Sección: OFICIAL
Dirección: Min Bahadur Bhan
Nota: 8
Líneas valorativas:
Primera muestra cinematográfica proveniente de Nepal en toda la historia de la Berlinale, SHAMBHALA proporciona no pocas justificaciones para su convocatoria dentro de la sección Oficial, además de la de reparar esa ausencia. El film va mucho más allá del esfuerzo que debe suponer levantar una producción de medular necesidad itinerante, dentro de una cinematografía tan humilde y alejada de los circuitos institunacionalizados. Y decimos itinerante porque la columna vertebral del relato que da soporte a la obra de Min Bahadur Bhan es un viaje. Una búsqueda prácticamente solitaria, sobrevenida de ásperísimas adversidades, e inaplazable por causa de la tóxica motivación mancillante que la origina. Pema, una clemente, voluntariosa joven esposa polígama, recién casada, es quien se verá obligada a emprenderlo. Su esposo debe abandonar el hogar por trabajo durante unos meses. Al poco de marcharse Pema descubre que está embarazada. Lejos de reportarle alegría, su situación personal cotidiana se enturbia sobremanera. A la desesperación ante las escasas noticias de su esposo, se le une el saberse mal enjuiciada en su pequeño pueblo, debido a la maledicencia gestada por el maestro, que ha sembrado el rumor de que la criatura no es del marido. Pema decide entonces emprender un viaje a caballo, junto a el hermano monje de aquel, dispuesta a encontrar a su esposo y aclararle la situación. El film se centra en los titánicos esfuerzos que les supondrán a ambos el periplo. El primer acierto del realizador es permitir que la vasta inmensidad escarpada del paisaje que cierne, acecha y dificulta la búsqueda ejerza rol de personaje condicionador definitivo de la escueta premisa argumental. Ocurre de inmediato. Las condiciones de vida del núcleo poblacional al que pertenecen los personajes son descritas de modo utilísimo. El espectador es situado con prontitud en un paraje definido por una humildad extremada. Y también, claro está, por un apego a unos parámetros sociológicos, religiosos y económicos en modo alguno parecidos a los del mundo desarrollado. De ahí que resulte estremecedora la revelación final de un objetivo no esperado. Pema no será la misma mujer cuando este llegue a su fin. El paisaje de sus convicciones, a diferencia del físico y moral al que ha acatado la obligada pleitesía imperativa, sin ella siquiera buscarlo, habrá mutado. Un rocoso, extenuado y lejano western existencial con un personaje femenino píamente admirable.