Los Reyes Magos, tras su cabalgata, decidieron dejar la noche de los posibles carbones un enérgico presente en Valencia. Los TWELVE DOLLS nos proponían su desinhibido repertorio y, de regalito real, un particularísimo tributo a una formación que veneran: DAFT PUNK.
La noche llegaba bien avalada de referencias: quien esto escribe acudía a la Wah Wah con la curiosidad en estado de máxima absorción, pues lo escuchado sobre ellos era como para no arrepentirse de dejar los regalos por empaquetar. Muy pronto, cuando a eso de las once empezaron a imponer su desprejuiciada pertinencia sobre el escenario, uno terminaba por alegrarse definitivamente de haber abandonado en el hogar el siempre apurado deber del papel de celo.
Frente a una sala abarrotada de público, los TWELVE DOLLS no tuvieron que esforzarse demasiado por aclarar las muchas expectativas que están generando. La contundencia, la frescura y la cercanía que transmite su sencilla puesta en escena se apropian rápidamente de la atención de quien va a escucharlos. No está el panorama español en modo alguno sobrado de una desenvoltura tan profesional y tan disipada como la que exhiben tocando su validísimo repertorio.
La primera parte del concierto estuvo integrada, básicamente, por un formidable repaso a los temas que componen GRASO, su muy recomendable último trabajo. Cabe confesar que el directo ejecutado en la sala superaba lo escuchado en el cd. La sana, desconcertante, curtida hondura cotidiana que caracteriza a sus composiciones adquiere, en directo, una inmediatez que las libra de una posible superficialidad receptiva.
La briosa y concentrada interpretación vocal del cantante de la banda ayuda sobremanera a ello. Eugenio Viñas sabe dirimir un divertido desahogo a unas letras que remiten, sin aspavientos ni excentricidades, a un universo de joven y flagrante modernidad, bien reconocible. El resto de los integrantes cumplen de sobra con el cometido de transmitir la pegada de esa validez.
Pese al expeditivo equilibrio y a la animadaconnivencia con la que fueron siendo interpretados todos los temas, uno no puede dejar de constatar su predilección por algunos de los que, personalmente, considera momentos más álgidos de esa parte del concierto. Resulta muy difícil no dejarse arrastrar por la torrencialidad eléctrica y harta de EL MITO, por la rotundidad visceral de CRISTAL ("Quiero ver tu cuerpo elevarse, quiero ver tu boca expiarme") o por la divertida vacilación de MARCHA ATRÁS.
Con todo, el mejor momento de la noche lo cuajaron cuando interpretaron uno de sus temas más conocidos y esperados: el instrumental MOCBA, una formidable composición, en la que exhiben con más serenidad y con más aplomo escénico los atisbos de lo que puede ser una interesantísima madurez futura.
Tras el merecido descanso, la banda acometió lo que ellos habían planteado como un tributo a los galos DAFT PUNK, una de las formaciones que más ha influenciado el devenir de la música electrónica de las dos últimas décadas. Ayudados por la colaboración de dos músicos provenientes de otra formación, los TWELVE DOLLS fueron desgranando con tanta voluntad como rigoruna ajustada selección de algunos de los temas de este dueto francés, que hace ya mucho tiempo que no se prodiga por nuestro país.
El buen nivel logrado durante la primera parte del concierto no vio tambalear su intensidad durante la curiosa celebración de la segunda. De esta forma, pudimos seguir disfrutando de una placentera velada escuchando temas tan conocidos como HARDER BETTER FASTER STRONGER, AROUND THE WORLD, DA FUNK o TELEVISION. La apuesta homenajeadora deparó una más que digna solvencia en la ejecución de un tipo de música diametralmente opuesta a la emplazada con anterioridad.
El disfrute con DAFT PUNK no pareció en ningún momento capricho preparado a destiempo. La fiesta con causa desveló sus momentos más vibrantes con la impecable versión de piezas tan categóricas como ROBOT ROCK, TECNOLOGHY y, por encima del resto, con la muy disfrutable ONE MORE TIME.
En resumidas cuentas, una estupenda noche de Reyes. Fue un auténtico placer retomar el empaquetado al son de PÁNICO. No había muñecas que camuflar con papel regalo, pero TWELVE DOLLS hicieron que uno se mostrara más inspirado de lo normal con los lazos. Ojalá que los valencianos logren cuajar, en poco tiempo, el gran regalo musical que llevan dentro.