LA COCINA

Sección: OFICIAL 

Dirección: Alonso Ruizpalacios

Nota: 1.2 

Líneas valorativas: 

Tras el visionado de LA COCINA, lo primero que le asalta a cualquier devoto seguidor de la impecable trayectoria de Alonso Ruizpalacios es una profunda, inesperada, exasperada incredulidad: resulta imposible en ella atisbar rastro alguno de la calida, descorazonada puntualidad dramática de GUËROS, de la fecunda, desengañada impotencia nostálgica calibrada en MUSEO, o de la cautela experimentadora descubierta en A COP MOVIE. Seguramente el ansia por imponerse una suerte de voluntad inconformista desde la que concebir cada nuevo proyecto como un reto alejado, disímil de lo, por él, ya transitado, le ha jugado la mala pasada de la novedad a toda costa.

 

Sin calibrar, sin sopesar, como renegando de la solidez ya acreditada; combatiéndola con una furia convertida en desenfreno caprichoso. LA COCINA parte de la descripción visceralísima de la crispada cotidianeidad laboral de un céntrico restaurante neoyorkino. Mediante esta siempre vertiginosa observación se pretende trazar un relato que, proveniente de una obra teatral, se quiere denuncia del trato extenuado que se impone al personal del sector hostelero, reflexión sobre las maldades vejatorias del capitalismo contemporàneo, acta notarial de la explotación a la que son sometidos los inmigrantes en los Estados Unidos, y análisis de la precariedad con la que estos asumen su presencia ilegal en ese confín al que llegan huyendo de una insoportable miseria existencial de origen.

 

Esta a todas luces excesiva amalgama de pretensiones, Ruizpalacios trata de engullirla con un nerviosismo, una inmediatez, una meticulosidad que se quieren urgentes y, por desgracia, debido al escaso celo para con el aplomo imprescindible ante lo caótico del objeto apresado, devienen en histerismo y, por lo tanto, en descrédito aleatorio, superficial. Puro veneno de laboratorio. Rabia irritante, engolada, antojadiza y numerera. LA COCINA parece concebida por un candidato a convertirse en un discípulo muy aventajado de ese tramposo compulsivo que es Alejandro González Iñárritu. Y con un Iñárritu ya tenemos bastante. No más Iñárritus, por favor. Con Joaquín, el del Betis, ya tenemos bastante. Y es que LA COCINA da la impresión de ser BIRDMAN rodada por Ana Pastor. 

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