Título Original In the Electric Mist
Año 2009
Duración 102 min.
País USA
Director Bertrand Tavernier
Guión Jerzy Kromolowski, Mary Olson-Kromolowski
Música Marco Beltrami
Fotografía Bruno de Keyzer
Reparto Tommy Lee Jones, John Goodman, Peter Sarsgaard, Ned Beatty, James Gammon, Levon Helm, Kelly Macdonald, Justina Machado
Productora Image Entertainment
Valoración 6
Causa cierto abatimiento comprobar cómo la última obra de Bertrand Tavernier, uno de los maestros indiscutibles del cine europeo de las tres últimas décadas, no está a la altura del cariño con el que está solventada. Nos hallamos ante un producto desacomodadamente irregular, en el que el cineasta francés, pese a contar con muchos elementos a su favor -su propia devoción por el espacio geográfico que sirve de marco al argumento-, no logra jamás superar una grave hendidura inicial, que le desvirtúa la plenitud de un proyecto por él tan preciado: el material escrito que le da soporte acumula un infecundo acaparamiento de pretensiones en su ilación. El guión final de En El Centro de la Tormenta la condena a un molesto vaivén argumental que la desvía constantemente de un serio elemento medular, éste sí, hecho cine de veterana altura.
Desconozco la obra literaria desde la que este film inicia su adaptación cinematográfica. Escrito por James Lee Burke, el libro –cuyo título es “In the Electric Mistwith Confederate Dead”- se encuentra en la lista de los favoritos del autor de excelencias de la magnitud de Hoy Empieza Todo o L 627. La idea de trabajarlo fílmicamente no es nueva. De ahí que sorprenda que un director que ha dado siempre muestras de una enorme exigencia en la elaboración de sus guiones, no haya sido capaz de advertir las magullantes deficiencias del que sus manos expertas han dado por bueno. Quizás la fijación por emular el material literario original le haya jugado ésta inoportuna pasada.
Desde luego, la dificultad de la empresa, vista la adaptación fílmica, no era menor. En El Centro de la Tormenta opera en todo momento dos niveles coordinantes que no amalgaman como persigue Tavernier detrás de la cámara. La historia no alcanza nunca a la mirada global del director sobre su obra. No acaudala la entidad que ésta exige. El interés personal suyo por hacer esta largamente apetecida inmersión en las enlodadas tierras de Lousiana insufla una sapiencia global muy superior a la que acumula el producto interiormente. In the Electric Mist es un film resquebrajado, que, sin embargo, la sabiduría indagadora de su autor logra enderezar. Intermitentemente, En El Centro de la Tormenta –por desgracia, no tanto como hubiéramos deseado- halla la hondura desasosegante que exige la turbiedad de los hechos relatados. La nunca inocente observación de Tavernier consigue imponerse, logrando atrapar la atención de quien lo contempla.
La misma trama ya está articulada en torno a dos peripecias criminales que malviven durante todo el metraje. De un lado, tenemos la investigación que el detective policial DaveRobicheaux ,un espléndido personaje que Lee Burke retoma en varias de sus novelas, realiza en torno a la aparición del cadáver destrozado de una joven.El comisario (un Tommy Lee Jones a la altura de su apabullante excelencia) presiente que el capo mafioso más importante del lugar está inmiscuido en el asunto y comienza a acosarlo. Robicheaux es toda una institución en la población de Nueva Iberia. El seguimiento a sus pesquisas permite una cruda inmersión en esa pantanosa localidad, ubicada en un profundo enclave de la Lousiana posterior a la catástrofe del huracán Katrina. Tavernier evita cualquier análisis sobre el funesto acaecimiento metereológico, pero sabe aprovechar escenográficamente la sordidez devastada del paisaje. La miseria humana que se va perfilando corre pareja a la ruinosa apariencia del entorno.
Y, en segundo lugar, tenemos otro hilo narrativo, que atañe sobremanera a una experiencia pasada de la que el propio Robicheaux fue testigo oculto cuando era joven: el descubrimiento de los huesos de un hombre negro asesinado a tiros años atrás en un lago. Éste súbito suceso le brinda al comisario la oportunidad de poder solucionar un secreto largo tiempo encubierto. De estas dos grandes peripecias narrativas, sin lugar a dudas, es la primera la que dinamita el desarrollo cínico, lóbrego, homenajeante y pegajoso que Tavernier anhela. Toda la peripecia investigativa que afecta al presunto asesino en serie peca de una nimiedad, una inconsistencia y una confusión ostensiblemente apática. El desenlace final, por ejemplo, es impresentable. De no saber que nos hallamos ante un producto que parte del propósito del propio director, casi diríamos que el presente ejercicio, en este determinado episodio, tiene todos los visos de ser la típica obra de encargo, a la que el profesional contratado no se ha molestado en solventar un material previo a todas luces mejorable. Ni limándole las evidentes asperezas simplificantes, ni descartándole los desvíos a todas luces improcedentes.
No podemos decir lo mismo de la segunda. El reencuentro del comisario con un episodio pendiente de clausura vital propicia un sólido desmarque narrativo, por el que Tavernier saca a flote con pasión su aventura norteamericana: la descripción, el acercamiento divertido, hondo y auténtico al protagonista eleva la denostada valía del film. En El Centro de la Tormenta vale lo que la feroz, ajada, tortuosa prestación de este magnífico personaje revierte a toda la embarrada ambientación emocional de la obra. Las conversaciones con su esposa (maravillosa Mary Steenburger), sus reflexiones caóticas y sinceras, la violencia determinante con la que se emplea en muchos momentos, y, sobre todo, la visualización de todo un universo ensoñatorio, que lo entremezcla con un grupo de soldados de un destacamento de caballería en plena guerra de Secesión, dan la oportunidad a que emerja con toda su acuosa grandeza exótica y siniestra un elemento al que Tavernier no quiere restar importancia alguna: el pantanoso y vapuleado entorno geográfico de Louisiana. En sus reposos, en los intermedios reflexivos o en los pasajes en donde la acción se detiene o se desembaraza de la nefasta pericia policiaca, el film se instala, ávidamente, en una extraña, atractivay peligrosa placidez.
In the Electric Mist, un sentido “blues” de amor por un universo admirado con la letra equivocada.