El Vuelo Flight Imagen Pelicula 2

Título: Flight

Año 2012

Duración 138 min.

País USA

Director Robert Zemeckis

Guión John Gatins

Música Alan Silvestri

Fotografía Don Burgess

Reparto Denzel Washington, Kelly Reilly, Don Cheadle, Bruce Greenwood, John Goodman, James Badge Dale, Melissa Leo, Nadine Velázquez, Brian Geraghty, Dane Davenport, Tamara Tunie, Garcelle Beauvais, Alex Frost, Kwesi Boakye, E. Roger Mitchell

Productora ImageMovers / Paramount Pictures / Parkes/MacDonald Productions

Valoración 4

Tras estar prácticamente una década enfrascado en proyectos cinematográficos rodados con la técnica del “motion capture”, Robert Zemeckis ha decidido implicarse en proyecto dramático de enjundia sin dirimir la inútil  mediación de ese irritante sucedáneo del actor real. Da la impresión de que los poco estimulantes resultados comerciales de su última aventura de pseudoanimación, UN CUENTO DE NAVIDAD, han obligado al creador de REGRESO AL FUTURO  a dejar aparte los experimentos tipo POLAR EXPRESS y BEOWULF y, por lo tanto, a retomar la trayectoria que dejó aparcada en NAÚFRAGO. Vistos los resultados, cabe decir que su potencialidad como director melodramático dista mucho de seguir manteniendo el brío demostrado en este film que protagonizara Tom Hanks en el año 2000.

El film narra la particular encrucijada personal que sobrevendrá a un alcohólico piloto de aviones que, tras tomar una serie de arriesgadísimas decisiones, logra salvar de una muerte segura a la mayoría de los pasajeros y tripulantes. Las investigaciones posteriores convienen en que aquel, dada la inesperada avería de una de las piezas del aparato, demostró un coraje y una pericia sobrehumanos. Sin embargo, los resultados de la obligada analítica de sangre que le fue hecha tras el aterrizaje forzoso en un descampado se empeñarán en complicarle la heroicidad: éstos revelan el alto consumo de alcohol y drogas.

El film, pese a su apariencia de film adscrito al subgénero de las catástrofes aéreas, se desvía rápidamente de este trillado corpus para decidir adentrarse en el potencial dramático que presenta su problemático protagonista. No resulta casual la elección de la magnífica escena de apertura. En ella, mediante un plano fijo de interior, vemos salir a una mujer desnuda de la cama de una habitación de hotel. El cuerpo de un hombre semidesnudo también entra en plano. Los movimientos de ambos, sus gestos cansados, poco ágiles, la semioscuridad de la habitación, el aspecto desastrado de ésta, la pesadez y la desgana de él al hablar por teléfono de forma airada con la que se supone que es su exmujer dan idea de que la noche previa ha estado pasada de sexo y desenfreno aledaño con sustancias y líquidos cooperantes de la causa.

La duración de la escena, la fijeza con la que la cámara muestra a sus dos integrantes y la sutilidad con la que la atención se centra en el componente masculino permiten  entrever que no nos hallamos frente a la típica escena explicativa de un comportamiento indebido,  originante de un percance posterior, propia del típico film catastrófico. A Zemeckis le interesa otra cosa: mediante esta paciente escrutación en los efectos de la mañana siguiente de un desenfreno entre dos aliñado por nariz, lo que está dejando zanjado es el perfil del protagonista. La impavidez con la que atiende a esta eventualidad permite albergar magníficas esperanzas.

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El primer plano que toma la cámara fuera de la habitación nos presenta de forma frontal que el hombre de la habitación es un piloto de aviones: un irresponsable profesional de la aeronáutica con la vida personal en perfecto estado de abandono, capaz de emprender la agenda laboral del día sin haber descansado lo suficiente y sin haber dejado transcurrir el tiempo suficiente como para conseguir que los efectos de todo lo consumido desparezca. De forma rápida, eficaz y jugosa, el realizador ha sido capaz, sin caer en subrayado alguno, de concretar un demoledor y certero retrato de Whip Whitaker: las escenas anteriores a la del accidente (su llegada al avión, su modo de presentarse al copiloto, la ingesta de dos botellines de ginebra) abundan impecablemente en ese cometido.

El problema principal de EL VUELO se gesta en lo fraudulento de su devenir dramático una vez queda planteada la encrucijada descrita en el segundo párrafo de este escrito. El incuestionable aplomo de Zemeckis tras la cámara no basta para sostener la insuficiente deriva moral que define la observación del protagonista, una vez ésta queda planteada. La notabilísima primera hora del film (la presentación del personaje y la soberbia, por artesanal e intensa, recreación del accidente –soberbio el plano de video cámara aficionada que visualiza el impacto con el que se concluye toda la secuencia: esta punto de vista exterior ya preconiza el alcance mediático del acontecimiento-)  no merece el abandono telefílmico contra el que sucumbe el último tercio. 

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El encauzamiento redentorio de la pobre alma díscola obliga, por ejemplo, a la elección del peor de los desenlaces posibles: el más inverosímil. La película lo tiene todo para intentar ser la densa apropiación del alma de un temerario sin escrúpulos, de un alcohólico caprichoso, irresponsable que  por causa de esa obcecación en la ineptitud continuada posee, justamente,  la vida hecha los añicos que ha evitado a las existencias de todo el grupo humano que ha logrado salvar de forma inigualable.

Da pena contemplar los esfuerzos escénicos con los que Zemeckis intenta disimular esa deriva inverosímil, agotada, reiterativa, de ética de manual. El autor de FORREST GUMP no pierde en un solo momento el pulso, mas el contenido de la peripecia dramática que debe encuadrar no está a la altura de su oficio. Lo mismo vale para la encomiable contención con la que un concentradísimo y creíble  Denzel Washington resuelve su cometido. 

El material escrito que presta el guión de EL VUELO no merece la férrea implicación del trabajo de ambos. El film deviene un relato de amplias posibilidades, todas ellas malogradas por la degradante cobardía de un relato que decide aterrizarlas de forma temeraria y antojadiza (bochornosa la escena de la noche en el hotel previa al juicio). Lo que no le sucede al vuelo, le sucede al film: se pega un leñazo con muy poquitos supervivientes.

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