FLORIST
JELLYWISH
Double Double Whammy
Nota: 8
Comentario:
Jellywish de la banda neoyorquina Florist es un disco aparentemente sencillo. Con la guitarra como instrumento principal, apoyada por un diestro repertorio de sonidos de teclado, la voz de Emily Sprague se yergue grácilmente para interpretar las trabajadas letras del álbum, cuyas temáticas abarcan desde la condición humana, la persistencia de los recuerdos o la importancia de la unión entre los individuos, hasta el cambio personal con la aflicción o la muerte como motores de la metamorfosis.
Levitate está tejida con un tono contemplativo, al patrón ejecutado por la guitarra acústica se le suman unos sintetizadores sutiles, creando un ambiente muy agradable, que invita a seguir con la escucha del disco. Have heaven habla de la búsqueda de paz y se constituye por guitarra, teclados, percusión y bajo. Jellyfish (esta vez la palabra, a diferencia del título del trabajo, no está alterada), por su parte, emplea a este animal, la medusa, como imagen de la belleza y la fragilidad intrínsecas a la existencia. La voz principal está doblada en el estribillo y también oímos, además de, por supuesto, la guitarra, una percusión suave.
Started to glow analiza temas como la finitud de la vida, la transformación y la introspección, incorporando temas oníricos que enriquecen la letra. A la guitarra le acompaña un piano eléctrico. En This was a gift se sostiene que la muerte y el dolor se deben asimilar como regalos para crecer personalmente. Aparecen aquí guitarra, batería y sintetizadores leves. Por otro lado, cabe destacar las acertadas articulaciones de la voz de Sprague. All the same light versa sobre la universalidad; a pesar de las diferencias que puedan distanciar a los seres humanos, todos comparten la misma luz. En el apartado musical, figuran la batería y unos teclados etéreos junto al instrumento principal mencionado.
En otro orden, Sparkle song explora la belleza de lo cotidiano y el agradecimiento. Junto al patrón de guitarra se distinguen algunos teclados en ciertos momentos de la canción. Moon, sea, devil trata de la incertidumbre y la lucha interna. Además de la batería y la familiarísima guitarra, se percibe que la voz vuelve a estar doblada en el estribillo. Our hearts in a room aborda la conexión emocional de las personas. Inicia con unos sintetizadores reproducidos al revés y varios loops, algo muy propio del rock psicodélico de los sesenta. Poco después se deja paso al piano eléctrico y a la guitarra. En esta ocasión, se da el caso de que la segunda voz es masculina, si bien no aparece constantemente. Cierra el disco Gloom designs, una reflexión sobre la pérdida y la memoria. También se plantea cómo se ha desarrollado la humanidad desde hace casi una década atrás hasta la actualidad, y el yo poético con ella.
Jellywish es un álbum ingenioso en sus temas y muy grato en lo musical. Aunque, en este sentido, no llegue a aburrir al oyente, podría existir un poco más de variedad en las estructuras armónicas de las canciones. No obstante, esto no es un problema mayor, entre otras cosas, por la voz de Emily Sprague, que despliega toda la suavidad, lo etéreo e íntimo de su canto. De nuevo, se debe hacer hincapié en la engañosa simplicidad del disco. Pues, si se toman en cuenta, por separado, todos los elementos que lo componen, se podrán advertir ciertas complejidades que pasan inadvertidas en la primera escucha. Y, a todo esto, los de Brooklyn no necesitan más de cinco minutos para expresar sus inquietudes en cada canción, por lo tanto, he aquí otro mérito más, la síntesis, cualidad al alcance de muy pocos.