Título Intouchables (Untouchable)
Año 2011
Duración 109 min.
País Francia
Director Olivier Nakache, Eric Toledano
Guión Olivier Nakache, Eric Toledano
Música Ludovico Einaudi
Fotografía Mathieu Vadepied
Reparto François Cluzet, Omar Sy, Anne Le Ny, Audrey Fleurot, Clotilde Mollet, Joséphine de Meaux, Alba Gaia Bellugi, Cyril Mendy, Christian Ameri, Marie-Laure Descoureaux, Gregoire Oestermann
Productora Quad Productions / Gaumont / TF1 Films / Ten Films / Chaocorp production / Canal + / Cinecinema
Valoración 5.5
INTOCABLE llega a nuestras pantallas tras haber disfrutado en su país de origen de un clamoroso éxito de público. La película de Eric Toledano y Olivier Nakache se ha constituido en un auténtico fenómeno de masas: más de dieciocho millones de espectadores galos la han visto, y ha sido la película más taquillera en la cartelera francesa durante diez semanas seguidas. En el nuestro, tuvo su estreno en el pasado Festival de Cine de San Sebastián. Fue el film elegido para la clausura del certamen donostiarra.
La primera cuestión que cabe responder ante semejante acogida pública es la de su merecimiento. ¿Es para tanto? ¿Reúne tantas cualidades como para que se le haya tributado ese beneplácito? Quien esto escribe tiene la impresión de que INTOCABLE es de esa clase de films que recogen lo que calculadísimamente han sembrado. Nada menos, pero tampoco nada más.
La película basa su desarrollo argumental en una típica relación de dispares: dos elementos opuestos, condenados a germinar una armonía que, en un principio, parece harto improbable. Esto es, una estructura de frontalísima polaridad, a la que nadie puede calificar, en modo alguno, de original.
En INTOCABLE cruzarán sus diametrales destinos existenciales dos hombres distintos en edad, clase social, nivel cultural, carácter y color de piel. Por un lado, tenemos a Phiilippe, un aristócrata parisino tetrapléjico, con la vida en avanzado estado de penumbra debido a la parálisis en la que tiene condenada su vida. Y, por otro, se nos presenta a Driss, un joven de origen africano, que acaba de salir de prisión, vive en el extrarradio de la capital, y en quien su madre ha dejado de tener toda confianza.
Los destinos de ambos se cruzan cuando el segundo, pensando que no va a conseguirlo, acudiendo a la cita como un mero trámite mediante el que justificar que ha hecho acto de presencia, va a una entrevista de trabajo que el primero ha organizado para escoger a un ayudante personal. El desparpajo, la espontaneidad, la diferencia del trato que demuestra con respecto al resto de aspirantes parecen ser la causa determinante de que, ante la sorpresa de él mismo, el puesto de trabajo sea finalmente suyo.
A partir de aquí INTOCABLE no es nada más que un pulcro itinerario de previsibilidad. Los dos realizadores se emplean a fondo en aplicar de forma confortablemente cristalina el mandato de ese firme canon establecido que es el relato de mutuas superaciones. La estructura sobre la que asiente su avance es tan esperable como el horario de un tren de cercanías por todas y cada una de las estaciones a las que le obliga la ruta.
En definitiva, el clásico patrón del entendimiento al final de la repelencia entre polos opuestos: dos líneas paralelas que, poco a poco, van a ir iniciando un armónico punto de intersección. La alargada sombra de LA EXTRAÑA PAREJA de Neil Simon acechando siempre en calidad de opíparo referente.
Toledano y Nakache no tienen ningún problema, además, en solicitar el amparo del siempre grimoso aval del cartelito de “basado en hechos reales”. La película sabe prepararse con astucia el terreno para facturar su voluntaria simpatía: el cuadro de oposiciones entre los dos protagonistas no puede ser más preclaro.
Rico amargado frente a pobre poseedor de la chispa de la vida. Desheredado inculto que superará su destino al contacto de las enseñanzas ofrendadas, permitidas por el exquisito sabio. INTOCABLE, en esencia y en intención, no se sale ni un ápice de ese trillado sendero bien asimilable que es el tópico. En ningún solo momento. Su devenir no se permite la más mínima tentación de un posible riesgo.
Ahora bien, ¿Quiere esto decir que INTOCABLE es un film abominable por su descarada sumisión a lo que se espera de un film construido para abordar la fibra sensible del espectador?
Rotundamente, no. Desde ese punto de vista, el film galo se sitúa, por ejemplo, a años luz de la sesudamente tramposa TAN FUERTE, TAN CERCA, de Stephen Daldry, de inminente estreno en nuestras pantallas.INTOCABLE no descuella por el delito de la “lacrimogenia” trapera por la espalda.
Esto sucede porque los dos realizadores, al menos, tienen la prudencia de no apretar jamás las tuercas. Sabedores del peligroso voltaje emocional desde el que parte la historia, Toledano y Nakache aplican una sana sencillez contemplativa a la relación de los dos personajes. Esta última es capturada mediante una sensible paciencia de observación, gracias a la cual la diferencia de caracteres es exhibida con una cauta serenidad.
Ese tono nada tremendista, ni exagerado logra que, por ejemplo, el asunto de la dolencia del Philippe esté integrado en le relato en calidad de elemento aportador de una cortés comicidad, puesto que se tiene el acierto de que no menguar el potencial de frescura, desinhibición y descaro impuesto por la arrolladora personalidad de Driss.
A tal efecto hay que reconocer la tremenda complicidad que se advierte entre el trabajo de los dos actores. François Cluzet y Omar Sy no tardan un segundo en afirmarse como el garante de la verdad de un film con la mentira muy bien fabricada. INTOCABLE no tiene apariencia de falsa, gracias al talento y a la humildad de ambos.
Maquillándolo, los dos logran salvar el cálculo matemático con el que se ha cocinado la emotividad amistosa sobre la que bascula el peso de la historia. La afabilidad de su visionado es debida a la palmaria efectividad de su elegante y compinche prestación actoral
Previsible, vista y manipuladora, sí. Pero amena, eficaz y digna, pues también.