Sección: OFICIAL
Dirección: Fréderik Hambalek
Nota: 8
La confianza entre los dos polos de una pareja, convertida en campo de minas a punto de que alguna de estas sea pisada, sigue siendo uno de los meollos principales sobre lo que se sostiene ese universo siempre colmado de afectos en crisis que es el drama o la comedia romántica. El segundo largometraje del germano Fréderik Hambalek supone una ácida incursión dentro de este tipo de obras basadas en una pugna matrimonial sobrevenida de súbito, que actuará de catalizador de una serie de arenas movedizas hasta ese momento pactadas como parquet de tarima maciza.
WHAT MARIELLES KNOWS parte de una jugosa idea de partida. Una facultad telepática se inmiscuirá en las plácidas aguas de la pareja de casados formada por Julia y Tobías. Marielle es su hija. Esta les confiesa que tras recibir una bofetada por parte de una amiga (el film se abre con ese momento) advierte que puede ver y oir todo lo que dicen fuera y dentro del lugar. Los padres desconfían, pero ella da buena prueba de ello, sumiéndoles en un tenso, incómodo desconcierto.
El desarrollo del film viene definido por las consecuencias que en la armonía familiar y matrimonial acarrea el hecho de que la independencia de movimientos, acciones y diálogos quedará mermada. Todos saben que los secretos no existen. La debida confianza entre esposa y esposo queda sancionada como alarma policial, como bastión derrotable y como moneda de cambio utilizada a una conveniencia hasta ese momento impensada.
Con muy pocos elementos convocados para la función (pocos espacios, pocos personajes, máxima importancia a los conflictos verbales: casi se diría que el texto original de Hambalek propiene de una adaptación teatral), el mayor acierto del joven realizador alemán lo constituye la desconfiada, alerta, resquebrajada serenidad con la que escruta en la progresiva temperatura combativa que, lógicamente, se instaura dentro del hogar.
Digamos que la puesta en escena asume el intento de controlar la situación, de reparar con pulso y respeto el malestar de fisuras recíprocas irrumpido como espacio emocional desde el que divisarlos. Una caldeada moderación, una racional irrascibilidad contemplativa amarra en todo momento cualquier tentativa de estridencia desgobernada. La cascada de reacciones no escapa nunca a esa sólida lógica de cabal desesperación dentro de la que no descarrila jamás esta inteligente pieza de cámara cinematográfica.