Título original: The Wolverine (X-Men Origins: Wolverine 2)
Año: 2013
Duración: 126 min.
País. Estados Unidos
Director: James Mangold
Guión: Christopher McQuarrie, Mark Bomback (Cómic: Frank Miller, Chris Claremont)
Música: Marco Beltrami
Fotografía: Matthew Libatique
Reparto: Hugh Jackman, Famke Janssen, Svetlana Khodchenkova, Will Yun Lee, Tao Okamoto, Brian Tee, Hiroyuki Sanada, Hal Yamanouchi, Rila Fukushima
Productora: Marvel Enterprises / Twentieth Century Fox Film Corporation
Nota: 5.2
No era un reto nada difícil de lograr, pero lo primero que cabe decir de LOBEZNO: INMORTAL es que supera con creces los resultados de su precedente. X-MEN ORÍGENES: LOBEZNO resultó ser una morrocotuda decepción, un desvaído producto comercial al que no se le atisbaba utilidad ni razón de ser alguna, nada más que la de sumarse al carro recaudador de las singladuras cinematográficas bebedoras del manantial de la Marvel.
Lo ofrendado en ese primer episodio por Gavin Hood lo único que conseguía es que el espectador no tuviera ninguna curiosidad por seguirle la estela al mutante de las garras de adamantium. Lobezno quedaba convertido en un apático cachorro de doméstica inhabilidad. De ahí que el multifuncional James Mangold no tuviera nada fácil la misión de enderezar la dignidad de un personaje tan ataviado, en principio, de no pocas virtudes a explorar. Vista LOBEZNO: INMORTAL podemos concluir que, sólo en parte, los objetivos han sido cumplidos.
Mangold, un autor que es capaz de lo mejor (COPLAND, EL TREN DE LAS 3:10) y de lo masacrable (NOCHE Y DÍA), acomete una segunda cita con este cachorro carismático de la mano de un guión que, consciente de la insulsa peripecia anterior, desde un principio trata de reconducir el itinerario cinematográfico del personaje. En LOBEZNO: INMORTAL nos introducimos en un relato que en ningún momento vindica la primera parte de su independencia del resto de mutantes X-Men.
La trama del film nos traslada de inmediato a ese atractivo universo casi genérico que es el espacio nipón. En la secuencia de aventura nos damos de bruces con la mismísima bomba atómica lanzada sobre territorio japonés en el epílogo de la 2ª Guerra Mundial. Lobezno, pues, viaja al imperio del sol naciente.
Sin lugar a dudas, este recurso define ese intentona desmarcativa comentada en el párrafo anterior: sumergiendo al héroe en el territorio de las artes marciales, de los enfrentamientos yakuzas y, en definitiva, dentro de toda la reconocible estética arquitectónica, urbana, de interiores, ornamental y de comportamientos propios de un territorio como Japón, se garantiza el viraje, el cambio y la estimulación de nuevas expectativas que la consabida campaña publicitaria se encarga de anunciar al público decepcionado de la inútil X-MEN ORÍGENES: LOBEZNO.
El film nos propone, además, una aventura de marcado carácter personal. El mayor acierto del film reside en la tesitura patológica que experimenta el protagonista al caer preso de una inesperada debilidad: Lobezno es víctima de un mal que, poco a poco, irá menguándole su capacidad de resurgir frente a las heridas de los combates, de tal forma que la mayor problemática que debe afrontar es su combate con la pérdida de la inmortalidad que lo define y caracteriza.
Sin embargo, pese a que esta circunstancia proponga un vericueto narrativo bien interesante, LOBEZNO: INMORTAL no puede superar algunos réditos con los que fue sancionado en su debut en solitario. En especial, la escasísima hondura del perfil psicológico con la que vuelve a saldarse su aparición en pantalla. Lobezno vuelve a sucumbir frente a la individualización por lo pobre de su pincelación separada del resto de personajes de la saga original.
En LOBEZNO: INMORTAL se le intenta complejizar traumáticamente enfrentándolo al fantasma de su amada Jean y al sentimiento de culpabilidad que esta presencia mental genera en él. Sin embargo, la reincidencia constante de esta aparición sin que se justifique pertinentemente, ni se aproveche para otra cosa sino para insinuar una tópica y prescindible ramificación romántica con la nieta de un todopoderoso magnate japonés, se antoja elemento de muy pacata utilidad perturbante.
La necesidad de oscurecer psicológicamente al héroe impuesta por la trilogía Batman de Nolan está convirtiéndose más en elemento de franquicia impuesto que en espacio dramático a tratar con personalizada y progresiva individualidad. En LOBEZNO: INMORTAL queda convertida en tortura de manual que lasta el devenir de la aventura exterior a la que el personaje central debe enfrentarse. Sólo la arrolladora solvencia de ese gran actor que es Hugh Jackman es capaz de aportar matices, detalles, posibilidades que el material escrito de partida no presta. Hay mucho más actor que personaje y, de ello, se beneficia éste y el film.
En resumidas cuentas, un film bien narrado en su práctica totalidad (a excepción de una secuencia final absolutamente decepcionante), en el que su realizador es capaz de orquestar un buen entretenimiento que para nada insulta la paciencia de quien la contempla, pues se nos brindan algunas secuencias resueltas con brillantez (la que tiene lugar en el tren bala y la del enfrentamiento con las flechas samuráis cazadoras, en especial), se nos cita a un nuevo recital de su actor y se nos hace olvidar la desfachatez precedente. No es mucho, pero es que hay otras muchas que ya quisieran prestar lo aquí prestado.