Yucatn 1

Título original:  Yucatán

Año: 2018

Duración: 130 min.

País: España

Dirección: Daniel Monzón

Guion: Daniel Monzón, Jorge Guerricaechevarría

Música:  Roque Baños

Reparto:  Luis Tosar, Rodrigo de la Serna, Joan Pera, Stephanie Cayo, Toni Acosta, Adrián Núñez, Txell Aixendri, Angelo Olivier, Alicia Fernández, Leticia Etala, Xavi Lite, Cristóbal Pinto, Óscar Corrales, Joche Rubio, Alex Amaral, Aranzazu Coello

Productora:  Ikiru Films / Telecinco Cinema

Nota: 3

Da la impresión de que la trayectoria de Daniel Monzón va a tardar en alcanzar las cotas que supusieron en 2009 la concreción de esa abrasiva urdimbre de tensiones, celeridades y malquerencias carcelarias denominada CELDA 211, admitiendo como dignísima sucesión filmográfica un producto tan defendible como EL NIÑO. YUCATÁN, decepcionadamente, hunde las expectativas puestas en un realizador que, hasta el estreno de CELDA 211, había dado muestras de una atractiva pericia tras la cámara, sin lograr, en su globalidad, una obra tan redonda como ésta. La irrupción, dentro del anquilosado cine comercial español, de un profesional de las características exhibidas por el creador de EL CORAZÓN DEL GUERRERO supuso, cuando se dio a conocer con este título, la posibilidad de un cine sin complejos, desinhibido, capaz de preconizar una lectura jocosa y amable del género de cine de aventuras o de acción, del todo impensable por estos lares.Yucatn 5

Desde luego a Monzón cabe reconocerle su apetito por el cambio, por la no acomodación. Ha ido transitando varios géneros, intentando en todos ellos solventar el brete exigido imponiendo un dinamismo escénico, en teoría, siempre adecuado. Esa afanosa desenvoltura, por desgracia, no le sirve para enderezar los muchos riesgos ambicionados en esta fallidísima YUCATÁN. El film se alza como una prolija acumulación de todas la pautas creadoras que han caracterizado la obra de Monzón, en la que, al igual de lo que ya ocurriere en EL ROBO MÁS GRANDE JAMÁS CONTADO, el punto de vista cómico queda privilegiado como objeto de captura. En este punto es en el que este periplo naufraga ostensible e incalculadamente. Digamos que el dispositivo pergeñado, el engranaje inherente al estallido de la comicidad se manifiesta en toda su teórica complejidad, pero todas las intentonas por hacerlo funcionar fracasan una tras otra. Digamos que nos hallamos frente a un lujoso navío que es incapaz de salir del puerto.

El film narra las mil y una maquinaciones que un grupo de estafadores que trabajan dentro de un crucero se empeñan en llevar a cabo para tratar de camelar a un pasajero al que le hacen cola el número de hienas que le quieren morder la vasta recompensa de su fortuna. Sabedor de la numerosa lista de invitados a la función y, por tanto, de los hilos narrativos aunados en el frondoso entramado argumental, Monzón trata de mostrarse ágil y fecundo en la presentación de los personajes. No lo consigue con la firmeza necesaria, de ahí que en ningún momento sepa esquivar uno de los mayores riesgos: el del atropello, y, por lo tanto, el del desequilibrio. YUCATÁN fenece con celeridad en las peligrosas aguas de ese mal. Se pretende cimbreante pere baila chafándose los pies continuamente.Yucatn 4

Pese a que desde un punto de vista realizativo, Monzón proclama siempre su consabido rigor, su acreditada habilidad, estos no son suficientes para anexar con frescura y atractivo las distintas tramas emplazadas. En ningún momento atisba con tino la relación entre los tres pícaros protagonistas (el vaivén afectivo es simplista, mecánico y caprichoso), se depara atención a flecos a todas luces prescindibles (el episodio en Casablanca), el guión abusa en la segunda parte del metraje de un maquiavelismo picaresco inverosímil e improvisado (las resoluciones en Tenerife y Arrecife), y, fundamentalmente, pese a la puntillosa preparación de la hilaridad esta no emerge con la virulencia y la frescura maquinada. El exceso de confabulación aniquila la frescura necesaria. Se confunde sofisticación con aparatosidad confafulatoria. Se percibe, es cierto, el ímprobo esfuerzo por parte de todo el equipo artístico, se hacen muy evidentes las intenciones estilísticas pretendidas (salteado de géneros), se cuentan con facilidad la suma de aditivos agitada, pero el brebaje final no refresca. Ni burbujea, ni rebosa espuma. En YUCATÁN, el mago se queda esperando que el conejo salga de la chistera, después de tenerlo alimentado una semana a base de pienso gourmet.

Además, para colmo de ausencia de botes salvavidas, los elementos principales del reparto no están a la altura de la complicada  exigencia proveniente de un guión con tantas rémoras. La labor actoral no suaviza ni maquilla esa impedimenta, sino que se alía en ponerla más en evidencia. Ni un Rodrigo de la Serna incontrolado, pasadísimo de rosca, ni un Luis Tosar incómodo, desnaturalizado, incapaz de modelar el hálito romántico que espolea a su personaje, ni una insuficiente Stephanie Cayo que en ningún momento logra estar a la altura de la subyugación supuesta al fundamental rol que incorpora dirimen sus presumidas facultades en aras del frenesí que el film ansía desde su primer fotograma. YUCATÁN se quiere chispeante, pero se estrella desventada cual agua de borrajas ocupando el lugar de un mojito. Solo funciona la sensible y sagaz delicadeza naturalista con la que el gran Joan Pera resuelve el envite de dar sinceridad, inocencia, sabiduría y entereza al personaje mejor perfilado de este crucero con la ruta, acaso, predeterminada a más puertos de los que debiere, y con la brújula saltada por la borda nada más intentar salir del muelle

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