Solo Los Amantes Sobreviven Imagen 2

Título original: Only Lovers Left Alive

Año: 2013

Duración: 123 min.

País: Reino Unido

Director. Jim Jarmusch

Guión: Jim Jarmusch

Música: SQÜRL

Fotografía: Yorick Le Saux

Reparto: Tilda Swinton, Tom Hiddleston, Mia Wasikowska, John Hurt, Anton Yelchin, Slimane Dazi, Jeffrey Wright

Productora: Recorded Picture Company / Pandora Films / Faliro House Productions

Nota: 7

De un auténtico vampirizador de géneros como es Jim Jarmusch cabía esperar que la succión por él acometida sobre el subgénero del cine de terror que conforman los films protagonizados por las criaturas adictas a la sangre humana no tuviera otro referente más que el particular modus operandi del creador de GHOST DOG. SÓLO LOS AMANTES SOBREVIVEN no es ni más ni menos que la respuesta esperable de un creador que no ha hecho sino concebir su manifiesto creativo desde la apropiación transgresora, camaleónica y personal de ese canon modélico que es todo género. Jarmusch es Jarmusch, o no es.

El mito vampírico en sus manos, por lo tanto, no tardará apenas un minuto en revelar su naturaleza conscientemente quebrada, deslizante, hecha virar hacia el territorio de la personalidad del ojo que la mira, del colmillo que la deja exangüe. Más allá de la trama de la historia, como siempre en su autor, SÓLO LOS AMANTES SOBREVIVEN vale mucho más por lo que tiene de operación unívoca emprendida por el libérrimo capricho postmodernizador que por la excusa narrativa organizada para emprender la osada experiencia nocturna, alevosa y arrolladoramente personal, porque además, sin ningún tipo de tapujos, Jarmusch se reserva dentro del film una apropiación protagónica deliciosamente maliciosa, que pone en evidencia la naturaleza biográfica, paródica, de manifiesto estético existencial desde la que parte el periplo.

El film nos presenta a dos vampiros milenarios, son Adam y Eve. Adam ejerce de venerado músico de culto que hace mucho tiempo que permanece desaparecido del gran público viviendo en una apartada mansión de Detroit. Eve vive en Tánger abandonada a su apasionada devoción por la lectura de libros. La presentación de los personajes ya nos advierte de que la caracterización maquinada por el autor de FLORES ROTAS va a distar mucho de los rasgos característicos de las criaturas clásicas del género: nos situamos en las antípodas del relato terrorífico para pasar a ser testigos de cómo Jarmusch asume el potencial de sus propias criaturas para, de un lado, desangrarlo de su singularidad intrínseca , y, de otro, revertirlo a la postulación que desde ese vaciado de previsiones  él quiere proponer.solo-los-amantes-sobreviven-imagen-8

Lo más fascinante de la operación presentada es la idea de hartazgo que, sobre todo Adam, no cesa de exponer, de quejar, de asumir como insoportable de mantener por más tiempo. Los vampiros de Jarmusch ejercen de criaturas conscientes de su condición intemporal y este grado de autoalumbramiento conlleva una rotunda carga de desazón existencialista, de pesimismo relacional, de angustia paralizante, decepcionada, insoportable. Aquí es donde actúa con fiereza la otra gran característica con la que el guionista ornamenta a los dos protagonistas: la cultura.

Nos hallamos frente a dos vampiros intelectuales, cultísimos, creadores de un vasto universo personal en el que no cabe la vulgaridad; de ahí la mirada implacablemente oscura sobre el mundo alejado de las paredes en las que ellos preservan su persistencia en esos valores. El desasosiego, la negrura, el abandono, la ausencia de iluminación con la que Jarmusch, soberbiamente, filma los exteriores a los hogares abunda a la vez en la lógica condición de los dos personajes (en tanto que vampiros, la mirada frontal a la luz del sol está veetada) y en la mirada implacablemente abatida que se ejerce sobre la burda, perdida, indocta sociedad contemporánea. Se podría decir que el personaje de Adam actúa de alter ego del propio realizador. De algún modo, el film es un manifiesto, un diario, un alegato, una semblanza gótica, una cool confesión, una biografía literaturizada , mediante la que, camuflado entre exquisitos vampiros evitadores de todo roce con humano enfermo de zafiedad, aquel lanzara su veredicto sobre el estado de las cosas.

Intachable en la radicalidad con la que desarrolla su postulación, SÓLO LOS AMANTES SOBREVIVEN pertenece a esa clase de films personalísimos, en los que es innegable la validez y la rotundidad autoral desde la que están concebidos y realizados, pero en los que ese peso intransferible se convierte intermitentemente tanto en seducción como en exceso. El film es, sin solución de continuidad, a intervalos impredecibles, un ejercicio atractivo e irritante,  sugerente y estancado en lo genuino de su concepción, rico en hallazgos  excepcionales (ese árbol genealógico) y en divertimentos de dudosa obviedad modernizante, pero que concluye proponiendo una valida y hermosa reivindicación de la vida como instante súbito en el que lo único, lo bello, lo irresistible puede aparecer cuando uno menos lo espera y más lo necesita.

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