En la correcta definición de crooner siempre debería estar presente un toque de sutileza, buena parte de elegancia pero sobretodo aquello que podríamos denominar como presencia narcótica. Por suerte, el señor Staples y sus Tindersticks encajan a la perfección.
Si los Tindersticks son elegantes y sobrios en diferido cuando los escuchas en tu reproductor de música, los Tindersticks en directo, son simplemente geniales. Así fueron el pasado sábado en un Apolo lleno a rebosar de fieles de la banda de Nottingham. Gente con criterio musical exquisito por supuesto, que tampoco dudaron en comportarse como una multitud enardecida, coreando y gritando los momentos mejores de la banda. Momentos que el cantante de la voz profunda, Stuart Stapnes agradecía con una sonrisilla cómplice de cuando se es consciente del trabajo bien hecho.
Aunque los más puristas echaron a faltar el violín que a veces los acompaña, una batería fantástica, el bajo, el piano, el chelo, armónica y panderetas ocasionales, y el loco baile de cambio guitarras durante todo el concierto para dar la nota exacta, hicieron posible un concierto perfecto de manual de principio a fin, dos bises incluidos. El setlist estaba perfectamente estudiado dónde se iban alternando canciones lentas e instrospectivas, con otras más ritmosas, que daban pie a bailar ¿Los Tindersticks se bailan? Sí, acude a un concierto y si tienes sangre corriendo por las venas y algo de ritmo en el cuerpo, moverás los pies al compás.
Con “She rode me”, una especie de canción folky-country, con un ritmo fantástico o la canalla “Bath time” y “Black smoke” que se intercalaron con “Sometimes it hurts”, “peanuts”, “raindrops” y “Tyed” con las que el crooner dublinés consiguió teletransportar a toda la sala a un estado superior de la consciencia. Ojos cerrados y cascada de emociones que atraviesa toda la sala sin importar género o condición. Imposible no sentirse abrumado entre tanta sutileza.
Un repaso maravilloso a sus veinte años de carrera con especial hincapié en su excelso octavo disco “Falling down a mountain”, dos bises y el público completamente entregado a la causa. Clase magistral de unos veteranos que no tienen nada que demostrar a estas alturas pero que se le va a hacer, uno es así de perfecto.