The Amazing Spider Man Cartel Espanol

Título: The Amazing Spider-Man (The Amazing Spiderman)

Año 2012

Duración 136 min.

País USA

Director Marc Webb

Guión Steve Kloves, James Vanderbilt, Alvin Sargent (Personajes: Stan Lee, Steve Ditko)

Música James Horner

Fotografía John Schwartzman

Reparto Andrew Garfield, Emma Stone, Rhys Ifans, Sally Field, Martin Sheen, Denis Leary, Campbell Scott, Embeth Davidtz, Irrfan Khan, C. Thomas Howell, Stan Lee

Productora Sony Pictures / Columbia Pictures / Marvel Studios

Valoración 0

A propósito de la lamentable EL ENIGMA DEL CUERVO, de James McTeague, la semana pasada en esta misma sección manifestábamos nuestra perplejidad ante la causa originaria de ciertas insultables creaciones artísticas: no hay manera humana de entender cómo demonios alguien puede tener escrúpulos de maquinar lo que de antemano se sabe que es una felonía. Sin embargo, al menos, la propuesta del director de V DE VENDETTA partía de un supuesto original;  la hecatombe era un resultado final, no un punto de partida. 

Esto es,  como si tú te pones a guisarte por primera vez las insuperables albóndigas con piñones de tu Tía Torcuata y te salen los mocos que Ramos le sopló a Balotelli en la final de la Eurocopa: Coño, no te los comes, pero lo has intentado… EL ENIGMA DEL CUERVO es una mala película que se empeña en una maldad no repetida, en una maldad no calculada, en una maldad, en definitiva, excusable,  en tanto que  alumbrada con una luz nueva. Banal, irritante, pero nueva e intentada

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 Valga todo este preámbulo para decir que la maldad de THE AMAZING SPIDERMAN  es una maldad infinitamente más mala que la de EL ENIGMA DEL CUERVO. Es una maldad engendrada a la “basuresca”. Sobre todo, porque una vez padecida, se constata que la escasez de alumbramientos artísticos, en Hollywood, hoy en día, ha llegado a niveles repugnante, punible e indecentemente comatosos: la actividad neuronal de la momia Tutankamon es la presidenta esquizofrénica del Club de Fans de David Guetta en la primera fila de su concierto en el FIB,  comparada con la capacidad de ingenio que rigen los despachos que planifican la sarta de aberraciones de la nada, con la que nos están deleitando la parte no intelectual de nuestra resistencia en colon.  

Modificando un poco el refranero popular, bien valdría que aseveráramos que en esos núcleos de pensamiento mínimo sólo funciona aquello de “Cría talentos, que te sacarán los ojos”.  La desesperanza frente al futuro que nos aguarda es mayor cuando observamos que son situados al frente de esta túrmix de la calcomanía jóvenes promesas de un cine situado en las antípodas intencionales y cualitativas del que son requeridos a facturar. 

A algunos aún se nos pone la hemorroide en plan Isabel Pantoja a la salida del juzgado, cuando evocamos lo que le pasó a Florian Henckel von Donnersmark, creador de la insuperable LA VIDA DE LOS OTROS, cuando se metió a perpetrar la imbecilidad de THE TOURIST, y lo que, más recientemente, le ha ocurrido a Andrew Stanton, autor de esa obra maestra llamada TOY STORY 3, al inmolarse vivo en ese infierno defenestrante, defectuosa, defecable y “defernandoesteso” llamado JOHN CARTER. El mismo retortijón ha vuelto a reproducirse al comprobar que firmando la incompetencia  hallamos a Marc Webb, el joven realizador que hace unos años nos maravilló con la notable y encantadora 500 DÍAS JUNTOS.

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Bien es verdad que Webb nada puede hacer para solventar el gran dilema que combustiona desde su mismo planteamiento a esta insustancial THE AMAZING SPIDERMAN: la inutilidad de su existencia, puesto que la producción no tiene la más mínima intención artística  de justificar su puesta en marcha. 

No hay un leve intento por aportar algo –una contextualización contemporánea, una modificación argumental irónica, una lectura genérica distinta, un punto de vista refundador- o por atacar lo ya visto: nada de nada, no ya la ley del mínimo esfuerzo, sino la ley del esfuerzo extinto o del esfuerzo ya hecho. O, si me apuran, la ley del esfuerzo depurador. THE AMAZING SPIDERMAN es  Mariano Rajóy con sus reformas de podar,  para con  su saga precedente. Lo que era un simpático tebeo en manos de un personalísimo artesano (Sam Raimi) ha quedado reducido a manual de estilo de la pepera rubia, gran hija del aeropuerto de su padre, que ha dicho “Que se jodan!” en el Congreso.

Ver THE AMAZING SPIDERMAN es ver lo visto,  lo mismísimo, el gemelo del clon: ir a un carnaval disfrazado con tu apariencia y convencido de que no estás haciendo el gilipollas. Miren, voy a contarlo todito y no voy a tener cargo spolier en mi conciencia. Enumeremos:  el niño huérfano y tontilón (más lo segundo que lo primero),  los tíos carnales buenos, el arácnido picando, la novia con ganas de besito,  el malo del laboratorio, las mallas justicieras,  la tela de araña… y a hacer el tarzán cosmopolita con la liana en vena. Ni más, pero sí menos.

El film, además, se resiente de la tremenda bisoñez que exhibe Webb como realizador de un film de acción. Las pocas secuencias  en las que debe emplearse como tal parecen estar hechas por obligación, a desgana, con complejo de pillado en falta, o lo que es lo mismo, de Leire Pajín en desfile de Victoria´s Secret.

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 No nos debe extrañar, por lo tanto,  que se note en demasía el mimo  excesivo –y tópico-  a la figura de Peter Parker, en comparación con  el dispensado  a Spiderman: no resulta de recibo la burda, estropajosa y juanetera  pincelación del  rival. La tensión entre las dos fuerzas antagónicas tiene la misma garra que un duelo entre Mazinger Z y Curro Jiménez sin navaja. Pues que al primer “puños fuera” el bandolero se traga Sierra Morena, Despeñaperros  y el Currupipi de Jesulín.

Y sí, el trabajo actoral de Andrew Garfield, al igual que ocurría con el trabajo de Jennifer Lawrence en la penosa LOS JUEGOS DEL HAMBRE, es el único serio punto de interés que guarece en el interior de este insípido contenedor de nimiedades, pero su loable recital interpretativo no sirve para nada. Esto es como si Falete se tira un pedo antes de subir a la báscula de su dietista, convencido de que así pierde ochenta kilos. Este Spiderman de 4ª generación es paupérrimo, elemental y repetido. Avisados quedan, vayan a verla comiendo palomitas hechas con jabón lagarto!

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