Llenazo en Berlín para ver a Teenage FanClub. Noche muy fría y despejada en la capital germana, mas la amplia coquetería estilosa del Columbia Theatre no tardó un segundo en reivindicar su cómoda calidez, en calidad de butaca perfecta dentro de la que embutirse para escuchar a estos escoceses eternamente primaverales, eternamente frescos, eternamente impecables. Pero, vamos, a la sala llegaba frío el que quería, porque sobraban los motivos para entrar con el tono ya cogido, dada la proximidad a aquella (una parada de metro nada más) de una de las esquinas incuestionables del manducaje callejero berlinés; esa en la que, juntos se hallan el Curry 36, templo de la currywurst & beer, y el Mustafa, sin lugar a dudas el mejor donner kebab de pollo de toda la ciudad. Quien esto escribe optó por la primera, porque en el segundo había cola. Si no, pleno al dos.
A las 21: 00 en punto comenzaron a cumplir con entusiasta soltura su cometido de teloneros la joven banda canadiense Foreign Diplomats, un grupo de amigos que, desde el 2010, tras encontrar el nombre con el que bautizarse en un aeropuerto, no han cesado de escalar reconocimiento crítico en su país de la mano de un enérgico, vibrante, muy bien trabajado indie rock, que ellos mismos confiesan estar encantados de practicar. Desde luego, lo demostrado en el Columbia Theatre berlinés los avala como un grupo al que cabe augurarle un largo recorrido, pues suenan ansiosamente sólidos, salen a por todas, y evitan con franqueza la tentación de delirio alguno. Se ciñeron a las composiciones de su PRINCESS FLASH y lograron no pasar desapercibidos con temas como “Lies (of November”) o “Drunk Old Paul”.
Tras ellos, lógicamente, la cita con la experiencia personificada, con la desenvoltura veterana y fluida, con la fecunda serenidad de esa institución imprescindible que son TEENAGE FANCLUB. Dada semejante trayectoria y el curtidísimo recorrido frente al público, ni los escoceses tienen ya nada que demostrar encima de un escenario, ni quienes asisten a escucharlos esperar otra cosa que no sea la ávida, entereza desde la que plantean siempre sus citas. Como cabía esperar, la berlinesa se sometió a este despreocupado imperativo. No fallaron. Los creadores de SONGS FROM NORTHERN BRITAIN ejecutaron una emotiva declaración de principios. Peinan canas, arrugas y dioptrías, pero nada de ello es óbice para que decidieran tirar por ese sedoso camino del medio que es el puro disfrute del oficio. Claro está, el sedoso camino del medio se convierte en autopista hacia el entusiasmo cuando el oficio acumulado en las articulaciones de las manos es tanto, tan fluido y de tantísima clase.
La velada, contra pronóstico, no resultó ser un mero proponer su último trabajo publicado, el magnífico HERE (hubo que esperar hasta el tercer tema de la noche para que sonara “Hold On”), dado a conocer el pasado 2016, que les ha vuelto a poner en la primera línea del panorama musical actual, acaparando magníficos comentarios críticos, tras seis años sin deparar material nuevo. La gira presente parece planteada con un nítido afán retrospectivo, en el que, sobre todo, hipnotiza la fluidez con la que suenan canciones de etapas tan diversas como las que definen los tiempos de THIRTEEN, GRAND PRIX, el citado SONGS FROM NORTHERN BRITAIN, MAN MADE, o HERE. Desde ese punto de vista, esta decisión de Norman Blake, Gerard Love, Raymond McGinley y compañía no puede más que agradecerese.
Esto es así, porque el concierto tuvo un emotivo sabor anacrónico. La relectura de todos sus temas pasado se haya definida por la calidez que desprende la banda en la actualidad, por la trabada armonía de delicadezas y discreciones con las que está concluido su noveno disco de estudio. Ajenos a el cúmulo de investigaciones y radicales adentramientos por los que se mueve la mayoría de coetáneos, el directo de TEENAGE FANCLUB sabe a estancia con chimenea a fondo, a lingotazo balsámico tras día jodido en el curro, a susurro en terraza de boulevard. Imbuidos en esta placidez reconfortante, allí pudimos ir disfrutando de ese continuo cambio de batuta cantante que fueron acometiendo los tres integrantes mentados anteriormente. “Start Again”, “I don`t Want control of You”, “It`s all in my Mind”, “Ain`t that Enough”, “Dumb, dumb, dumb”, “The Darkest Part of the Night”, hasta un total de 19 temas fueron enhebrándose uno tras otro sin que el calorcito apetecible se escapase por entre las costuras a esta privilegiada banda de sastres del buen gusto musical. Tres bises como tres puntadas con hilo remacharon el modelito. Norman Blake dijo que acababan con el primer tema de su carrera, “Everything Flows”. A estos tipos les encanta volver a empezar. Y a nosotros escucharles el retorno a esa esencia renovada que exhiben de tan pulcra y desinhibida forma.