Origen Del Planeta De Los Simios Portada

Título original Rise of the Planet of the Apes

Año 2011

Duración 110 min.

País USA

Director Rupert Wyatt

Guión Rick Jaffa, Amanda Silver

Música Andrew Lesnie

Fotografía Andrew Lesnie

Reparto James Franco, Andy Serkis, Freida Pinto, Brian Cox, John Lithgow, Tom Felton, David Oyelowo, Tyler Labine, Jamie Harris, David Hewlett

Productora 20th Century Fox / Chernin Entertainment

Valoración 7

Inapelablemente, si hubiera que hacer el listado de los finales de films más rotundos, inolvidables y desasosegantes de la historia del Séptimo Arte, con toda justicia, entre ellos habría que situar el de ese hito del género de la ciencia-ficción cinematográfica que es EL PLANETA DE LOS SIMIOS (1968), de Franklin J.Schaffner.  El lamento descorazonado y revelador  del mítico personaje incorporado por Charlton Heston,  tras averiguar la verdadera identidad del confín en el que había vivido una asombrosa aventura entre humanizados primates, daba paso a ese plano que nos descubría el busto reconocible de la Estatua de la Libertad.

La aparición de ese icono del urbanismo terrestre, semienterrado en la arena de una playa solitaria, descerrajaba un pánico súbito y espeluznante,  un desalentador pesimismo desértico,  que causaba la misma desazón sorpresiva al incomodado  espectador que al abatido protagonista. El hombre cabalgando hacia su supervivencia, que, de súbito, cae en la cuenta de que la presunta  huida ha sido un espejismo: la fuga, por lo tanto, se ha revelado, apocalípticamente, como un itinerario hacia los estertores derruidos del origen.

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Varios han sido los títulos que, posteriormente, han intentado extenuar las mieles de tan insigne, jugoso panal (REGRESO AL PLANETA DE LOS SIMIOS de Ted Post, LA REBELIÓN DE LOS SIMIOS de J. Leee Thompson, etc). El último de ellos, lastimosamente, el inútil engendro que perpetró Tim Burton hace diez años. El talento para la extrañeza y la ficción del autor de EDUARDO MANOSTIJERAS fenecía rubricando un despropósito basurable, impropio de un autor de su –hoy en declive- categoría.  Se volvía a cumplir la máxima que dictamina no tocar lo que el tiempo ha convertido en prójimo clásico. De ahí que cupiera alertar reticencias ante la llegada de un film como el presente EL ORIGEN DEL PLANETA DE LOS SIMIOS.

Por fortuna, la contemplación del mismo se encarga de guardarlas para peor ocasión. El film de RuperWyatt es, ante todo, un ejercicio resuelto atendiendo a esa sana premisa que es la efectividad. La efectividad urdida con precisión, con progresiva viveza y, sobre todo, con intencionalidad de aportar una mínima novedad al referente invocado.  La palabra “origen” (“Rise” en el original RISE OF THE PLANET OF THE APES) aparecida en el título da pistas sobre este último mandato. La opción que Wyatt sabe solucionar con un agudo sentido del entretenimiento no trata de ficcionar un posible futuro a la aventura primigenia, sino que se decanta por pincelarle un principio. EL ORIGEN DEL PLANETA DE LOS SIMIOS plantea una hipótesis germinal al mítico final antes descrito. Y ésta, hay que reconocerlo, es activamente descarada, hábil y coherente.

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Los avances científicos deWill,  un joven investigador empeñado en dar solución al alzheimer, tras un fallido experimento con un antropoide, son aparcados por la empresa farmacéutica que los financia. El joven descubre que el simio ha dado a luz una cría y decide cuidarla en su hogar para proseguir, controlando su evolución, con sus descubrimientos. La cría será bautizada como Cesar. El mono pronto dará sorprendentes síntomas de poseer una sagacísima inteligencia. La muda sagacidad expectante de Cesar dará lugar a las peripecias sobre las que EL ORIGEN DEL PLANETA DE LOS SIMIOS irá concretando una raudo y ameno desarrollo argumental, que tiene muy claro ese animoso punto de partida consistente en aportar  una historia que concluya preconizando el clásico.

De ahí que su máximo acierto sea potenciar la observación a Cesar: el simio es el dueño y señor de una grata función a la que el presta una turbiedad, un encono y una firmeza del todo ejemplares. El máximo esfuerzo de la narración se encamina hacia la comprensión del silencio inteligente con el que está definido su comportamiento. El film es, por entero, la valía de este espinoso y logrado objetivo. El magnífico guión firmado por Rick Jaffa y Amanda Silver  acierta a volcarse en la milimétrica aproximación a los progresivos síntomas evolutivos del animal. La credibilidad del film se basa en que el espectador asiste a ese perfeccionamiento convenientemente convencido de esos adelantos.

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Así tenemos que desde la primera secuencia EL ORIGEN DEL PLANETA DE LOS SIMIOS comienza ya a dar claves certeras en torno a su portentoso protagonista peludo. La captura de su madre está planteada como una especie de apresamiento con intenciones esclavistas. La posterior, en el laboratorio en donde trabaja Will, además de describir la causa de la agudeza de su talento, ya acredita también la valía asombrosamente comedida y resultante del realizador para con la acción firme. La soltura con la que están aunadas la escapada de la madre, el desconcierto en las salas por las que corre y la presentación, a cargo del propio Hill, del medicamento que ha descubierto, frente a unos importantes clientes,  preconiza en un ámbito cerrado la posterior magnificencia que tendrá lugar durante el portentoso último tramo.

En ese sentido, resulta del todo admirable como Wyatt sabe dosificar el estallido invasor primate. El director pone toda la carne en el asador en la denodada exhibición de un tercio final demoledoramente abrumador y férreo, en el que el film se convierte en un auténtico torbellino escénico. Esto es así, porque, previamente, la historia ha planteado un insólito remanso en el que se cuece artero, sosegada, fríamente el calor de ese fuego escapista y conquistante. En tiempos de tanta parafernalia explosiva y de tanta desmesura adrenalítica, resulta francamente loable que alguien tenga el valor de inscribir medularmente una secuencia de las dimensiones serena, lúcidamente explicativas como las que impone la secuencia que se desarrolla en el centro en donde permanecen reclusos los simios. EL ORIGEN DEL PLANETA DE LOS SIMIOS cocina su verosimilitud en el cuidado que impone para arrimarse a la fuerza de su héroe.

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De ahí que, casi consecuentemente, el pero más importante que cabe reprochar es la descompensación de ese escudriñamiento, advertida en torno a todo el grupo de elementos humanos. Cesar engulle, arrolla, anula todo lo que ha sido creado para explicar su prodigio. Personajes como el de la veterinaria resulta del todo imprescindibles, cuando otros, como el del ayudante de Will, debieren haber sido primados con una mira más amplia.

No obstante este muy perdonable reparo, concluyamos con lo más importante: hay que saludar la dignidad y la pericia con la que EL ORIGEN DEL PLANETA DE LOS SIMIOS se entromete en el aura del clásico del año 68. La película le planta cara, pues sabe esquivar su influjo proponiendo ágilmente su incuestionable propia autonomía. Pura evasión para nuestros necesitados ojos.

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