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Sección: OFICIAL

Dirección: Richard Linklater

Reparto: Ethan Hawke, Margaret Qualley, Andrew Scott, Bobby Cannavale.


NOTA: 9


LInklater o el dilema de la palabra. O mejor dicho, de las muchas palabras. Que el autor de BOYHOOD propone el verbo dicho por sus personajes como metodología mediante la cual  cada uno de ellos define su carácter,  abriéndose por lo tanto la puerta a través de la que el espectador se apresta a conocerlos, tras tantas ocasiones ya visionadas, no debe extrañar hoy a nadie. Pues bien, seguramente BLUE MOON se confirma como una de las más refinadas muestras de ese modo medularmente expresivo, dialéctico y conversador. La palabra dicha se convierte en el único espejo posible en el que ver reflejada toda la caústica complejidad de un personaje al que el calificativo de fascinante le viste como un perfecto traje hecho a medida.

El film se abre con los últimos instantes de vida consciente de un hombre que, ebrio, bajo la lluvia, camina a paso lento, tarareando una canción, por una callejuela oscura del Nueva York de invierno de 1943. Se trata de Lorenz Hart, uno de los más excepcionales letristas de canciones y musicales de la historia del espectáculo norteamericano. Por desgracia, también de los más desconocidos, puesto que murió muy joven, habiendo caído en desgracia al haberse roto poco antes de su deceso su estrecha colaboración con otro gigante del género,  el muy reconocido Richard Rodgers.

Precisamente el film se centra, de modo exclusivo, siete meses antes de la escena prólogo, justo en la noche en la que está teniendo lugar el estreno de uno de OKLAHOMA!, uno de los musicales más famosos de los estrenados jamás en Broadway. Hart está en un palco del teatro, pero no espera al final para levantarse de su asiento. A media función, se va de allí para irse a tomarse unos tragos a su bar favorito, el Sardi's. La narración del film no saldrá de ese local desde el momento en el que el compositor entra en él.

Con esta decisión lo primero que abole Linklater es la tentativa de un biopic al uso. BLUE MOON se sitúa en las antípodas de ese género tan proclive a la banalización de la figura histórica que decide analizar. La excusa del film podría ser la de asistir al modo en el que el autor de "The lady is a tramp" vivió toda la espera a las reacciones posteriores al estreno del primer musical que Rodgers firmaba sin  Hart, y el modo en el que este encajó el inmediato reconocimiento crítico dispensado por la crítica especializada del momento.

Esto es contemplado, es cierto. Pero como dictamen preciso del objetivo central de Linklater dicha aseveración dista mucho de ser verdadera. Al creador de ANTES DEL AMANECER le interesa la radiografía a fondo, cercana, nada compasiva y, a la vez, fieramente misericorde del personaje central de la escrutación del film: Lorenz Hart, sus luces y sus temores, su engreimiento y su brillantez, sus sombras y la arrolladora verdad de su procaz sabiduría.

Musical biográfico sin número escenográfico alguno, tratándose, como hemos dicho, de una semblanza muy puntual de un histórico de la escena neoyorkina, no puede por mas que ser asumida como justificada la decisión de consumar el espacio cerrado del mítico bar neoyorkino  como único espacio escenográfico del film.

El personaje central define la necesidad de ese entorno. No solo eso, Linklater concibe al protagonista como un personaje interpretando su última función. El bar queda emplazado como escenario en el que este actúa, disponiéndose todos los elementos de la escenografía (un pianista, la barra del bar, el camarero que lo atiende, el espacio de sala donde irán sentándose los que van llegando provenientes del teatro) para su más sincera e idónea exhibición.

Exhibición que, como cabe inferir del primer párrafo de este análisis, hace de la omnipresente expresividad de Hart (un Ethan Hawk apabullante, preciso, locuaz, controlado y tan enérgico en los parlamentos como agudo y sombrío en sus silencios contrariados) el recurso principal e irresistible de la gozosísima, impecablemente cinematográfica verosimilitud dramática deparada en esta ácida, divertida, elegante, nostálgica y agridulce semblanza de un tipo muy inteligente que juega todas sus cartas, conoce bien la potencialidad de sus estrategias, y por ello, también, es el primero en reconocer el contratiempo de saber que la partida no va a salir como él esperaba. Linklater, en cambio, sí la gana.

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