Repulsion Polanski Portada

 

Título original Repulsion

Año 1.965

Duración 124 min.

País U.K

Director Roman Polanski

Guión Gérard Brach & Roman Polanski

Música Chico Hamilton

Fotografía Gilbert Taylor (B&W)

Reparto Catherine Deneuve, Ian Hendry, Patrick Wymark, John Fraser, Yvonne Furneaux, Valerie Taylor, James Villiers, Helen Fraser, Renee Houston

Productora Columbia Pictures

Valoración 9


Primera de la llamada “Trilogía del apartamento” (junto con LA SEMILLA DEL DIABLO y EL QUIMÉRICO INQUILINO), REPULSIÓN vino a confirmar en 1965 el talento de un joven realizador que había debutado, en el terreno del largometraje, con la formidable EL CUCHILLO EN EL AGUA.

Roman Polanski ponía los cimientos de una de las carreras cinematográficas más apasionantes que ha dado el cine europeo a partir de la década de los años sesenta. REPULSIÓN le consagró frente a la crítica y también frente al gran público. Entre otros reconocimientos, la película le valió el preciado Oso de Oro del Festival de Cine de Berlín de la edición de aquel año.

Con motivo del reciente estreno de UN DIOS SALVAJE, su notable despedazamiento de caracteres engreídos, usurpado fílmicamente al texto teatral de Yasmina Reza, en SLITHERSMUSICZINE.COM hemos creído conveniente rescatarla, pues resulta tarea enormemente jugosa bucear en los orígenes de un creador tan de actualidad y, sobre todo, tan influyente.

Es más, el año en el que ha sido admirada por muchísimos la muy atractiva CISNE NEGRO, de Darren Aronofski, la visión del segundo largo del creador de FRENÉTICO puede resultar algo más que curiosa. Son muchísimos los lazos de unión entre ambas. La comparativa  nos lleva a concluir que la película protagonizada por Natalie Portman bebe de aquella en calidad de superlativo referente. El asalto a esta bailarina con muchos miedos enfermos aguijoneándole la destreza está nutrido de multitud de evocaciones a ésta.

Repulsion-Polanski-1ª

 REPULSIÓN parece estar hecha ayer mismo. Lo primero que cabe poner en evidencia es la endemoniada modernidad con la que fue cosida. Esto la hace ser una modélica hija del cine de su tiempo y, a la vez, la mantiene sudando contemporaneidad pugilísticamente inmediata. La segunda obra de Polanski es una radical muestra de cine empapado de la libertad creativa auspiciada en la Europa de aquella fundamental década. Son reconocibles en ella la novedosa, iconoclasta emergencia de la Nouvelle Vague y de los nuevos cines de la Europa del Este.

 El film podría ser etiquetado sin problema alguno como un condensado ejercicio autoreferencial. El realizador expone lo que, desde la perspectiva que supone hablar de ella más de cuarenta años después de su producción, podría valer como un catálogo perfecto de especialidades.  De especialidades, de manías, de afectos, de querencias y de recursos. REPULSIÓN es constitutiva, omnipresente, restrictiva, genéticamente “polanskiana”. En ella, entre otros muchos destellos más, aparece furiosamente el gran prestidigitador de interiores que ese apátrida, herido y rescatado, que ha sido el ser humano  capaz de EL PIANISTA.

Básicamente, REPULSIÓN es la radiografía de una mente enferma, de un ser colmado de represiones, todas ellas evidenciadas en el asco que le produce el más mínimo roce carnal. La protagonista de tan asaetada introspección es la bella y extraña Carol, una rubia joven que vive en Londres. Allí, compartiendo piso con Helen, su hermana mayor, trabaja como manicurista. El mínimo desarrollo narrativo que sostiene el film gira en torno a la contrariedad que le supone Carol la esporádica presencia del amante de Helen en la casa y en torno a los intentos de acercamiento que, sobre ella, intenta en vano un joven que la espera al salir de su trabajo.

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 Será la marcha de Helen con su pareja a efectuar un viaje corto a Italia el desencadenante de la devastación psicótica que Polanski anuncia desde la misma presentación del personaje (ese plano de detalle de la pupila, que remite inmediatamente a EL PERRO ANDALUZ, de Luis Buñuel, con los títulos sobreimpresionados haciendo de navaja seccionante). Lo soberbio del film hay que infligírselo a la sabiduría escénica que el realizador dispone para la captación encrespada de la barbarie. Fundamentalmente, a la exigente radicalidad con que afronta el brutal sarpullido de dolor desbocado que emerge a la superficie de la silente perturbada protagonista.

REPULSIÓN es una pieza maestra en lo que a puesta en escena se refiere: más aún, en lo que a la dosificación puntillista de la misma. En la película no hay un solo plano o elemento escénico gratuito. Polanski ya dejó sentenciado en ella su sabiduría escrutadora de interior: lo complacido y cómodo que se halla rodando en habitáculos de cuatro paredes, que, poco a poco, funcionarán como elemento opresivo, simulador de la flagelación cerebral o de la debacle interna de los personajes.

 En su segundo film imparte magisterio al respecto. La utilización de los objetos acabará por apuntalar el tormento emergido de Carol. Elementos como el conejo, las patatas o el pan, en su mostrado deterioro putrefacto, aluden al germen insano que anida en la mente de aquella. Polanski vuelca hacia lo terrorífico todos y cada uno de los hallazgos visuales en los que se ha detenido mientras la joven no ha explicitado de forma incontrolada su grave malestar.

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 De esta forma advertimos como el espacio agredido, socavado,  que supone la obra en la calle, -y desde la que un obrero la increpa cuando pasa a su lado-, tendrá su correlato ensimismado en la grieta de la acera frente a la que se queda absorta. Y, más aún, esta doble imagen quebrada ejercerá esta  simetría alevosa en el interior del hogar de las dos hermanas: primero, en las palabras de Carol advirtiendo de una grieta que reparar y, segundo, evidentísimo, en el resquebrajamiento de la vivienda,  inmerso en la realidad alucinada vivida por ésta.

 Lo mismo vale para la navaja de afeitar del amante, para las campanas del recinto eclesiástico situado enfrente, para la clienta, para la bañera, para las paredes, para su cama, y para todos y cada uno de los objetos merecedores de la más mínima atención. Elementos meramente descriptivos que, más tarde, ven consternada su apariencia,  tras ser condenados a un contrapunto oscuro, abruptamente revelado. La locura de la mirada que los capta hará de ellos auténticos espejos, cruentos, deformados, e instigadores de la demencia. 

Catherine Deneuve está perfecta. La gelidez insobornable de su expresión alimenta, acumula, encubre convenientemente la multitud de fisuras psicológicas que su personaje no va a saber encauzar. Polanski halla impagable aliado en lo adusto de la belleza del rostro de la gran intérprete francesa. El mutismo ausente y profundo con el que defiende a Carol no es sino otra de las muchas argucias cinematográficas que Polanski dispuso en el engranaje de esta malévola pieza de relojería con las horas azotando, que es esta enorme REPULSIÓN.

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