidad escénica de Reeves nada puede hacer y que deviene el mayor lastre de toda la impecable función: la exigua entidad con la que vienen ornamentados todos los humanos. El afán por establecer una simetría de conflictos en ambos bandos lleva a la convocatoria de personajes tan mal desarrollados como el hijo de Malcom o sus ayudantes en la expedición hacia la presa. Más aún si tenemos en cuenta que para tratar de no agotar en demasía la figura de Cesar, el guión sí tiene la soberbia habilidad de situar frente a éste la figura del que, sin duda, es el mejor personaje de toda la película: Koba, ese simio conflictivo, que no olvida la escabechina que los humanos cometieron con su cuerpo (esa cicatriz en la cara) ,que es leal a su señor, pero que no es capaz de asimilar su trato condescendiente y tolerante para con el grupo de humanos que llegan a su reducto.
De factura técnica irreprochable, narrada con un sentido del ritmo efectivo, indesmayable, atento tanto al desarrollo de la acción encuadrada como al detalle descriptivo dentro de la misma, EL AMANECER DEL PLANETA DE LOS SIMIOS alcanza el más señero de sus objetivos: mantener el nivel del film del que es deudora y, sobre todo, crear no pocas expectativas de cara al que tendrá la misión de cerrar esta digna trilogía creada al albur de un imprescindible clásico.