Título original: Churchill
Año: 2017
Duración: 110 min.
País: Reino Unido
Director: Jonathan Teplitzky
Guion: Alex von Tunzelmann
Música: Lorne Balfe
Fotografía: David Higgs
Reparto: Brian Cox, Miranda Richardson, John Slattery, James Purefoy, Julian Wadham, Richard Durden, Ella Purnell, Danny Webb, Jonathan Aris, George Anton, Steven Cree, Angela Costello, Peter Ormond, Suki Waterhouse
Nota: 0
Temible, siempre temible el género del biopic. Las películas basadas en la exposición biográfica de la vida de un personaje famoso suelen ser pasto de esa morrrocotuda pereza creativa que es el lugar común, el emplazamiento de lo esperable, lo socorrido como único argumento. Planteadas como una retahíla de compromisos previos, la mayoría de estas muestras fílmicas suelen sucumbir a un represivo tono laudatorio con respecto al personaje que deciden someter a escudriñamiento. Este peaje de genuflexiones pasa, cómo no, la factura de la voluntad crítica incomodadora, indagante, ninguneada. Como resultado final, nos hallamos ante un ejercicio meramente cosmético, hecho la mayoría de las veces a mayor gloria del intérprete encargado de apechugar con las largas horas de maquillaje necesarias para la perfecta caracterización. Por desgracia, CHURCHILL no se molesta lo más mínimo por revelarse contra ninguno de los defectos señalados.
Más aún, cuando, al menos, este acercamiento a una de las figuras políticas más importantes del siglo XX, de partida no propone el sempiterno relato de la biografía entera del personaje central, sino que decide circunscribirse a un pasaje puntual de aquella, para, a través del análisis de esa circunstancia concreta tratar de imponer un retrato completo de la personalidad de aquel. En esta ocasión, la película de Jonathan Teplitzky nos traslada hasta uno de los momentos más angustiosos de la trayectoria política del eminente mandatario británico. CHURCHILL se circunscribe a los días inmediatamente anteriores al crucial desembarco en Normandía de las tropas aliadas, con el objetivo de empezar a dejar zanjado el devenir de la trágica 2ª Guerra Mundial. El acercamiento al personaje se propone desde el posicionamiento que el primer ministro mantuvo en esos inciertos momentos: Churchill no era partidario de esa operación militar, sabedor de que ésta iba a convertirse en una hecatombe mortal para las tropas.
El principal escollo de la prescindible función es la nula capacidad que, tanto desde el material escrito dispuesto, como de la puesta en escena pergeñada a su servicio, se establece para desarrollar la situación central una vez esta ha quedado perfectamente planteada en las primeras secuencias. Es decir, el film se empeña en exponer la negativa, la oposición, el desacuerdo del protagonista frente a la operación inminente, sin que jamás se desarrolle la tozudez de la postura, ni, sobre todo, se plantee otro conflicto dramático alternativo que pudiere enriquecer la trama abriéndola a matizaciones, claroscuros y encrucijadas complejizantes.
Se abusa de la negativa y de la reiteración de escenas del personaje enfrentado a sus opositores. No se manifiesta en momento alguno otro interés más que el de recrear las supuestas conversaciones con los eminentes militares que estuvieron a los mandos de la fundamental cita bélica, quedando estos despachados en calidad de meros bustos parlantes sin personalidad alguna, de monolíticos convidados a un combate dialéctico repetido, plano e insustancial. CHURCHILL , de resultas, sucumbe pétrea, glacial (bochornosa la repetición de secuencias en las que los militares deben dar la orden de inicio) y facilona (el discurso enaltecedor de la secretaria) a su cómoda rigidez telefílmica.