La Deuda Portada

Título original The Debt

Año 2011

Duración 114 min.

País USA

Director John Madden

Guión Assaf Bernstein, Jane Goldman, Ido Rosenblum, Peter Straughan, Matthew Vaughn

Música Thomas Newman

Fotografía Ben Davis

Reparto Sam Worthington, Jessica Chastain, Marton Csokas, Helen Mirren, Tom Wilkinson, Ciarán Hinds, Jesper Christensen

Productora Marv Films / Pioneer Pictures

Valoración 5.5

El realizador británico John Madden alcanzó la gloria en el año 1998 gracias a un film, cuyo encanto era muy superior a la virtud que aparentaba poseer. Era uno de esos productos, en los que los ingredientes aglutinados permitían a la totalidad un lustre convencedor, lucido, competentemente administrado. Una cuidada apariencia que, no obstante, era incapaz de atenuar una ligera sensación de contrariedad: esa sospecha que se cierne sobre un hecho artístico, cuando deja entrever que su enjundia hubiera sido mayor de haber estado a recaudo más arrojado y apurador de otras manos.

La obra en cuestión fue la exitosa SHAKESPEARE ENAMORADO. Tras ella, la sospecha mutó en malaventura, pues a la fatalidad de un disparate como LA MANDOLINA DEL CAPITÁN CORELLI le siguió la confirmación de la teoría; la gravedad dramática que acumulaba un texto como el dispuesto en LA VERDAD OCULTA volvía a ver atenuado su aliento, debido a esa facilidad para no rematar la jugada. Con la presente LA DEUDA, Madden demuestra que no sabe evadirse de esa meliflua eficacia. Vuelve a merodear con astucia una presa que, a la postre, aún bien acorralada, deja escapar.

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Adaptación de una homónima cinta israelí, LA DEUDA teje una interesente madeja histórica, vehiculada en dos tiempos bien distintos. El Berlín Oriental de los años sesenta y el Israel de 1997. El nexo argumental que los pondrá en relación son unos hechos acaecidos en la capital germana, cuando el MOSAD (servicio de Inteligencia Israelí) tuvo conocimiento de que allí vivía oculto, ejerciendo de ginecólogo, una de las bestias nazis asesinas más buscadas: Dieter Vogel, el cirujano de Birkenau, genocida responsable de miles de horrendas muertes en aquel campo de concentración.

La estrategia estructural privilegiada, pronto lo descubre el espectador, es una siempre ordenada cadena de flash-back, hecha detonar por la publicación de un libro biográfico, escrito por la hija de una de los tres agentes a los que se infiltró en territorio alemán para darle caza. La incomodidad con la que esta mujer (Rachel) acepta la hagiografía hace suponer que el escrito no le causa felicidad alguna. El suicidio de uno de sus dos compañeros, al ser requerido por el otro, advierte de que la verdad oficial ensalzada en la obra dista mucho de ser la auténtica.

El film, por lo tanto, navega entre dos coordenadas temporales: la que narra los hechos acaecidos durante la misión y la que los retoma treinta años más tarde, cuando, de súbito, una revelación convoca a los tres antiguos agentes muy a su pesar. Tanto el arranque de la historia más actual, como la descripción de las vivencias en el pasado hacen de LA DEUDA un film muy prometedor. Madden se emplea a fondo en la delineación de los personajes y acierta a hurgar en ellos, haciendo que el vehículo de ese perfilamiento sea la toma de contacto con el perverso criminal.

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Los tres jóvenes irán desvelando firmeza, miedo, asco, fragilidad, horror e impaciencia según avanza la concatenación de hechos. Madden logra capturar la asfixia que la convivencia en un piso, juntos los cuatro, acarrea. El ogro dará muestras de su aviesa sagacidad manipulatoria. Las escenas de interior están pergeñadas atendiendo a la malsana influencia de su presencia capturada y provocativa. LA DEUDA no cae en maniqueísmos, sino que se esfuerza por el retrato de unos seres condenados a una convivencia que detestan, y que, por distintos motivos, todos desean concluir cuanto antes. Mucho más que la acción exterior, el film rinde cuentas a la tortura interna de los personajes que retrata.

Cabe destacar, a tal efecto, que los mejores momentos de ese cara a cara con la bestia son los que atañen a la Rachel del pasado. En las escenas que comparten juntos, tanto en la consulta, como en el piso, queda exhibida con bastante sutilidad la diferencia de caracteres habida entre ambos. La inteligencia morbosa, inquietante y plácida del nazi contrasta con el nerviosismo desconfiado, al límite, de ella. Jessica Chastain, la actriz que la incorpora, revela una contenida implicación, cargada de matices, gracias a la cual su personaje se apodera de toda la función.La_deuda_3

Ahora bien, el film pierde mucho fuelle en su desenlace, pues este sucede en el presente desde el que parte la historia. El guión padece un flagrante desequilibrio: el retrato de los personajes, ya mayores, carece de la garra prestada a su oscuro pretérito. Queda muy evidente que, una vez revelado el hecho que los vuelve a unir, la película exige una serie de explicaciones que no tiene tiempo de darse. El celo descriptivo con el que se había cercado la peripecia crucial del pasado desaparece en la contemplación de los hechos más presentes.

De resultas, LA DEUDA deviene un film molestamente irregular, en un tercio final que, además, está avanzado a su conclusión haciendo mediar un confuso atropello, que deja en el espectador una insatisfacción no albergada durante buena parte de su metraje. Madden, como ha quedado expresado al principio, vuelve a acreditar esa bisoñez que ha caracterizado su obra hasta el momento. La película es digna, cuando sabe augurar una excelencia que, finalmente, le es arrebatada por una flagrante falta de cálculo dramático.

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