Título original Somewhere
Año 2010
Duración 98 min.
País USA
Guión Sofia Coppola
Música Phoenix
Fotografía Harris Savides
Reparto Stephen Dorff, Elle Fanning, Chris Pontius, Michelle Monaghan, Kristina Shannon, Karissa Shannon, Alden Ehrenreich, Lala Sloatman
Productora Focus Features / Pathé / Medusa Film / Tohokushinsha / American Zoetrope
Valoración 8
Si hay algún núcleo temático que ha caracterizado el arte en el pasado siglo XX, sin lugar a dudas, ese es el del vacío existencial: el ser humano arrojado hacia la ausencia de sí mismo, contra un espejo que no le devuelve imagen alguna. El cine contemporáneo lo tiene asimilado como uno de sus lugares comunes favoritos. La ruptura con el clasicismo que supusieron todos los descaros amparados al rebujo de la “Nouvelle Vague” ha servido para que el Séptimo Arte pudiera dar cabida a la libre formulación de ese ansia por exclamar ese conflicto. Desde entonces hasta ahora son muchas las voces fílmicas que han indagado libremente en la expresión de ese fantasma. Dentro del panorama actual, una de las que lo impelen con más obsesión y osadía es la cineasta Sofía Coppola.
El vacío y sus movimientos a ningún lugar. O los movimientos del vacío siempre hacia el mismo insatisfactorio lugar. Desde los tiempos de su deslumbrante debut (LAS VÍRGENES SUICIDAS), hasta la presente SOMEWHERE ,Sophía Coppola ha insistido desde diversos puntos de vista en la respuesta más evidente a ese malestar: esa protección al final de uno mismo en la que consiste toda soledad. SOMEWHERE es, básicamente, una vuelta de tuerca más en torno a semejante aflicción: la soledad, entendida como certificación de una infelicidad inconsciente que, de súbito, deja de serlo y por eso le estalla a quien la padece en forma de plato crudo y frío, imposible de engullir.
Quizás escarmentada por lo injustamente que fue tratada su anterior MARIA ANTONIETA, la realizadora ha decidido acometer esta reincidencia en su temática más preciada, apoyándose en un universo, dentro del cual esta indagación no pareciera tan caprichosa. Sin embargo, la primera audacia a la que es convocado el espectador es la elección hecha para desarrollarla. El parámetro ambiental en el que se cuece el retrato de esto nuevo destierro humano es el de la vida de una estrella de cine. A primera vista, quizás una plataforma poco propicia para hablar del desencanto o de la insatisfacción. Coppola resuelve muy pronto el posible dilema haciendo mediar dos soluciones estructurantes que maneja con una implacable coherencia: de un lado, el acercamiento continuado, agobiante, obsesivo a la figura protagonista; de otro, la visión salvajemente inmisericorde que, de soslayo, se impone sobre los aledaños no vistos del mundo del cine.
SOMEWHERE es, quizás, la obra de Sophía Coppola en la que su apuesta por la individualidad es más férrea y más furibunda. El protagonista de su radiografía es un actor de cine que parece hallarse en la cumbre de su carrera. Sin embargo, el itinerario que le interesa describir a la realizadora es muy otro. Tanto el plano de apertura como el de cierre dejan esto muy claro. SOMEWHERE se propone observar la existencia de un hombre que da vueltas sobre el mismo círculo con su coche de lujo en un desierto, y que termina decidiendo bajarse de él y emprender un camino calmado, quizás incierto, pero resuelto por sí mismo. Dos únicos planos para exhibir un nada compasivo viraje.
En el primer plano, ni lo vemos: la imagen del automóvil solo nos refleja su apariencia externa. Las vueltas circulares dan idea de la espiral desorientada sobre la que deambula su huera existencia. El plano final lo define la filmación de ese mismo auto, pero definiendo un itinerario recto y voluntario, que, además, concluye con la imagen de él saliendo a pisar el asfalto para caminar la voluntad que lo impulsa en ese momento. De la no aparición –la nada-, a la exhibición frontal de su figura –el hombre vivo, pues desea-. Sin más aspavientos que el de una depuradísima puesta en escena, en la que no sobra un solo plano Sofía Coppola logra el propósito de atravesar el alma de un ser instalado en la vida degradada de su propio descarrío.
De la misma forma que ya aconteciera en la formidable LOST IN TRASLATION, el argumento a desarrollar es bien escaso. En esta ocasión, se ciñe únicamente a la súbita aparición en la vida de este actor de su propia hija, una preadolescente con la que apenas ha convivido, y que acude a él, pues su madre ha decidido emprender un viaje con la fecha de vuelta abierta hasta apetecer. La convivencia entre ambos, poco a poco, irá configurándose como oportunidad para el cambio.
Pese a lo que pudiera parecer, el film en ningún momento cae en el empalago melodramático que cabría preverle a semejante confrontación. Coppola no se ausenta de esa tensa cadencia antinarrativa con la que ha emprendido su observación. La joven será un elemento reflexivo, un soporte detonador, mediante el cual seguir hurgando en el suplicio caprichoso, cinco estrellas, en el que se constituye este hombre de preciado careto, podrido de celofán. El film no se separa del irónico arrojo con el que contempla el aburrimiento de un aburrido con los focos siempre pendientes de él.
En el reflejo de esta dicotomía es en donde SOMEWHERE depara sus mejores momentos. Hay una constante insistencia por parte de la directora en poner evidencia un patetismo contemplativo, que expresa deslizantemente la frivolidad, la impostura, la tortura de banalidades suntuosas, asimiladas por la parálisis postrativa que caracteriza el comportamiento del protagonista. Esto queda perfectísimamente clavado con las dos escenas en las que aparecen las strippers actuando para él en su habitación. Coppola las despacha con un perdurante sostenimiento del plano. La duración paralizada de éste hace que el erotismo pagado sucumba, progresivamente, en la apatía lúgubreque impone el sujeto contemplador de la performance. Todo ello, rematado magníficamente con el plano en el que las vemos a las dos recoger la barra que emplean para el numerito.
La insistencia en el reverso hace que en el film pese tanto lo que vemos de forma tan condensada, como lo que la realizadora se esfuerza en no mostrar. Resulta significativo que en una película que aborda la actividad de un actor jamás lo veamos actuar: la cámara emplaza al espectador a contemplarlo en lo que él es lejos de su trabajo, sólo le vemos obedecer órdenes de una voz que le maneja la agenda. El protagonista es alguien que no es, alguien que no importa por lo que hace, un pelele en manos caprichosas de un engranaje dentro del que es un bonito trofeo.
De ahí que la cineasta apabulle magníficamente incorporando una escena en la que vemos como el actor presta su cabeza para que se le haga una máscara, un doble. El largo primer plano sobre su rostro, completamente cubierto de la masa con la que conseguirlo, certifica la tiranía de esa vacuidad imperante,que le vive por fuera, pero también por dentro. El proceso de brutal cosificación queda visualizado con una corrosiva impiedad: el ser humano sin rostro; sólo un cráneo que respira y que presta su particularidad facial para que sea copiada.
SOMEWHERE es más oscura, menos subyugante estéticamente que LOST IN TRASLATION, pues en aquella el protagonista era un solitario transitando el universo extraño, hipnótico y desconocido de un ámbito tan atractivo como la ciudad de Tokio. En ella, Bill Murray caminaba una ciudad que era un enigma. En ésta, el personaje que interpreta majestuosamente Stephen Dorf, deambula, sin hogar, una cotidianeidad invivible, llena de escenarios ficticios –no es baladí que el protagonista no viva en su propia casa, sino en un mítico hotel- y rutinarios, por los que solo asoma una gélida vulgaridad, tan estimulante como un trozo de escayola reparador de una fractura en el antebrazo.
Coppola medita hasta el último detalle de su particularísima preocupación creativa y, por eso, le ocurre siempre lo mismo. Que hay quien desde sus inicios la califica de moderna de la nada, de frívola estetizante, de niña bien con mejor papá, de pijita etérea, de fascinada por los ricos que también lloran, pero ella acaba callándoles la boquita de puñón a todos estos, demostrando que es una directora de cine como la copa de un pino.