MOGWAI
THE BAD FIRE
Rock Action
Nota: 2
Comentario crítico:
El mal fuego. Un título muy justo en el sentido francés de la palabra, pues el nuevo álbum de la banda post rock escocesa es un compendio de malas composiciones, agresivas y descontroladas. Sin ir más lejos, el primer tema consta de seis minutos cuarenta para seis versos, y uno se siente estafado. A setas o a rolex. Así las cosas, God gets you back consta de un arpegio que bien podría ser un dobro con chorus o un sintetizador, dado el tipo de sonidos que imperan en el disco. Posteriormente, se suman cuerdas sintéticas, elementos de percusión, guitarras distorsionadas y otros sonidos sintéticos.
Hi chaos es una instrumental, como la mayoría de cortes de The bad fire. Tan solo el anterior y dos más tienen letra. Inicia con un arpegio de guitarras con efectos de modulación. A continuación, se añade la batería. Entre medias se alternan fraseos tocados a contrapúa por parte de la guitarra. Estas dos partes se van sucediendo en un rock progresivo falto de ideas. What kind of mix is this? Esa pregunta también me la hago yo, ¿Qué clase de mezcla es esta? Volvemos a oír un arpegio similar al de la pista anterior. Se incluyen además un sintetizador, un bajo y un solo de guitarra. Casi al final el ambiente vira drásticamente a una mixtura, bajo los efectos de alguna sustancia estimulante, de rock y electrónica.
En Fanzine made of flesh la parte rítmica se compone de batería y guitarra distorsionada. Luego se incorporan coros y la estructura rítmica se calma. La letra versa sobre una relación acabada, nada nuevo bajo el sol. Llegamos a la mitad del disco con Pale vegan hip pain. Como se ve, la creatividad se limita a encontrar títulos ocurrentes. La introducción vuelve a ser la de los arpegios, solo que, en esta ocasión, otra más va elaborando frases simples. Por otro lado, la caja de la batería suena con mucho reverb. If you find this world bad, you should see some of the others (tal vez uno de los títulos más largos de la historia) se constituye de las características comentadas reproducidas a bajo volumen. En la primera mitad la música se alterna con el silencio, pero en la segunda todo es desorden y distorsión, una distorsión muy pasada de rosca, con demasiada ganancia.
18 volcanoes combina un bajo y una guitarra a bajo volumen con sonidos electrónicos y distorsiones. La voz está plagada de efectos tales como el delay y el reverb. La letra parece más bien un trascendentalismo de azucarillo. El antepenúltimo corte, Hammer room pasa de los arpegios limpios acompañados de una batería con muchos redobles a varios solos con distorsión y alta ganancia. Estas frases solistas suenan armonizadas, puede que se grabara con un pedal o con dos guitarras. Se agradecen los cambios de dinámica e intensidad, detalle que brilla por su ausencia en los dos últimos cortes; Lion rumpus y Fact boy. La primera es un caos sonoro muy aburrido para el oído y el segundo, una serie de disonancias electrónicas con solos insulsos que se extiende a la insultante duración de siete minutos.
En definitiva, The bad fire supone una tortura auditiva que solo se puede “disfrutar” si uno se halla bajo los efectos de algún estupefaciente como el éxtasis. Hace falta ingenio para que un disco funcione con tantas instrumentales, ciertos conocimientos que permitan efectuar cambios armónicos y rítmicos para no aburrir al oyente. No es un problema nuevo, tal vez el lector recuerde el mismo fallo en Atom’s heart mother de Pink Floyd. La molestia, por tanto, no reside únicamente en las abruptas irrupciones de los sonidos más contundentes sin orden ni concierto, sino en la monotonía presente en la extensísima mayoría de las canciones.