Never Rarely Sometimes

Sección: Oficial

Dirección: Eliza Hittman

Guión Eliza Hittman

Reparto: Sidney Flanigan, Talia Ryder, Théodore Pellegrin, Ryan Eggold, Sharon Van Ethen

Sinopsis: Autumn tiene 17 años. Acaba de descubrir que está embarazada. No desea tener al niño. Siendo consciente de que el entorno familiar no le va a encajar como ella quisiera esa noticia, contando con la única y abnegada ayuda de su prima Skylar, tomará la decisión de abortar sin que nadie a su alrededor sepa nada de ello.

Nota: 8.2

Comentario Crítico:

Tercer film de la realizadora norteamericana Eliza Hitman NEVER RARELY SOMETIMES ALWAYS se constituye como una abrumadora muestra de cine tan punzante como delicado. La suya es una mirada profusamente analítica y, al tiempo, pudorosamente certera, desentumecidamente atenta. Cual si de una puesta al día urbana, contemporánea y occidental de esa obra maestra del cine de este siglo que es 4 MESES, 3 SEMANAS, 2 DÍAS, del rumano Cristian Mungiu, se tratara, la película aborda el seguimiento de una joven de diecisiete años que quiere abortar.

El sesgo asperísimamente tenso y alegórico sobre el estado de corrupción en la Rumanía que acogía el periplo de las dos protagonistas del film de Mungiu, esa cruenta escrutación que éste dirimía a su posicionamiento realizador, dilatando el denso dramatismo temporal mediante un magistral empleo del plano secuencia y el off visual, da paso aquí a una puesta en escena que, como aquella, también se propone la celadora observación del itinerario al que se ven abocadas las dos jóvenes que soportan el eje central del relato, aunque, dado que tiempo, circunstancias personales y marco geográfico esgrimido son diametralmente opuestos a aquel, lógicamente se conforma distinta; eso sí, pero tan adhesivamente adecuada al relato entre manos como aquel.

Mediante un prólogo en el que queda expuesto con adecuadísima precisión el ámbito local y familiar en el que se mueve Autum ( incomprensión paterna a su modo de definirse, nula conexión con sus compañeros de colegio -la primera aparición, actuando en solitario en un festival escolar, es muy significativa-, circunscripción a un ámbito pueblerino), el film no tarda en desvelar el meollo central de su escueto entramado argumental. Autum está embarazada y ni se siente con fuerzas de exponerlo ni quiere que sus padres se enteren de su decisión de deshacerse del embrión. Solo lo sabe su prima. Con ella trazará un plan para tratar de consumar el paralizante propósito.

Lo más importante de NEVER RARELY SOMETIMES ALWAYS es la absoluta coherencia mostrativa con la que Hitman resuelve su intención de no desviar un ápice su mirada de la silente perseverancia incierta con la que Autum afronta la urgente encrucijada secreta que necesita zanjar. La observación al periplo es muy minuciosa. Siempre titilante, cortés y respetuosamente indagativa. La cámara de Hitman se somete al imperativo de no reclamar más recursos que las pequeñas acciones, los improvisados gestos, los tensos silencios, la imposible relajación que van a ir mostrando Autumn y Skylar (magníficas en su aterida y austera naturalidad asustada Sidney Flannigan y Talia Ryder).

El apego a esa gestualidad y a esas reacciones hace que la prolijidad y la linealidad con la que están expuestos todos los pasos adquiera una evidente significación intimista. Las idas y venidas, el desdibujado fondo neoyorkino, las imágenes de metro, autobuses y trenes, de algún modo vienen a contrarrestar laberínticamente la parquedad cohibida y desasosegada de Autum, evidenciando el torrente de aprensiones no expresadas que la deben anegar por dentro.

Hitman, además, evidenciando una impecable, nada superficial, capacidad de pertinencia vislumbrativa crítica salpica el relato con apuntes que ponen en evidencia la dureza de la situación desde un punto de vista social (el machismo del padre, la degradante burla de sus compañeros masculinos, el momento en clave de explotación sexual vivido en la estación de autobuses por parte de Skylar) que proceden a elevar a la tesitura por encima de la soberbia especificidad que sabe aquilatar el relato.

En este sentido no cabe sino destacar la comparativa entre los dos centros médicos que aparecen en el film: de la manipulación gazmoña, retrógrada y peligrosa del que acude Autum en su pueblo a la sensible profesionalidad del neoyorkino, en el que tiene lugar la escena más rotunda de todo el film. Esa en la que son pronunciados los adverbios que figuran en el título. Descarnada fragilidad, verdad balbuciente, pavor indefenso, quebrada necesidad de afecto, inmisericorde curiosidad protocolaria, todos ellos amalgamados con un tesón observativo de interrogatorio definitivo, púlcramente preciso, estremecedoramente inolvidable. Tal y como lo es el film en su totalidad.

 

 

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