Título original: Konferentsiya
Año: 2020
Duración: 135 min.
País: Rusia
Dirección: Ivan I. Tverdovskiy
Guion: Ivan I. Tverdovskiy
Reparto: Filipp Avdeev, Natalya Potapova, Natalya Tsvetkova, Aleksandr Zlatopolskiy, Yan Tsapnik, Natalya Pavlenkova, Anna Slyu, Aleksandr Golubkov, Oleg Feoktistov, Kseniya Zueva, Natalya Batrak, Aleksander Semchev
Nota: 8.4
Comentario Crítico:
Habiendo tenido ya su estreno mundial dentro de las Giornate degli Autori de la última edición del pasado Festival de Venecia, una vez vista, no puede extrañarnos en modo alguno el reconocimiento que CONFERENCE tuvo por parte del jurado de la sección Nuevas Olas del Festival de Cine Europeo de Sevilla. Ivan I. Tverdovsky va forjando una muy interesante trayectoria, dentro de la cual sobresale la formidable acogida crítica con que fue recibida ZOOLOGY hace cuatro años. Su última obra debiere reportarle ese mismo reconocimiento, por cuanto se trata de un proyecto arriesgadísimo en el que el resultado final consigue estar a la altura de la tupida red de complejidades sobre la que reclama estar cimentado.
Dicha red de presupuestos de partida fundamenta su marco narrativo en torno a un luctuoso suceso de la historia reciente de Rusia. Se trata del tristemente conocido como asalto al Teatro Dubrovka, el altercado de orden nacional más grave al que tuvo que hacer frente un Valerin Putin que apenas llevaba dos años instalado al frente del gobierno de su país. El 23 de octubre de 2002 un grupo formado por medio centenar de terroristas separatistas chechenos asaltó el citado teatro moscovita, con la intención de exigir al presidente el fin de la guerra con Chechenia y la retirada rusa de ese enclave.
Se estaba representando el musical NORD-OST. 850 espectadores se hallaban contemplando la función. Todos fueron hechos rehenes. Las negociaciones duraron más de dos días. 57 horas después del momento del secuestro el ejército ruso decidió asaltar el recinto. Para ello utilizaron un lanzamiento de gases nocivos. Todos los terroristas fueron abatidos. 180 espectadores, entre los que se encontraban varios niños, también. Resulta obvio decir que las autoridades rusas han sido muy remisas a esclarecer los claroscuros de una operación militar de tan terrible saldo. Putin demostró lo mismos titubeos que el hueso de un aguacate, convirtiendo el asunto en aleccionadora rozadura mediante que lucir la sensibilidad de su tobillo. CONFERENCE aborda las inclementes secuelas psicológicas sufridas por los familiares más allegados a las 180 víctimas civiles.
El film se abre con un plano fijo larguísimo. Situando la cámara en el techo de la platea de un teatro vacío, vemos a una operaria pasando la aspiradora a la moqueta del suelo. El plano no finaliza hasta que aquella acaba una hilera de butacas, de derecha a izquierda, lentamente. Sólo se escucha el ruido del aparato. La escena siguiente transcurre en el despacho del director del recinto. Allí se discuten los pormenores del homenaje anual a las víctimas que dos mujeres organizan. Una de ellas es una religiosa. Se llama Natasha (una implacable, estremecedora Natalya Pavlenkova). Se trata la decimoquinta celebración de esa ceremonia recordatoria de la masacre.
Este modo de presentar el meollo argumental y también al personaje sobre el que, intuimos, va a ser depositada la responsabilidad de comandarlo ya apercibe al espectador de que el devenir narrativo al que es invitado va a distar de conformarse con los tejemanejes desgarradores de un film dramático canónico. Tanto el plano de apertura de cinco minutos de duración, la elección del espacio teatral como espacio principiador del film, como la severa confianza impenetrable que define el modo con el que Natasha escucha, replica y exige requerimientos (intensificada por la cerrazón facial del hábito que viste) obligan a esperar un tratamiento en modo alguno vehiculado hacia los protocolos genéricos.
Tras una virulenta escena familiar que nos pone en antecedentes sobre las circunstancias personales de Natasha, CONFERENCE no tarda en revelar la arriesgada naturaleza experimental con la que decide pertrecharse para descerrajar una virulenta reflexión sobre el peso del dolor cuando este es asumido como penitencia inatajable, como calvario sobre el que es imposible negociar alivio alguno, como cruz hacia la que imprecar veneración constante, como flagelo cotidiano mediante el que mantener vivo un luto al que quien lo asume se niega a posibilitar sutura.
El film propone un dispositivo de carácter semidocumental y escenificatorio en el que destaca una extensa escena central de una hora de duración, dentro de la cual tiene lugar la cita organizada por Natasha y su ayudante. Los asistentes a la convocatoria son algunos de los supervivientes de la tragedia antes citada. Todos serán obligados a relatar en voz alta los detalles de su experiencia durante aquellas casi sesenta horas que duró el secuestro y la operación de rescate.
Un gran plano general fijo con la cámara situada en la parte trasera del escenario, con Natasha y su compañera de espaldas a la cámara dando las pautas para situarse y pedir turno de habla posibilita un jugoso desplazamiento formal de significados espaciales. La platea se convierte en escenario. Las víctimas quedan focalizadas como objeto de atención de un público (el espectador cinematográfico) que no está en esa sala, como actores accidentales de una función secreta. El sigilo y la rabia ambientales los solicita en calidad de recitadores de un papel para el que no necesitan ensayo alguno: la memoria de cada uno esgrimirá el aval de un detallado libreto. La circunspección con la que el realizador opera este duro despojamiento emocional hace que lo encuadrado trascienda la mera experiencia revividora.
De súbito todo adquiere un tinte de empecinada naturaleza obsesiva y mental. El patio de butacas se torna trasunto de la obcecación psicológica de la protagonista. El diálogo escrutativo que dispone, por un lado, la desconcertada, herida, traumática exposición de repasos invocacionales y, por otro, la firmeza en no quebrantar el mandamiento de mantener la cámara siempre dentro del patio de butacas abundan, sin subrayarlo, en esa indagación introspectiva que decide cuestionar hasta qué punto es lícita, necesaria e íntegra esa reincidencia en la fatalidad, ese intento desesperado por rescatar lo irrescatable acudiendo sempiternamente al instante en el que la desgracia desenfundó su zarpazo.
Incómoda, escrupulosa y tenaz en la virulencia de su perseverante ánimo en modo alguno aliviador, CONFERENCE interroga las certidumbres que esgrime y convierte en fe vital su protagonista. No busca respuestas, sólo agobiarlas enumerándolas.