Excepcional paisajismo fílmico el que regala la premiada COSTA DA MORTE
COSTA DA MORTE, de Lois Patiño
Nota: 9
Deslumbrante, radical y bella, la película de Lois Patiño pertenece a ese grupo de pequeñas heroicidades que, por fortuna, el cine español más reciente no cesa de regalar a los espectadores con apetito disímil al establecido. COSTA DA MORTE nos descubre la potente firmeza miradora de un realizador que, en ella, de forma sigilosa, ardua y coherente, se esfuerza por exclamar la inclemencia transparente del acto de contemplar. Patiño solicita una paciencia antigua que, por eso mismo, por esa exigencia primigenia, deviene en esencialmente contemporánea.
Las imágenes de COSTA DA MORTE pretenden indagar en el alma enigmática y legendaria de ese pasaje de la geografía costera gallega. Para ello, lógicamente, se nos propone un acercamiento documental. Sin embargo, tal elección, desde el primer plano del film, lo que hace es cercenar la utilización del posicionamiento documental al uso.El jovencreador gallego se autoimpone una serie de exigencias formales muy severas, fruto de las cuales emerge una novedosa captura del objetivo encuadrado.
El encadenado de planos atiende, primero, al privilegio del gran plano general como unidad desde la que aprehender el objetivo señalado. En segundo lugar, al desprecio de la figura humana como protagonista central de la imagen, como elemento focalizador de la atención dela cámara. Elrostro humano queda abolido como foco de interés. No así su voz.
La voz del personaje atisbado desde muy lejos sí que adquirirá importancia, en tanto que elemento portador de una expresión oral descriptiva, matizadora cotidiana y mítica de la imagen dentro de la cual se halla inscrita. Del choque que se produce entre esa lejanía oteadora y el reconocimiento de la voz que habla surge una serenidad abrumadoramente significativa que se convierte en pauta portadora de la singularidad retiniana que humedece el film. Voces de mariscadoras, de paseantes, de pescadores, de bañistas humanizan la imagen con su aparición, y, al tiempo, la trascienden mediante el contenido secular de sus palabras.
El resultado de la operación estética, analítica y poética que depara Patiño es un film hermosísimo, en el que el mimo por el plano jamás cae en el esteticismo huero o grandilocuente. La amplitud de miras escarba en la especificidad de ese ámbito tan impactante como remoto. El cineasta, gracias a su cámara y a los condicionamientos propuestos para su utilización, se convierte en discípulo privilegiado y extensivo de los grandes paisajistas pictóricos dela historia. COSTADAMORTE pinta su admiración hacia el paisaje que quiere encarcelar con la sapiencia al óleo de Vermeer, Costable, Friedrich o Rousseau. Lois Patiño puede sentirse muy orgulloso del acrisolado movimiento que compone su cuadro.
O QUINTO EVANXEO DE GASPAR HAUSER, de Alberto Gracia
Nota: 7
El personaje de Gaspar Hauser, ese extraño adolescente que apareció en Núremberg en mayo de 1828, completamente desarrapado, sin capacidad de expresión, y cuyo origen es aún hoy fuente de todo tipo de elucubraciones, ha dado pie a multitud de manifestaciones artísticas literarias, pictóricas, escultóricas y, por supuesto, cinematográficas.
Sin, por supuesto, declararnos especialistas ni versados en la mayoría de ellas, podemos aseverar con total confianza que ninguna de todas puede alcanzar la originalidad y la dificultad de la gestada por el artista gallego, debutante ahora en el arte cinematográfico, Alberto Gracia, en esta abstracción fílmica titulada O QUINTO EVANXEO DE GASPAR HAUSER,
un despiadado trallazo audiovisual descerrajado contra el ojo desprevenido de cualquier espectador no proclive a experiencias opuestas al más mínimo común observador.
Gracia trata de apoderarse de la personalidad inminentemente nacida de un hipotético Gaspar Hauser que pudiere filmar ese momento de surgir a la conciencia de lo que está a su alrededor. Incluso más, casi podría decirse que la película supone la exhibición de un Gaspar Hauser convertido en celuloide rescatado de las fauces desintegradoras del tiempo. Como si la misión de Gracia fuese la de rescatar, devolver al movimiento original los restos de ese celuloide que habla de las impresiones, las intuiciones, los sueños y los pálpitos de ese ser abandonado, todos ellos rotos, despedazados, enmohecidos a la impiedad de un tiempo incomprendido.
Asumir esa personalidad sin recursos para el entendimiento, claro está, le lleva a Gracia a tomar la tan arriesgada como coherente decisión de la ausencia total de conexión narrativa entre planos. La lógica quebrada del punto de vista que debiera ser organizador del relato impone la lógica ruptura racional.
Más aún, cuando para dejar constancia de la contemporaneidad de la operación emprendida, para certificar que el fluido de imágenes pertenece a una voluntad presente que trata de viajar al pasado recóndito de Gaspar Hauser, el realizador adereza el artefacto con un corrosivo sentido del humor que le lleva a incluir unas más desconcertantes escenas en las que, en torno a una mesa, aparecen ciertas representaciones de Gaspar, incluido un Batman tras el cual se halla el cuerpo del propio director.
Una hipnótica utilización del material rodado a 16mm, que abunda en lo rugoso, corrupto, arqueológico de la operación emprendida, una osada utilización del sonido y la música, y el talento de Gracia para la concreción de imágenes perturbantes, escapadas, embrionarias, y, al mismo tiempo, moribundas y nuevas, ayudan a deslizar lo siniestramente encantador de la propuesta. Con O QUINTO EVANXEIO DE GASPAR HAUSER,el gallego dio la campanada al alzarse nada más y nada menos que con el premio Fipresci de la última edición del Festival de Rótterdam. El reputado certamen holandés siempre gusta de recompensar el riesgo. El film de Gracia lo rezuma como un musgo de alfileres oxidados… riesgo suicida, riesgo irritante, riesgo desalmado, riesgo complaciente, pero riesgo.