Entre Higueras 1

Título original: Under the Fig Tree

Dirección: Erige Sehiri

Guion: Erige Sehiri, Peggy Hamann, Ghalia Lacroix

Reparto: Fedi Ben Achour, Firas Amri, Ameni Fdhili, Feten Fdhili, Fide Fdhili, Gaith Mendassi, Abdelhak Mrabti, Leila Ouhebi, Hneya Ben Elhedi Sbahi, Samar Sifi

Nota: 8.6

Comentario crítico:

Autora de un celebrado documental, RAILWAY MEN, la tunecina Erige Sehiri toma la muy acertada decisión de gravar, para su debut en el terreno de la ficción, ese poso de autenticidad, de apego por la realidad que necesita analizar, de hondo respeto, en modo alguno manipulador, que se presupone a toda obra adscrita a ese género. La historia que narra ENTRE LAS HIGUERAS, pequeña, concreta, coral, queda supeditada a una noble, compleja, exigente intencionalidad: la de que todas y cada una de las imágenes supure verismo. Todo el dispositivo maquinado por la norteafricana, sin que se note jamás el enorme esfuerzo por lograrlo, se autoimpone la encomienda de que el espectador prácticamente acompañe, en calidad de compañero de tareas, a las protagonistas de esta sincera inmersión en el paisaje agrícola de un muy concreto rincón de Túnez.

ENTRE LAS HIGUERAS nos propone un acercamiento a las llamadas “mujeres del camión”, ese vasto colectivo de jornaleras del campo que, a diario, de buena mañana, se trasladan hacia la parcela pactada por su patrón, montadas en la parte trasera de ese vehículo, apiñadas, al aire libre, sometidas al vaivén incómodo que provoca la mala calidad del firme por el que el camión transita. El film se centra exclusivamente en la contemplación de las vicisitudes cotidianas que el cumplimiento a rajatabla de su trabajo diario reclama.

Se abre con la escena en la que el vehículo acude a recogerlas en el pueblo donde viven. Concluye cuando vuelven a montar en él para retornar a casa tras cobrar el jornal del día. Diez, doce horas de duro esfuerzo físico. Un campo de higueras en el que van a permanecer examinando árbol a árbol, escogiendo el fruto ya listo para ser recolectado. Dentro de esos dos mínimos parámetros espacio/temporales (el campo y una jornada laboral), Sehiri se empeña y consigue trazar un luminosamente verosímil retrato colectivo, traspasado de un limpio humanismo vigilador.

La película compone un fresco de marcado cariz realista que rehúye y cercena muy tajantemente cualquier atisbo de maniqueísmo empobrecedor. La directora tiene muy claras sus intenciones y sabe administrar la clarísima denuncia social que expone haciendo que esta emerja sin trampas ni subrayados forzados. Sehiri da muestras de un aplomo observativo propio de alguien mucho más veterano, llevando hasta el final de sus consecuencias el prolijo rigor con el que juega sus dos bazas más importantes: la intimista y cercana proximidad para con los personajes encuadrados que dictamina al posicionamiento de la cámara (acompañándolos, escuchándolos, ayudándolos casi con la proximidad de un compañero de tareas), y la ímproba dosis de credibilidad que sabe extraer de un reparto no profesional, compuesto por auténticos trabajadores del campo tunecino, con los que, una vez elegidos, estableció un arduo trabajo previo para que no asomara rigidez ni impostura alguna en el momento del rodaje final.

Sehiri actúa con sus personajes del mismo modo que estos se emplean con el fruto que tienen entre sus manos. Los escoge, los acaricia, los palpa, los sopesa, los dispone con cuidado dentro de su plano. Sabe cosecharles a esos rostros la espontánea legitimidad que persigue la ágil desenvoltura con la que la cámara va de uno a otro. Este tanteo tenaz, atento y prolongado consigue una riqueza de reacciones, miradas, soslayos, inmediateces y silencios emplazados como puntos suspensivos cargados de puntuales significados, mediante los cuales se filtra la especificidad de cada personaje. La colectividad no desdibuja el retrato personal de los elementos que la integran. Se intuyen las esperanzas, los cansancios, los resquemores, los reclamos afectivos, las rebeldías y los acatamientos de ese grupo de mujeres montadas en un camión conducido por hombres, a las que este sensible, esplendente y poliédrico film tiene el coraje de mostrar emplazadas contra la luz y la condena de su resignada verdad.

 

 

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