Título: DAHOMEY
Dirección: Mati Diop
Guion: Mati Diop
Género: Documental
Duración 67 m.
Nota: 6
Comentario crítico:
En una ceremonia celebrada en París en octubre de 2021, Emmanuelle Macron oficializaba la devolución a Benín, el pequeño país africano, colonia francesa hasta 1960, de 26 obras del tesoro real de Abomey, capital del antiguo Reino de Dahomey, nombre del país que, a partir de 1975, pasó a convertirse en Benín.
Expoliadas a final del siglo XIX, todo ese grupo de joyas escultóricas y decorativas, han estado guardadas y expuestas en el país galo durante más de un siglo. En su discurso, el presidente galo señaló que "Francia no podía permanecer pasiva ante el hecho de que el 95 por ciento del patrimonio africano se encuentra fuera de sus fronteras. No había razón para que la juventud de Benin no pueda tener acceso a su patrimonio. Los pueblos víctimas de este saqueo no han sido desposeídos de obras de arte irreemplazables, han sido desposeídos de una memoria que les hubiera ayudado a entenderse mejor. Las mujeres y hombres de este país tienen derecho a recuperarlas".
El documental de Mati Diop arranca con la observación de los preparativos inmediatamente anteriores al traslado definitivo de esas 26 obras, acaecido en noviembre de 2021. El film se divide en tres partes. Una, la ya citada, que transcurre en Paris y toma nota del meticuloso proceso de embalaje y protección de todo el envío. Otra, que describe su llegada al museo habilitado en Benin para su exposición definitiva; y finalmente, la dedicada a sintetizar un agrio debate a propósito de lo que suponía este acontecimiento, habido entre estudiantes de la Universidad de Abomey-Calavi. El posicionamiento de la cámara es sencillo, de neutra cautela notarial. Diop parece privilegiar una mirada periodística, en la que no se da cabida a ningún tipo de material más allá del rodado por ella.
De modo más que discutible, Diop toma dos decisiones expositivas que dan al traste con las interesantísimas posibilidades de un asunto tan candente, aplazado y afrentoso como el de hacer justicia definitivamente al saqueo colonizador europeo. La primera de ellas, contraviniendo la aséptica nitidez de la mostración milimétrica de los comentados preparativos, utilizar una voz en off que se arroga el derecho de expresar los pensamientos de una de las tres estatuas del tesoro. Se antojan redundantes, explicativas en exceso e impostadas, sobre todo atendiendo a la desmedida veracidad que irrumpe en la última parte.
En segundo lugar, despachar de modo asaz superficial el formidable material reflexivo que aporta la discusión entre los estudiantes, que es el núcleo observado que genera de modo espontáneo y complejizador ese brío exclamativo, veraz y personalizado. Sabe a poco el tiempo dedicado a esta reunión en la que se percibe en todo momento el buen trabajo hecho en la elección de las intervenciones escogidas. El film esquilma un ahondamiento en unos puntos de vista sensibles, bien documentados, expresadores con causa de un malestar colectivo: el de, tras la noticia de la devolución, la consciencia de haber sido víctimas de una incautación que va mucho más allá de la riqueza artística cambiada de continente: se trata de un robo cultural, un atraco a la historia misma, un hurto identitario, una rapiña a la memoria colectiva, necesaria para que la colonización social rematara el proyecto iniciado con la colonización geográfica.
En el nulo ahondamiento de las muy meridianas, encontradas entre sí y nítidamente expuestas valoraciones, DAHOMEY ve achicada la magnitud de su pretendida y muy necesaria denuncia. Un film importante por el hecho convertido en objeto de denuncia, pero al que parece pesarle en demasía la responsabilidad de su cometido.