Título: The Dark Knight Rises (Batman 3)
Año 2012
Duración 164 min.
País USA
Director Christopher Nolan
Guión Christopher Nolan, Jonathan Nolan (Historia: Christopher Nolan, David S. Goyer. Personajes: Bob Kane)
Música Hans Zimmer
Fotografía Wally Pfister
Reparto Christian Bale, Tom Hardy, Anne Hathaway, Michael Caine, Gary Oldman, Joseph Gordon-Levitt, Marion Cotillard, Morgan Freeman, Juno Temple, Matthew Modine, Josh Pence, Nestor Carbonell, Brett Cullen, Tom Conti, Aidan Gillen, Cillian Murphy, Liam Neeson, Ben Mendelsohn
Productora Coproducción USA-Reino Unido; DC Entertainment / Legendary Pictures / Warner Bros. Pictures
Valoración 5
Resultaba mayúscula la empresa de remontar el magistral vuelo dirimido por EL CABALLERO OSCURO (2008), la absolutamente magistral segunda entrega de la remodelación del personaje de Batman, que Christopher Nolan había dada inicio con la excelente BATMAN BEGINS (2005). En manos del creador de MEMENTO, el superhéroe agazapado tras la fisonomía de un murciélago había resurgido del ceniciento desahucio al que había sido condenado mediante la burda BATMAN Y ROBIN (1997).
El éxito de Nolan fue huir de ese encefalograma plano y remontar al personaje hacia su origen. BATMAN BEGINS resultó ser, más que una película de superhéroes, la investigación dramática de una compleja personalidad: la radiografía de un hombre que construía su superpoderes cuestionando, justificando, siendo humana y torturadamente consciente de esta facultad. De resultas, Batman adquiría rango de personaje dramático tan todopoderoso como vulnerable.
EL CABALLERO OSCURO (2008) vino a certificar la maestría de su realizador, pues todos pudimos comprobar las ansias por el riesgo y la dificultad que lo caracterizan, pero vehiculados de forma impecablemente perversa, audaz, incómoda y sobresaliente. Si su precedente ya no era una obra al uso, en cuanto que película centrada en las andanzas de un superhéroe, ésta era lo menos esperable que cabía aguardar de la segunda parte de una exitosa saga.
Nolan la pergeñó administrándole una asombrosa autonomía e inmiscuyendo al sólido personaje central de la primera en una trama en la que éste debía implicar sus fuerzas y sus fragilidades hasta el más tormentoso de los límites. El gusto por el juego doble, por la subtrama oculta, por la identidad enmascarada, por el artificio enroscado se adecuaban a la perfección dentro de un ladino dispositivo escénico, todo él soliviantado por un portentoso barroquismo estructural que fluía con rapaz, envenenada, fustigante soltura.
Lógicamente, como ha quedado expresado en la primera línea del presente escrito, la tarea de continuar y concluir definitivamente la tercera partitura de la gran sinfonía se antojaba empeño de nada fácil consecución. Por desgracia, la contemplación de EL CABALLERO OSCURO: LA LEYENDA RENACE certifica esos temores: Nolan ha sucumbido ante esa responsabilidad.
Y lo más doloroso de la experiencia es corroborar que la decepción viene motivada no porque haya sido incapaz de maquinar un artilugio a la altura de sus dos precedentes, sino porque él mismo se obceca en llevar el barroquismo antes citado a esos niveles de grandilocuencia que hicieron aparición en la tan brillante como vacía ORIGEN. Se diría que Nolan es el perfecto trapecista para quien el tripe mortal sin red es moco de pavo, y ya no es capaz de exponerse ante el público en la pista si no es para hacer ese ejercicio con un turbante en los ojos, con las manos atadas a la espalda y con los pies calzados con grilletes de preso peligroso.
Analizado estructuralmente, el film dispone de todos los elementos necesarios para que el remate final hubiere sido el idóneo: tenemos continuación a la trama inconclusa de la anterior entrega (la desaparición de Batman a ojos de la sociedad de Gotham City y su autoinflingida caída en desgracia para salvaguardar la seguridad de la ciudad), tenemos la aparición de personajes nuevos (Catwoman, Bane, John Blake, Miranda Tate) que tratan de dotar de autonomía argumental a éste capítulo final y, finalmente, se nos estimula un hilo narrativo que obliga a la rememoración de algunas claves expuestas en BATMAN BEGINS, el germen de la trilogía.
El problema que fragua el fracaso de EL CABALLERO OSCURO: LA LEYENDA RENACE es que, además de atender a todas ellas, Nolan se obceca en encauzarlas dentro de una demasiado evidente parafernalia simbólica con mensaje. La película, poco a poco, va haciendo emerger una simplón sustrato metafórico, impelido por un intento de involucrar por entre toda la compleja maraña de acciones una urgente radiografía de la sociedad contemporánea actual, una poco esperanzadora visión de los gravísimos problemas sociales y económicos que están sacudiendo los cimientos de nuestra civilización: Gotham, como maqueta, como fábula, como lienzo ficticio de la crisis institucional que nos está llevando al caos.
Resulta más que notoria la desmesura de intenciones justo en el episodio que tiene la obligación de cerrar todos los cabos. No es casual que la duración del film sea de casi tres horas y que la consecuencia primera de este metraje sea la constatación de que le sobra una. Es una pena, porque los mimbres de la historia sí han sabido crearse, pero todos ellos aparecen desaprovechados, zarandeados, condenados a una suerte de superficialidad que no había aparecido en un solo plano las dos entregas anteriores. Nolan aplica a la trama perfecta una terapia reivindicativa nocivamente errada.
La introducción de esa parábola apocalíptica social hace que se cometa el primer gran lastre: la tardanza en la aparición de Batman. Se hace realmente pesada la insistencia en la crisis personal de Bruce Wayne. Esto provoca otra palmaria e inesperada fractura: la carencia de interés (Lucius Fox, James Gordon) e incluso la antipatía (Alfred) que despiertan los personajes fijos de la serie. Todos ellos aparecen insistiendo una y otra vez en la parálisis que demuestra la encrucijada íntima y moral de Wayne, heredada de su predecesora inmediata. El primer tercio, a excepción de la asombrosa escena de arranque y de la estimulante presencia de Selina Kyle, es plomizo y lastrador porque abunda en algo que el espectador ya sabe.
El perfil de los personajes y, sobre todo, la interrelación entre ellos, deja bastante que desear: no resulta de recibo, por ejemplo, el seguimiento a la vertiente afectivo-amorosa que traza la aparición de CatWoman (espléndida Anne Hathaway: lo mejor con diferencia del film) y de Miranda Tate. El emplazamiento final de la primera y la importancia inesperada de la segunda exigen un detenimiento y un desarrollo que se le escatima a ambas y al espectador. Lo dicho, los minutos empleados en el discurso sociopolítico hacen mella en el trazado de los conflictos que presenta la aparición de personajes merecedores de una profundidad que no tienen. Las criaturas de EL CABALLERO OSCURO: LA LEYENDA RENACE reclaman una oportunidad que Nolan, embelesado en sus ansias de todopoderosa osadía, se niega a darles.
Claro está, si la película no es una completa debacle, se debe a que Nolan, aunque en esta ocasión se haya equivocado, sigue siendo un cineasta inconmensurable. El film es decepcionante, pero no es malo. Aún con todas sus muchas insatisfacciones acechando, nos hallamos ante un producto entretenido, en el que se puede seguir saboreando la insólita capacidad de orquestación que tiene el autor de EL TRUCO FINAL a la hora de conducir con firmeza secuencias en las que se acumulan un buen puñado de subtramas paralelas.
Nolan es tan bueno que, por desgracia, para quienes le admiramos y nos dolemos de sus errores, deja entrever la película que tenía en sus manos y ha dejado escabullirse por exceso de vanidad creativa: el sentido del humor que se intuye en la observación a Selina Kyle y que ya no aparece por ningún otro lado en un film al que le falta aire fresco urgente, la forma tan formidable que tiene de concluir la historia abocándola al origen de todos los hechos (tratamiento circular de los acontecimientos), o el riesgo que impone la fisicidad de un film que resuelve los combates entre opuestos privilegiando la ausencia de facultades extraordinarias (desestimando, consecuentemente, la parafernalia de efectos especiales.
EL CABALLERO OSCURO: LA LEYENDA RENACE, en definitiva, no está a la altura de lo esperado, porque la sabiduría de Nolan nos tiene acostumbrados a la excelencia. Eso sí, ORIGEN y ésta certifican que esa sabiduría le está cosiendo una elegante soga de engreimiento. Esperemos que sepa aliviarse el cuello renaciendo de la oscuridad a la que va derechito.