Título original: Robot and Frank (Robot & Frank)
Año: 2012
Duración: 90 min.
País: Estados Unidos
Director: Jake Schreier
Guión: Christopher D. Ford
Música: Francis Farewell Starlite
Fotografía: Matthew J. Lloyd
Reparto: Frank Langella, James Marsden, Liv Tyler, Susan Sarandon, Peter Sarsgaard, Jeremy Strong, Dario Barosso, Bonnie Bentley, James D. Compton, Ana Gasteyer, Kurt Grelak, Rachael Ma, Susan Mitchell, Dana Morgan, Joshua Ormond, Jeremy Sisto, Katherine Waterston, Jesse Newman
Productora: Park Pictures Features / Park Pictures / TBB
Nota: 6.8
Un curioso merodeo por la ciencia ficción, eso es lo que nos depara esta agradable fábula cinematográfica titulada UN AMIGO PARA FRANK. En ella, su realizador, el debutante Jake Schreier, salda positivamente la tarea de proponer un argumento desarrollado dentro de unos parámetros temporales claramente venideros, que, sin embargo, no exige la arquitectura de una escenificación espacial propia de la ciencia ficción alejada milenariamente de nuestro tiempo. Los espacios geográficos, urbanos y de interior, así como el vestuario y las acciones de los personajes son muy reconocibles a ojos vista del espectador contemporáneo. La acción, consecuentemente, también.
Esto es así, puesto que el acercamiento al género antes citado muy pronto va a desvelar que su máximo interés no va a ser el esperado en este tipo de citas. No nos hallamos frente a una reflexión postapocalíptica, ni ante una relectura del cine de aventuras en clave futurista, ni siquiera ante un análisis simbólico-ficiconal del devenir incierto, gangrenado, casi suicida al que la especie humana parece condenada. La propuesta de UN AMIGO PARA FRANK se distancia sensiblemente de esos presupuestos tan del gusto de la ciencia ficción de nuestros días.
El film tarda muy poco en definir su atractiva demarcación intencional. UN AMIGO PARA FRANK aborda la cotidianeidad solitaria, agria, desastrada y enferma de un anciano que vive en una casa alejada del centro de la ciudad a la que, día tras día, acude para visitar su biblioteca. Frank es un huraño lector empedernido que sólo depara atención, simpatía y gentileza a la mujer que trabaja en ese local y que, cómplicemente, le responde con ácida cortesía a sus demandas.
Frank tiene dos hijos. Madison trabaja implicada en una ONG que le exige viajar constantemente a países muy remotos. Esto le obliga a comunicarse con su padre mediante conexión televisiva. Hunter vive alejado de la casa paterna, pero se acerca a visitarlo una vez por semana. La relación entre ambos no es plácida, pues Frank no muestra un cariño excesivo por su hijo. El encuentro entre ambos pone en evidencia el carácter poco afable, casi maleducado, testarudo e insensible de Frank.
Hunter le reprocha la soledad y el abandono en el que éste se halla sumido. Debido a los síntomas que da Frank de sufrir una merma de sus facultades mentales, el primero decide instalar en el hogar de su padre a un robot doméstico para que le controle y ayude en sus actividades cotidianas. Frank, en principio, se opone. UN AMIGO PARA FRANK narrará la curiosa adaptación del arisco anciano al control y al cuidado que le procurará el móvil, prudente y severo artefacto.
Lo más sorprendente de esta simpática propuesta es el desvío humanista que dirime la observación del personaje central. Gracias a un guión que decide que el ardid futurista no apabulle el retrato ni la investigación que se va a efectuar sobre el curioso cascarrabias que protagoniza omnipresentemente el conjunto, UN AMIGO PARA FRANK atiende mucho más al desarrollo personal de aquel que a la proposición de un universo hipotético, extraño, peligroso o lejano.
Es más, el material escrito que da soporte al film no se conforma con centrarse en la observación de los problemas, los recelos, las novedades que dirime la involucración del androide en el hogar de Frank, sino que se guarda algunos giros narrativos bastante interesantes que evitan que la trama caiga en la mera, empobrecedora, previsible confrontación de caracteres opuestos. El acercamiento a la figura humana central, inteligentemente, no va a rendirse de forma unívoca a la contemplación de los efectos que su personalidad va a experimentar tras la llegada a casa del mecánico inquilino por imperativo filial.
Uno de los principales puntos de interés lo constituye la sorpresa que supone el abordaje de la identidad del protagonista: Frank es dueño de un pasado que, de súbito, llama a su puerta; o, mejor dicho, la llegada del robot va a ser aprovechada por el protagonista para dar rienda renovada a un viejo tanteo con lo prohibido. La biografía del anciano se esgrime como vericueto narrativo impensado, capaz de aliviar la vertiente más sensiblera del escueto, que no simple, trazado argumental.
En consecuencia, lUN AMIGO PARA FRANK seduce por lo eficaz de la mezcla que resulta del seguimiento a la presunta enfermedad neuronal de Frank (sabemos que olvida ciertas cosas –el restaurante al que quiere ir a comer-), a los beneficios que le reporta la compañía del robot (la casa, la dieta, la compañía) y, sobre todo, a la picaresca inercia que principia al caer en la cuenta de que su aliado le puede venir muy bien a la cabra que hace que no va al monte, que habita en él.
Lástima que la blandura escénica que exhibe el realizador mengüe ostensiblemente el alcance global del film. Una cierta textura telefílmica se apodera de toda su labor, haciendo que el desarrollo de los hechos peque de plano y excesivamente lineal. Además, el acertado, poliédrico, divertido, nada complaciente mimo con el que Frank es radiografiado deja al descubierto las carencias con las que están despachados el resto de los personajes, fundamentalmente los que van a ser sancionados como “rivales” del protagonista, que resultan francamente antipáticos.
Con todo, el mayor acierto del realizador es no interponerse entre la singularidad de su protagonista y la magistral lección interpretativa que imparte el actor encargado de incorporarlo. El gran Frank Langella despliega con calma, tino y denuedo todo su acreditado saber frente a la cámara prestándole al personaje central toda la oscura y simpática complejidad con la que está pincelado. Suyo es, en gran parte, el mérito de la original cordialidad que rezuma este digno film.