BONNIE PRINCE BILLY
THE PURPLE BIRD
Domino
Nota: 7.65
Comentario crítico:
A Bonnie Prince Billy se le suele enmarcar en etiquetas extrañas que, probablemente, no sepan explicar ni sus autores; country alternativo, folk gótico y otras memeces varias. Tal vez su máximo logro musical sea la grabación que hizo Johnny Cash de su canción I see a darkness. Mas, dejando de lado estas cuestiones, así como sus caprichosos cambios de nombre y personajes, el músico estadounidense ha sacado un disco, The purple bird, con un sonido cuidado, pulido, acompañado de una banda de músicos formidable. Sin ser redondo (la primera parte, salvo alguna excepción, es mejor que la segunda), supone un trabajo de buen nivel, un aporte digno al country.
Turned to dust se compone de guitarra, batería y piano (que da los acordes), la voz no tarda en entrar y en el estribillo, los coros la refuerzan. La letra reflexiona sobre las relaciones humanas. London May empieza con piano y batería. Los sonidos son disonantes, la atmósfera, lúgubre. Al poco se suma el bajo. Por otra parte, el estribillo incluye una guitarra eléctrica y una segunda voz. Esta canción habla de la muerte y es, sin duda, uno de los cortes más interesantes del álbum. Tonight with the dogs I’m sleeping consta de guitarra acústica, batería, una guitarra pedal steel y un banjo que hace alguna frase. La progresión de acordes no es otra que la 1-4-5. La lírica es desenfadada, cual J.J. Cale optimista.
Boise, Idaho empieza con una guitarra eléctrica limpia, batería, piano y armónica. El ambiente es melancólico, en contraste con el siguiente tema, The water’s fine. Ahí la historia de la canción es cordial, afable. La progresión vuelve a ser la de la tercera pista (y la de tantas canciones en la historia de la humanidad). El ritmo, por su parte, es andante y las guitarras acústicas son las protagonistas. Sometimes it’s hard to breathe juega con el slide y el pedal steel. Incluye además un violín y la letra simula una prédica a media voz. New water tiene una breve introducción de sintetizador y banjo. Inmediatamente después entran el piano y la voz, que va dejando espacios a los arreglos. La atmósfera es calmada y, a mitad, se oyen unos muy bien ejecutados vientos metales, así como un violín en la estrofa posterior al estribillo, en donde la voz está doblada.
Guns are for cowards se constituye mediante la batería, un acordeón y un sousafón, una mezcla variopinta donde las haya. En conjunto, se aproxima a un inane tema de baile de saloon del oeste. En Downstream el fraseo de una guitarra acústica acompaña a la voz. La progresión es la explicada y la voz de Billy oscila entre lo roto y lo nasal, a la manera de J.J. Cale o John Mayer. Finalmente, en el estribillo se añade un violín. Spend the whole night with you es una buena canción de amor, la voz se acompaña de coros una vez más y destaca también el violín y la percusión. Por otro lado, hay un par de guitarras acústicas, una para la rítmica y otra para las frases solistas.
El título de Is my living in vain ya nos anticipa una reflexión tétrica del yo lírico acerca de su vida. Se incluye un cello junto a las dos guitarras y la voz de Prince Billy. Por último, Our home contiene la novedad de una mandolina en la introducción, en la que oímos también una guitarra acústica y cierran el apartado musical un violín, una batería y coros. Este track describe la segunda parte del disco, variedad instrumental, pero escasa complejidad e interés en las canciones en sí, a diferencia de la primera parte.
En conclusión, el ahora Bonnie Prince Billy entrega un álbum curioso, arropado por un conjunto de músicos dignos de la banda de Elvis Presley, de producción bien trabajada que mejora varios de los cortes más flojos de este The purple bird. En los mejores momentos, letra y música funcionan como un tándem bien engrasado. En cualquier caso, la nueva obra del estadounidense asegura una escucha para disfrutar y cavilar.