Título original: Moonage Daydream
Dirección: Brett Morgen
Guion: Brett Morgen
Reparto: Intervenciones de David Bowie, Iman, Michael Kamen, Jeff Beck, Luther Vandross, Brian Eno, Dick Cavett, Trevor Bolder, Mike Garson
Nota: 8.6
Comentario crítico:
Existen obras que blindan su solidez explicitando de partida (y confirmando en su desarrollo) la impotencia frente a la dificultad de sus presupuestos. Desde esa confesión, desde esa desconcertante declaración de incapacidad, van tejiendo un tupida y documentada red de sospechas e intuiciones que, en manos de alguien dotado para hacer de ese caos facultad para un posible alumbramiento, logran configurar un discurso finalmente revelador y adecuado para con el comprometido empeño abordado.
Desde luego la sola idea de acercarse a la figura de David Bowie debiere suponer tener conciencia de ese abismo, de esa incompatibilidad, de ese temor a caer en fechoría. Gozosísimamente, MOONAGE DAYDREAM convierte su empresa en una experiencia que evita la semblanza para apostar por una subjetividad radiografiante, irracional, obsesiva, imprecisa a conciencia, aleatoria y, por ello, endemoniadamente certera.
Celebrado autor de la indispensable MONTAGE OF HECK, en la que ya salió victorioso en su tentativa sobre la figura de Kurt Cobain, el documentalista estadounidense Brett Morgen nos emplaza a una muy particular ceremonia indagativa sobre una de las figuras artísticas que más ha cimentado su itinerario autoral sobre la imprevisibilidad, haciendo de ella magma orgánico desde el que exceder. Si algo caracteriza a la vasta obra del autor de SPACE ODDITY es su permanencia en el desquite, en el quiebro, en la evolución inmediata y disímil.
He aquí la disyuntiva principal a la que debía hacer frente el norteamericano a la hora de acometer su tarea: ¿Cómo delimitar un perfil, cómo buscar un hilo conexo, cómo construir una estructura sobre un objeto de análisis que no ha hecho sino fértil apología de la mutación durante toda su trayectoria? La respuesta es MOONAGE DREAM, un delirio audiovisual que reniega del dato y enviste con descabellada congruencia a por el enigma de esa abolición de la coherencia creativa, en tanto que ruta sometida al corsé de lo esperable.
Hablamos de delirio audiovisual para dejar bien claro que, evidentemente, el primer mandamiento que proscribe Morgen es el de inmiscuirse en un documental al uso. Ni entrevistas a expertos, familiares o seguidores, ni voz narradora que apoye verbalmente el cúmulo de acontecimientos o usanzas inmiscuidas , ni afán hagiográfico, ni rastreo por la fidelidad biográfica, ni, sobre todo, flirteo con el más mínimo conato de relato causal propio del más temible biopic de no ficción. El film aboga por emplazar a Bowie como un misterio irresoluble, convirtiendo a la imagen cinematográfica en una suerte de barro, de fluido, de vaho indefinido mediante la cual modelar, concebir, delinear a modo de suposiciones las claves de ese quimérico jeroglífico llamado Bowie.
Primer documental hecho sobre él que cuenta con la total aprobación de la familia, MOONAGE DAYDREAM cede el peso de su visceral configuración a una trabajo de montaje sencillamente hipnótico. Al asumir que el enigma principal al que tratar de concretar es el mecanismo subjetivo desde el que el artista de Brixton pensaba sus proyectos, Morgen desestima la linealidad relatora y se embarca en un proceso de reflexión puramente audiovisual. Las imágenes encadenadas, atendiendo a la voracidad de una poética unas veces surrealista, otras extraterrestre, otras lírica, otras impotente, otras expresionista, otras abducida por la naturaleza casi fantástica del genio musical que las desquicia, difuminan la más mínima aseveración.
El film tiene naturaleza de glam rock. Es psicodélico, difuso, provocador y selectamente extraviado. Más que una proclama biográfica es una reflexión sobre la catarsis y el misterio que se alían en el germen de todo proceso creador artístico. Bowie nunca acaba convertido en presa de sus manos. Acaso porque acaba certificando que el único modo de aprehenderlo es dejando que se escurra entre ellas. La película lo gotea. Lo garabatea líquidamente. Lo precipita en conciencia de abismo y lágrima dentro de él.