Título original: Jurassic World
Año: 2015
Duración: 124 min.
País: Estados Unidos
Director: Colin Trevorrow
Guión: Colin Trevorrow, Rick Jaffa, Amanda Silver, Derek Connolly (Personajes: Michael Crichton)
Música: Michael Giacchino
Fotografía: John Schwartzman
Reparto: Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Nick Robinson, Vincent D'Onofrio, Ty Simpkins, Irrfan Khan, Jake Johnson, Omar Sy, BD Wong, Judy Greer, Lauren Lapkus, Brian Tee, Katie McGrath, Andy Buckley, Jimmy Fallon, James DuMont, Colin Trevorrow
Productora: Amblin Entertainment / Universal Pictures
Nota: 5
JURASSIC WORLD no se molesta en absoluto en remitirse constantemente a esa nutritiva comodidad creativa que es la prudencia prefabricada. El producto resultante de la operación no es sino el cálculo consecuente a una operación pergeñada para, por un lado, imponer el justo, mínimo pretexto mediante el cual justificar su existencia y, por otro, amarrar cualquier intentona distanciadora en exceso del referente desde el que parte. En otras palabras, Steven Spielberg sabe más por productor que por diablo y, aparentando convocar ciertas primicias, a la postre, sin temblarle el pulso avizor, deja que todo siga igual para nada se aleje de lo mismo. Al autor de EN BUSCA DEL ARCA PERDIDA, pastor sonrientemente despótico de su ganado, no hay lobosaurio que le muerda la obediencia de su rebaño de criaturas prehistóricas.
Más de dos décadas de la arrolladora irrupción de, digámoslo pronto, una de las obras menos interesantes del creador de TIBURÓN, la nueva entrega de la saga JURASSIC PARK, en su presentación presenta no pocos componentes vertebradores de interés: en primer lugar, la consciencia absoluta de franquicia, de nueva cita con la sabida función. No resulta baladí la pequeña variante del título. No nos hallamos frente a PARQUE JURÁSICO IV, sino ante JURASSIC WORLD, el nombre del nuevo parque de atracciones, en completo funcionamiento, al cual acuden los dos elementos adolescentes con los que arranca el film.
La franquicia dentro de la franquicia. La novedad del film de 1993 convertida en espectáculo reincidente, puesto que en 2015 la sorpresa de aquella se antoja ya logro del todo imposible. El espectador de hoy acude a la cita como los visitantes que pagan su entrada dentro del film para asistir al mundo deparado dentro de la isla: sabiendo lo que van a contemplar. JURASSIC PARK queda convertida en el prospecto de JURASSIC WORLD. De hecho no es sino una vuelta de tuerca acomodada, prisionera, pueril de la primera.
En segundo lugar de esta lista de piezas pergeñadas para la ocasión, hallamos la imposición de dos unidades argumentales, en principio, llamadas a plantear una cierta quiebra distintiva, una excusa dirimidora de alguna interesante controversia sorpresiva con respecto a la fáciles expectativas suscitadas por un producto de las características baja las que ha sido auspiciado éste. La primera de ellas la propone la necesidad comercial de los directivos del parque por manufacturar una nueva atracción capaz de suscitar un interés en los adictos a este tipo de experiencias que ya conocen al dedillo lo ofrecido en el programa de actos y contemplaciones: de nuevo, el film invocando su condición de episodio dependiente de un patrón bien definido. Ésta ansiedad de la gerente parece la misma que la del equipo ejecutivo ejecutador del film.
La otra disposición argumental es, con mucho, el elemento más interesante del JURASSIC WORLD. Se trata de la trama dispuesta por el villano interpretado por Vincent D´Onofrio: la idea de convertir a los velociraptores domesticados por Owen Grady en criaturas al servicio del ejército, dada su destreza y voracidad para capturar a una presa humana. Una avaricia abusivamente inhumana que se convertirá en oportunidad oculta, dispuesta a jugar su baza cuando el caos aterrador originado por el Indominus Rex campe a sus mortales anchas por Isla Nublar.
Sin embargo, pese a la incorporación de estos presuntos catalizadores de una coartada para el escape no previsto, obviamente, Spielberg manda, y ninguna de las dos supera la condición de mero apunte rápidamente aliviado de toda responsabilidad de flagrante cambio. De forma muy poco sutil, todo termina siendo encauzado a mayor gloria del recuerdo de la primera entrega: la insulsa aportación de los dos adolescentes, las continuas citas al film génesis de la saga (el recuerdo expresado de la tragedia, la camiseta de uno de los controladores, los jeeps rescatados del garaje, las puertas descubiertas, la aparición estelar de una de las criaturas más famosas de aquella, etc.), y, entre otras muchas más llamadas al orden establecido por el Mesías, la azucarada brusquedad de la resolución afectiva y familiar entre los principales personajes concluyen controlando la función para que, lo dicho, todo siga igual porque lo que interesa es la misma tiranía de lo consabido. En definitiva, un entretenimiento no insultante, amenamente facturado, que sabe en todo momento que su fiereza es prueba de algodón sobre plato recién sacado del lavavajillas. Spielberg o el negocio del nada por allá para que nada haya por aquí.