TH S

HAMILTON LEITHAUSER 

THIS SIDE OF THE ISLAND 

Glassnote 

Nota: 8.8 

Comentario: 

Hay discos que, por lo bien que suenan y funcionan, por cómo está producida la música, la selección de instrumentos, las progresiones de acordes, las letras pasan a un segundo plano, hasta el punto de, incluso, dar igual, seguiríamos defendiendo su escucha. Pues bien, tras escuchar This side of the island del estadounidense Hamilton Leithauser, podemos afirmar que no sólo el apartado musical es excelso, sino que, además, la lírica está a la altura. Por otra parte, la combinación de los géneros que aquí se encuentran se aborda de manera diestra, cohesiva y sin contrastes incómodos. Y, como se verá ahora, resulta también admirable que, bajo ciertos parámetros clásicos, el de Washington logra innovar en sus composiciones.  

El primer corte del álbum, Fist of flowers, es un funk muy bien elaborado, de groove sólido. Lo conforman un piano honky, una guitarra con overdrive y una batería. La voz, que empieza desde un registro grave y algo rasgado, combina su ataque ascendente con el falsete. Leithauser parece alargar las sílabas de los versos finales como Bob Dylan. En el estribillo se incluyen coros y el crash de la batería está muy presente. Por su parte, la letra habla del anhelo por alguien ausente. Burn the boats inicia con la batería (muy agresiva) y un sintetizador con rueda de pitch (de tono), con la que se juega bastante, consiguiéndose así un efecto sonoro curioso. Por otro lado, el narrador de la letra parece estar atrapado en una relación.  

Ocean roar se compone de piano (que ejecuta arpegios), batería, guitarra eléctrica, la voz doblada y un saxofón tenor que se oye ya en la intro y que va interpretando frases entre los silencios de la voz. La letra versa sobre la nostalgia, la camaradería y la desconexión respecto al mundo, a la realidad. Knockin’ heart empieza con batería, bajo y guitarra con overdrive y reverb. El trabajo de ésta última, así como su producción, recuerda a la etapa de finales de los sesenta y principios de los setenta de los Rolling Stones. De hecho, Hamilton parece imitar a Mick Jagger, entiendo que como homenaje. Tal vez le sobre intensidad a las partes vocales.  

What do I think?, canción retrospectiva, contiene un par de guitarras, una rasguea y la otra marca los acordes según el pulso. Por otra parte, hay un sintetizador haciendo arreglos. Destacan aquí dos cuestiones; la primera es que parece que percibimos en la voz la teatralidad de David Bowie. La segunda, la presencia de un acorde aumentado (el quinto grado) para separar estrofas. No se quisiera ilusionar uno con la vuelta de construcciones armónicas inteligentes, pero, de vez en cuando, recibe motivos. Off the beach trata del arrepentimiento y la redención. Suenan un piano, una guitarra pedal steel y una guitarra de doce cuerdas.  

Un órgano de volumen volátil marca el comienzo de I was right. Posteriormente se suman la batería y lo que parece ser un dobro. El staccato de la canción funciona muy bien. En otro orden, el narrador de la canción busca recuperar el amor de una persona. De Happy lights destaca el buen uso de las dinámicas, como también el riff de la guitarra sustentado por la batería. La lírica confronta la alegría y la frustración. Finalmente, This side of the island alterna efectos electrónicos con el arpegio de una guitarra con reverb. Y el contenido lírico está marcado por el conflicto interno.  

En definitiva, el nuevo trabajo del exvocalista de The Walkmen supone un agradecido soplo de aire fresco en el panorama musical actual. El disco rezuma inteligencia, la producción es acertada y las letras no se dejan de lado a pesar del gran nivel musical que contiene This side of the island. Todo lo que se propone Hamilton en ese sentido lo consigue. Y estoy convencido de que la variedad de las canciones sorprenderá a los oyentes.  

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