Sección: PANORAMA
Dirección: André Téchiné
Nota: 8.5
Líneas valorativas:
Sigue, por fortuna, el maestro André Téchiné incombustible al desaliento de unos tiempos, como los de hoy, en los que su limpia cordura narrativa, su nítido nervio efectivo, acaso no sean valorados con el reconocimiento que merecen. Por lo menos, para quien esto escribe, reencontrarse con un cineasta que aún muestra un tiento tan cabal para modelar personajes y conflictos, desde un ánimo tan acorralador como conciliativo supone una experiencia impagable. El autor de LOS JUNCOS SALVAJES tiene ya ochenta años. Por eso resulta aún más estimable su esfuerzo por mantener incólumes los pilares fundamentales de una de las filmografías más apabullantes del cine europeo de las últimas cuatro décadas.
LES GENS D'Á CÔTÉ cabe valorarla, antes que nada, como valuarte perfectamente puesto al día de ese solidísimo modus operandi. El film nos presenta a un personaje consternado por un luto. Lucie, una veterana agente especializada de la policía científica, hace un año que perdió, por suicidio, a su pareja, también agente policial. Quiere volver a su trabajo, pero su superior se muestra renuente. De vuelta un a su hogar, encuentra a una niña y la devuelve a su hogar. Resulta ser la hija de sus recién llegados nuevos vecinos. El film narra la relación de mutua ayuda entre todos ellos y, sobre todo, el conflicto que asaltará a Lucie al conocer que el padre de la niña es un activista político, colaborador en una organización anticapitalista violenta.
Como casi siempre en él, causa emoción asimilar el profundo respeto que Téchiné siente por todos sus personajes: a todos ellos comprende y arrincona; a todos sabe buscarles las aristas y retorcérselas sin caer en aspavientos desconcentradores del profuso, convulso y prudente tejido dramático urdido a su alrededor; a todos les da la oportunidad de hacer valer el posicionamiento al que se aferran y de hacer que sean conscientes de las contradicciones a las que este les expone. El film rezuma una nobleza casi fordiana, por la intensa fragilidad con la que los protagonistas hacen frente a las inevitables colisiones que sobrevienen. Téchiné soluciona la necesaria, acuciante verosimilitud de estas con esa fluida astucia, con esa urgente precaución de quien se sabe su oficio incluso a ciegas.
